Nunca había sido tan tentador jugar a las peluqueras como durante esta cuarentena. Los problemas de tu pelo que antes te daban lo mismo (puede que porque no tuvieras demasiado tiempo para pensar en ello), ahora son una constante que no te deja dormir. Que si las puntas abiertas, que si la deshidratación, que si por qué no raparnos y ver qué tal queda... total, nadie nos ve, ¿qué es lo peor que podría pasarnos? ¿Qué el resultado sea terrible y, al vernos en el espejo, sumemos al confinamiento la angustia que produce un desastre capilar?
La necesidad de controlar una situación que se nos escapa de las manos puede llevarnos a coger unas tijeras y hacernos un estropicio irreversible. Por eso, en Yasss te contamos qué podemos hacer con nuestro pelo mientras estamos confinados y, llegados al punto de no retorno, cómo podemos cortarnos la melena y no acabar pareciendo los concursantes de OT 2001.
Hay casas en las que los cortes de pelo son parte de la rutina familiar, como la compra los sábados y la limpieza general los domingos. Uno de los progenitores (normalmente la madre) tiene el santo y seña para hacer con el pelo del resto lo que le dé la gana y, después de haber practicado con los hijos durante toda su infancia, a estas alturas de vida ya tiene una técnica casi tan depurada como la de un profesional. Si vives en una casa como esa (lo sabrás por tus trasquilones o rapados bruscos en las fotos de tu niñez), estás de suerte: esta cuarentena estás más alejado del desastre que la mayoría. Pero, si no es así, intenta dejar las tijeras a un lado y prueba antes con estos trucos, a ver si mejores la apariencia de tu melena.
Lo primero, puedes probar a hidratar el cuero cabelludo, con unas gotas de aceite capilar u otros aceites suaves, como el de coco o aguacate. La idea es aplicar unas gotas en el cuero cabelludo, evitando el largo de la melena, masajearlo y dejarlo actuar. Después, solo hay que aclararlo.
También puedes probar a aplicar mascarillas. Si tienes el pelo frágil, mezcla yema de huevo y aceite de oliva (una cucharada por cada yema, lo ideal es integrar dos de cada) y bátela hasta que quede una masa uniforme. Después, aplícalo en tu pelo seco y déjalo actuar durante media hora, antes de aclarar. Por el contrario, si notas tu pelo más apagado, mezcla un yogur con dos cucharadas de zumo de limón o vinagre en un bol. Puedes añadirle una clara de huevo, si quieres. El proceso a seguir es el mismo que con la mascarilla anterior: intégralo bien, embadúrnate el pelo de medios a puntas, déjalo media hora y aclara después. También puedes aplicar estas mascarillas después de lavarte el pelo, con el cabello aún húmedo, y dejarlas hacer efecto antes de dormir. Al día siguiente solo tienes que aclarar muy bien.
Si lo que te preocupan son tus puntas abiertas, lo mejor es usar aceite capilar para sellarlas. Si no tienes, cualquiera de los aceites ligeros que hemos mencionado antes sirven. Aplica unas gotas en las puntas y envuelve con papel de film tu pelo, para que penetre mejor. Déjalo una hora y después acláralo.
¿Sirve de algo pedirte que no te cortes las puntas? Si no tienes nociones de peluquería, el resultado puede no ser el esperado. Pero, si no queda otra, puedes intentar minimizar los riesgos cortando con el pelo mojado y liso, después de peinarlo. Haz una coleta, comprueba que la goma está recta, y corta por ahí. Intenta que las tijeras sean lo más profesionales posibles: ni las de las uñas ni las que se usan para limpiar el pescado.
Con el flequillo, la cosa cambia: es más fácil conseguir un resultado que se pueda salvar después. Para conseguir un flequillo abierto tienes que trabajar con tu pelo en seco, para medir bien su longitud. Coge los mechones, peinalos hacia delante, sepáralos en distintos grupos y retuércelos, haciendo rulitos. Después, con las tijeras en vertical y con la punta hacia abajo, ve reduciendo el largo del flequillo, desplazando cada mechón hacia el centro de la nariz y cortando desde ahí. Una vez termines, puedes empezar a trabajar con el peine, con un segundo corte, aunque los expertos recomiendan no espesar demasiado el flequillo y no cortar mucho más en esta segunda ronda, apenas quitar los pelitos desconectados.
Y si sale mal, ya sabes: como todos los desastres capilares, siempre puedes decir que es francés.