De un tiempo esta parte, Instagram se ha convertido en el Gran Hermano de la estética, ese guardián de las esencias que premia las fotografías con determinadas características (perretes, gatitos, aguacates, puestas de sol, caras diabólicamente falsas con el maquillaje recién puesto) y censura con su gran mano de azufre la naturalidad del cuerpo desnudo.
Enfrentarse al molino gigante del algoritmo, como Don Quijote y Sancho, no es nada fácil. En sus posados para sus followers, algun_s influencers y figuras de sobra conocidas por el público han conseguido saltarse esa censura de las formas más creativas. Una de ellas es Jessica Goicoechea, pero hay más.
¿Misión imposible eso de hacer topless con naturalidad y sin vergüenza en la red social? Pues parece que no. A principios de marzo, la modelo y diseñadora Jesica Goicoechea demostró que tiene bastante ingenio para esquivar la mano censora del algoritmo y rodear su Gran Ojo riéndose de sus normas.
Sus más de dos millones de seguidores ya estaban atentos para cuando lanzó la bomba y se decidió a ir a la guerra: una fotografía en topless convenientemente encuadrada para que se viera nada que el algoritmo no quisiera. La modelo esquivó la mano castradora y fría de Instagram con algunos trucos bastante habituales entre las que quieren posar en la playa o en cualquier otro rincón nudista clásico. El principal, la posición de su pelo, que tapa el elemento que habitualmente se toma como muestra para la censura (los pezones).
En otra fotografía, la modelo utilizó uno de los recursos más habituales entre las usuarias de la red social que no quieren renunciar a mostrar su cuerpo: la posición de la pierna y del brazo, en una pose mucho menos casual y más forzada que la de la primera imagen.
No es raro que cada poco tiempo surjan movimientos en las redes sociales que le piden a esa figura kafkiana, inmensa y sin bordes del algoritmo de Instagram que les permita publicar sus fotografías de desnudos. Modelos, actrices y actores, influencers, usuari_s mondas y lirondas que no quieren fotoshopear y pegar sobre sus pechos un bikini o un bañador recortado digitalmente.
Es seguro que los propios ingenieros de la red social del postureo y lo aspiracional como religión no comprenden del todo sus propias reglas; por qué los pezones masculinos pueden campar a sus anchas y los femeninos son prohibidos por sistema. Culos sí, pezones o vulvas no. Camisetas transparentes, sí. ¿Piel desnuda en según qué zonas? Ni lo sueñes.
Hay cientos de miles de usuari_s en contra de esta política absurda que se contradice cada día, pero el algoritmo (o sus ingenieros) se precian de ser, según parece, ciegos, sordos y mudos a las peticiones legítimas para levantar el veto al desnudo femenino. De hecho, Goicoechea no es ni mucho menos la única figura pública de cierto peso que ha conseguido evitar el gran ojo enervado y pacato de la aplicación.
Madonna, en un arrebato en pleno confinamiento, también fue a la guerra contra esta absurda política de veto a la carne y publicó en 2020 una foto que, esta vez sí, pasó todos los controles. Otras muchas que la gran diva del pop había intentado publicar antes fueron vetadas y eliminadas del feed. Su mensaje, esta última vez, fue incendiario: “Así es como estoy vestida en este momento. A aquellos que se sientan ofendidos por esta foto, quiero informarles que me he graduado con éxito en la Universidad de ‘me importa una mierda’. ¡Gracias por asistir a mi ceremonia de graduación! ¡Clase 2020!”.
Hay muchos más actores y actrices, influencers y div_s que han logrado esquivar el veto de Instagram con un poco de ingenio y publicar fotos ‘a cuerpo descubierto’. Miley Cyrus logró saltarse el Gran Ojo con solo ponerse una camiseta de rejilla, y Kendal Jenner hizo lo propio con un vestido de malla negra en el que se adivina cada curva (de las que al algoritmo no le gustan).
Courtney Cardashian posó ricamente despelotada después de la ducha y solo tuvo que taparse un pecho con una taza de cerámica ideal en una mano y un MacBook en la otra. Mismo caso el de Ricky Martin, en una foto en plano general caminando desde la bañera hasta el lavabo y con la toalla tapando ese punto estratégico.
En el caso de Cristina Pedroche, que posó frente a un ventanal, solo tuvo que realzar los reflejos de la foto para insinuar en lugar de mostrar y pasar holgadamente la tiza y el tachón del algoritmo. El cantante Luis Cepeda pudo enseñar tranquilamente el trasero solo con colgar una fotografía duchándose de espaldas, con total normalidad, lo mismo que Maxi Iglesias, cuya fotografía es al aire libre, justo en el momento en que una ola rompe contra la roca en la que está enseñando cacho.
El público no está ciego, por suerte, y valora estos intentos de normalizar el cuerpo femenino y masculino. En cuanto al algoritmo, vaya, quizá tenga un poco de miopía.