Los Dioses de la fama exigen sacrificios cuando la rueda de la notoriedad se oxida. Sabemos que ciertos famosos venden dedicatorias y saludos a sus fans a un precio bastante alto; y que otros están dispuestos a intercambiar hasta sus heces congeladas para sacar un poco de pecunio. Por eso, no nos sorprende que en la rueda para cobrar hasta por un parpadeo se haya abierto un nuevo nivel de excentricidad. Los famosos quieren hacer caja, pero sus dobles también, sobre todo si, por diversos azares, se convierten en carne de meme.
Que la realidad no te estropee un buen salseo, aunque sea un salseo poco agraciado, con la nariz torcida y una cara más ancha que la del original, pongamos que Tom Cruise o Beyoncé. Eso es lo que ha pasado con Lookalikes, una empresa británica que ha encontrado en el parecido leve, en el ‘te das un aire a Bruce Willis recién despertado en una fiesta con monos y strippers’, un negocio muy lucrativo. Promocionan dobles de famosos para que los clientes que contratan los servicios puedan pasearlos por bodas, bautizos y comuniones.
Claro, Internet entero ha dicho ‘sujétame el cubata’.
Parece que Lookalikes ha conseguido lo segundo. La liebre saltó cuando un guionista, James Hamilton, avisó por twitter a sus seguidores de esta manera: “Aquí tenéis verdaderos dobles que podéis contratar en esta agencia británica. Ojalá bromeara, pero este es Matt Damon”.
La cosa no tardó en hacerse viral. Lo tenía todo para extenderse por las redes sociales. Para empezar, Lookalikes fue fundada hace un tiempo por Andy Hammer, un doble reconocido de David Beckam que lleva su propio programa en Channel4, uno de los canales de televisión con más espectadores del Reino Unido. En su catálogo de servicios ofrecen lo esperable, que no es otra cosa que pasear a estos dobles de famosos por eventos de todo tipo, desde una comunión a una fiesta privada. De hecho, la agencia propone a muchos clientes que hagan uso de su promiscuo departamento de guión, para diseñar la aparición del doble en el evento en el momento justo, con una narrativa amante del giro de guión y el cliffhanger. Imaginamos la propuesta, claro que sí:
“Sorprende a tu familia y a los que más quieres con una visita inesperada. A las cinco aparecerá Scarlett Johanson para acabar con vuestro mueble bar, comerse todos los canapés y sacar a bailar a tu bisabuelo, que siempre ha sido un hombre de pocas palabras”.
Lookalikes, con Hamilton a la cabeza, cree con fe ciega en su negocio. Dicen que sus precios son módicos y asequibles. Si eres británico, por solo 350 libras podrías hacer que uno de sus 38 dobles de Megan Markle visitara a tus familiares monárquicos convencidos para provocarles un ictus y chafarles el té con galletas de las cinco. Según cuentan, hay algunos must, imprescindibles, dobles de famosos que la gente quiere como el que encarga en Glovo la pizza más popular. A Angelina y Brad los venden en un pack. Adele o Austin Powers también son bastante demandados.
Si nos vamos a la Wikipedia, encontramos ya un concepto artístico interesante con una larga tradición teórica: el feísmo, algo que la enciclopedia de las enciclopedias define como ese movimiento artístico que valora estéticamente lo feo y lo repugnante, aspecto común a lo que hace lookalikes con sus dobles, sus doplegängers mal, y nosotros con el Museo de Cera de Madrid, que también cuenta con unos cuantos abortitos levemente parecidos al original (solo que más hieráticos y capaces de colarse en tus pesadillas).
La risa y la chufa nos la traía hace poco ‘Zapeando’, en la sexta, mostrando la verdadera realidad de estos dobles. Entre carcajadas, mientras miraban en la pantalla a un doble de George Clooney (probablemente fabricado en Hacendado a las tres de la mañana por operarios muy cabreados), los colaboradores del programa coincidían todos en el mismo argumento. “Como mucho, se dan un aire”.
Esos seres extraños que Lookalike ofrece se parecen a los famosos que representan, claro, si uno tiene una resaca del tamaño de poni crecidito y está dispuesto a admitir que ese señor o esa señora de ahí son iguales que George Clooney, Kamala Harris o Joe Biden. Reservamos el momento clon chusco de Owen Wilson para un ciclo de terror lleno de pesadillas, un mundo en el que los Reyes Magos jamás volverán a traernos regalos.