En casa, toda higiene es poca, ¿no? Y más ahora: que si mascarillas en un sobrecito, los zapatos fuera de casa, el gel hidroalcohólico repartido por todas las salas… es importante tenerlo todo limpio, las manos bien lavadas, una cuestión de salud pública. Pero, a veces, el exceso de limpieza acaba con la vida útil del objeto a limpiar.
No por pasar el trapo todo el día se es más limpio: de hecho, hay cosas que puedes cargarte si las lavas ‘de más’. No son muchas, pero algunas están muy presentes en nuestro día a día. Alimentos, muebles, prendas de ropa… aunque pueda parecer obvio, no siempre tenemos muy claro cómo hay que cuidar nuestras cosas. Por eso, en Yasss te traemos una lista con cosas que, casi seguro, estás limpiando mucho más de lo que se recomienda. Allá van.
La lógica te dice que, después de un par de veces con ellos puestos, va siendo hora de meter tus pantalones vaqueros a la lavadora. Pero la versión oficial está muy lejos de eso: desde el director general de Levi’s, Chip Bergh, hasta el mismo Tommy Hilfilger reconocen no haber lavado en al menos un año sus jeans.
¿A cuento de qué esta obsesión por no lavar los vaqueros? Todo tiene que ver con las condiciones del tejido: con los lavados, pierde su color y su textura, pero es que, además, cuanto más nos los ponemos, mejor se adaptan al cuerpo. Al meterlos en agua, pierden esa ‘forma’, y no queda otra que volver a empezar. De hecho, el vaquero es una prenda concebida para trabajar muchas horas al sol.
Hace unos años, un estudio de la Universidad de Alberta, en Canadá, demostró que el nivel de bacterias de un vaquero que se ha usado durante dos semanas es casi idéntico al de uno usado durante un año y medio: ahí es nada. Ahora, las bacterias son una cosa y el olor, otra totalmente distinta. Lo mejor es evitar lavarlos en exceso y, cuando no quede otro remedio, lavarlos a mano: desde Levi’s recomiendan hacerlo del revés, a mano y en agua fría, para secarlos al aire libre después.
El suelo de parquet da un ‘aura’ de elegancia a la casa que no compensa el esfuerzo y el tiempo que cuesta mantenerlo. Si lo has visto o has vivido en una casa con este suelo, sabrás que es un desastre: este revestimiento, hecho con láminas de madera ensambladas las unas con las otras, se roza con mirarlo, para desesperación de quien lo ha comprado.
Otro problema con estos suelos es que, al ser tan delicados, mucha gente se obsesiona con la limpieza y acaba desgastándolo por el camino. En líneas generales, lo más importante con estos suelos es prevenir arañazos, derrame de líquidos y la luz directa del sol. A la hora de limpiarlo, mejor abusar de la escoba y evitar la fregona, los productos más abrasivos y la limpieza con agua.
Con la limpieza de los automóviles hay mitos como para escribir una trilogía. ¿El más repetido? Que la lluvia limpia tu coche. No es tan fácil, amigos: si el coche está sucio, hay que poner esfuerzo para acabar con la mugre. Y nada de usar el jabón de lavar los platos, que acaba dañando la pintura y secando las gomas.
A grandes rasgos, hay que evitar lavarlo repetidamente, porque desgastamos la pintura (que vale un pastizal) tanto como dejando centímetros de polvo sobre el capó. Las recomendaciones son usar productos específicos y evitar usar el lavado a presión, que tan bien funciona con la carrocería, en el interior del coche. Los materiales del interior del coche son muy delicados, y lo mejor es echarle tiempo y conseguir cepillos, bayetas y una aspiradora con la que quitar todas las miguitas y restos acumulados.
Volver de la compra y pasar todo por debajo del grifo puede no ser tan buena idea como pensamos, sobre todo con determinados alimentos. Entre ellos, los pescados y las carnes, que pueden contener bacterias patógenas que se propaguen con esa limpieza, pero que, una vez cocinemos el producto, desaparecerán.
Tampoco conviene pasar por agua los huevos ni las legumbres o los vegetales en conserva (que no es más que una mezcla de agua, sal, ácido cítrico u otros conservantes, pero siempre regulados) ni mucho menos los hongos, que son alimentos que absorben mucho la humedad y pueden perder sus propiedades con el lavado. Para limpiar las setas, la recomendación de los especialistas es hacerlo con un trapo húmedo o un cepillo, para después dejarlas secar en papel absorbente.