Muchas de nuestras abuelas no tenían tampones ni compresas, mucho menos copas menstruales. Cuando encontraban la mancha roja, debían recurrir a las compresas de tela, hechas por ellas mismas, por sus madres o por una vecina: un trozo de tela que evitaba que la sangre traspasase la ropa interior y manchase todo.
De eso hace más de medio siglo: después vinieron los Tampax, los salvaslips, las compresas y, por último, la copa menstrual, una alternativa ecológica y menos invasiva con nuestro cuerpo que todas las anteriores. Y todo el mundo la probó, y casi todo el mundo la quiso, tanto por la sensación como por el ahorro y lo sostenible. Quizás eso explique por qué, después de todo este tiempo, hemos vuelto al principio y las compresas de tela vuelven a estar de moda. En Yasss te lo contamos todo sobre ellas.
La compresa de tela es sostenible, respetuosa con tu cuerpo y, sobre todo, económica. Piensa en la cantidad de dinero que te gastas en tampones o compresas a lo largo del año, y plantéate cuánto se reduciría si, en vez de comprar un paquete cada vez que tienes el ciclo, solo tuvieses que hacerlo el primer mes de cada cinco años. El desembolso sería mayor en la primera compra, pero después no tendrías que volver a invertir en tu regla en mucho tiempo.
Hay decenas de estampados, tallas y tipos, pero antes de elegir es normal que quieras saber cómo funciona. Por supuesto, tendrás que comprar varias: no puedes depender de la misma compresa durante todo el ciclo. Depende del uso que le vayas a dar: si la vas a complementar con la copa menstrual, si sangras mucho… quizás para empezar podrías comprar dos compresas de día y dos de noche, que puedes lavar a lo largo del ciclo, siempre con la seguridad de que tienes una limpia a mano.
La idea es simple: cada vez que vayas a sangrar, la usas (también hay salvaslips reutilizables, por si los usas con la copa o los tampones) y, cuando vayas a quitártela después de unas horas, la metes en un grifo con agua fría para que después sea más fácil sacar la sangre. Si ves que está seca sobre el tejido, déjala remojar en agua fría varias horas, para que después sea más fácil librarte de ella.
Se pueden meter en lavadora sin problemas: no manchan. Lo mejor es pasarla a 40ºC y no usar productos agresivos, si no detergentes suaves. Evita usar secadoras y, sobre todo, ten en cuenta que pueden quedar manchas, por muchos lavados que le des. Si quieres quitarlo, puedes usar productos más agresivos como el agua oxigenada o el percarbonato de sodio, que son mano de santo con las manchas de sangre. Sin embargo, si lo usas muchas veces sobre las compresas seguramente pierdan el color.
Mucha gente cree que, con las compresas de tela, el olor se acumula y es más fuerte al final del día, pero eso no es cierto. Cuando las pruebes, te darás cuenta de que la tela es también más respetuosa con tu ciclo, y que huele más cuando llevas compresas desechables. ¿Y eso, por qué? Sencillamente porque las marcas comerciales usan productos químicos para que la compresa sea más absorbente, pero esos mismos productos generan, al contacto con el flujo menstrual, un olor mucho más fuerte que el de la propia regla.
¿Qué pasa si estoy fuera de casa y tengo que cambiarla? ¡Absolutamente nada! No es muy ortodoxo, pero la idea es que cojas la compresa, la metas en una bolsita (que normalmente te dan con la compra) y la guardes en el bolso o la mochila para lavarla cuando llegues a casa. Al principio puede ser un poco raro, pero seguro que luego te haces a ello sin problema.
¿Se mueven mucho? Bueno, seguramente un poquito más que las desechables, ya que estas llevan un adhesivo que no incluyen las de tela. Para evitarlo, lo mejor es llevar ese día ropa interior que se ajuste bien a nuestro cuerpo. Por lo demás, no hay de qué preocuparse: la sangre no traspasa, porque las compresas llevan varias capas (una de ellas impermeable), suelen estar hechas con algodón orgánico y, aunque su vida útil se estima en cinco años, con los cuidados adecuados puede llegar a multiplicarse.