Si acabas de salir de casa de tus padres, compartir piso no es solo la opción más económica, sino que en muchos casos también es la mejor. La experiencia te ayuda a conocer gente, a ver cómo te desenvuelves sin tu familia y a descubrir cómo eres fuera de las paredes del hogar, con el colchón emocional que supone vivir con varias personas que pueden ayudarte si lo necesitas.
Sin embargo, llega un momento en el que compartir piso no es la mejor opción, sino la única si quieres vivir fuera de casa. Con la edad y las anécdotas de compañeros de piso imposibles, llegas a un punto en el que solo te apetece vivir solo sin tener que dar explicaciones a nadie. ¿El problema? Aunque según el INE, uno de cada cuatro hogares en España son unipersonales, tan solo un 19,4% de los menores de 30 años logra emanciparse. Un alquiler en solitario puede comerse el 85% de su salario, según informa el Consejo de Juventud (CJE).
Un nivel de vida precario que no permite que muchos jóvenes españoles descubran cómo son cuando no hay nadie que les aguante. Pero no nos adelantemos, ¿estás a punto de entrar a compartir piso? ¿Vas a estrenar septiembre con un hogar preparado, lleno de desconocidos? Si no lo has hecho nunca, quizás te venga bien responder a estas preguntas.
¿Eres capaz de negociar? En casa, con tus hermanos… cuando quieres algo, ¿dialogas o lo impones por la fuerza? Si sueles poner en práctica la primera, a no ser que des con un compañero de piso muy conflictivo, no tendrás problemas. Pero si sueles optar por la segunda… cuidado, puedes meterte en muchos líos.
Por ejemplo, con los cuartos. Cuando llegas a un piso, siempre hay habitaciones mejor que otras, y de si lo aceptas o no depende tu estado de ánimo el año entero. Lo normal es que las habitaciones más grandes cuesten un poco más y que, si todos estáis dispuestos a pagar dicho precio, sorteéis los cuartos arbitrariamente. Hay que tener en cuenta que estos son casi los únicos espacios privados de toda la casa; el resto de los inquilinos tendrán que respetar la decisión, sea como sea, si quieren que la convivencia funcione.
Si asumes esto antes de llegar, evitarás berrinches si te toca la habitación más pequeña. Además, piensa que también tendréis que repartir los espacios comunes, como los estantes del baño y la cocina o las baldas de la nevera. Cuanto más flexible seas, mejor te adaptarás a lo que venga.
La asertividad es una habilidad social de lo más útil, pero en un piso compartido es casi una cuestión de supervivencia. Se trata de la capacidad para expresar los deseos y necesidades de una manera amable, directa y adecuada, sin atentar contra los demás. La clave de esta habilidad es la negociación y la seguridad, así como conocer los derechos de cada uno.
Básicamente, la asertividad es saber pedir las cosas y sentirse legitimado para hacerlo, pero también negarse a las cosas que no se quieren hacer. Y eso es fundamental en un piso, en todos los aspectos: si preparáis un calendario de tareas para limpiar la casa y uno no lo cumple, si tus compañeros quieren montar una fiesta el día antes de tu examen final, si te encargas de los pagos y alguien no te paga… esta habilitad te facilita mucho el trabajo.
Por norma general, nadie que acabe de salir de la casa de sus padres está preparado para compartir piso, pero que te plantees la pregunta ya es buena señal. Si bien es cierto que con las dos habilidades anteriores tienes mucho trabajo hecho, a convivir con otras personas se aprende, como a montar en bici o a cocinar.
El resto, son cosas básicas: para ser un buen compañero de piso se necesita honestidad, empatía y mucho respeto. Si tienes en cuenta a la persona con la que convives, todo ese camino será mucho más sencillo para ambos.
Ahora, ¿tienes el piso, pero no el compañero de piso? Busca a alguien que tenga valores y un ritmo de vida parecido al tuyo. Si eres estudiante, lo mejor será que optes por vivir con otro: compartiréis calendarios y no tendréis discusiones porque uno quiera montar la fiesta padre en plena época de exámenes. Y si tienes 30 años, probablemente te apetezca más vivir con una persona de tu edad que con alguien que acaba de entrar en la facultad.
Si no sabes por dónde empezar a buscar, abre el móvil y tira de apps. Algunas de las más populares son Badi, Roomster o Spareroom, pero hay muchas otras; seguro que en alguna encuentras a tu compañero de piso ideal.