Logo de yasss
Saber

yasss

Llegan las Navidades y también las broncas: consejos para gestionar las discusiones familiares

  • Hoy traemos varios consejos para gestionar los conflictos sin morir en el intento (o, por lo menos, sin romper la vajilla favorita de la abuela)

  • Política, feminismo, religión o hasta el color de las servilletas... ¿Te suena?

Las fiestas navideñas son sinónimo de comer turrón y polvorones hasta que te duele la tripa, ver a tus amigos de toda la vida en la típica cena con fiesta incluida, y discutir con la familia en Nochevieja. Política, feminismo, religión o hasta el color de las servilletas. Da igual el motivo, a veces es inevitable que surjan debates que poco a poco se van acalorando y llegan a crispar hasta los nervios del más calmado.

Llegadas las cenas navideñas hay dos opciones: tararear mentalmente la canción de moda mientras todo arde a nuestro alrededor, o entrar a trapo y disfrutar con el noble arte de “discutir”. La gran pregunta es, ¿cómo impedir que un debate se convierta en una bronca? Hoy traemos varios consejos para gestionar los conflictos y no morir en el intento (o, por lo menos, no tirar al suelo la vajilla favorita de la abuela):

1. Escucha sin juzgar

Es importante escuchar y aprender a separar el mensaje de la fuente emisora. A veces tiramos por tierra algunas opiniones u argumentos porque vienen de alguien que nos cae mal, por ejemplo, ese primo que tiene una ideología política totalmente opuesta a la tuya. Aunque el 90% de las cosas que suelta por la boca te den ganas de marcarte un harakiri, a lo mejor de vez en cuando dice algo con sentido y estás de acuerdo.

2. No tienes que saberlo todo

A todos nos gusta estar informados, pero no somos Google. No puedes saberlo todo y aunque la improvisación puede sacarte de algún apuro, reconocer que no sabes algo no tiene nada de malo.

Si no sabes qué decir, siempre puedes preguntar o decir abiertamente que no tienes una opinión formada todavía. Es mejor reconocer nuestras limitaciones que decir auténticas barbaridades creyéndonos expertos en determinadas profesiones. A nadie se le ocurre decir que un puente está mal construido o que el mecánico instaló mal el motor del coche, pero tras leer un hilo en Twitter cualquiera se cree abogado, psicólogo, politólogo o médico.

3. Si es necesario, cambia de opinión

Las opiniones no son algo inamovible. Nuestras experiencias, lo que le sucede a nuestra familia y amigos, y lo que leemos y vemos día a día en los medios de comunicación y las redes sociales amplia la forma en que vemos la realidad. Poco a poco incorporamos nuevos detalles a nuestro sistema de creencias y, aunque los seres humanos tendemos a buscar información semejante a lo que ya pensamos, a veces la experiencia contradice nuestra forma de entender la vida.

Si en medio de un debate los argumentos de la otra persona te convencen, pásate al lado oscuro y admítelo en voz alta.

4. No discutas para tener razón

Cuando discutimos para "ganar" el debate, a veces nos domina la condescendencia, la soberbia y la agresividad. En cambio, debate para aclarar tus ideas y para que la otra persona te conozca mejor y comprenda tu punto de vista.

Por otro lado, si debates con el único objetivo de tener razón puedes pasar por alto las opiniones de la otra persona. Si estás equivocado, nunca lo sabrás. Si estás en lo cierto, la otra persona notará que debates de forma paternalista y no te escuchará.

5. ¿Cuándo decir basta?

Si la discusión está afectándote hasta el punto de sentirte agobiado, extremadamente enfadado o triste, corta por lo sano. También es recomendable frenar si lleváis horas debatiendo lo mismo y no habéis avanzado.

Por último, hay algunos aspectos que no son debatibles: los derechos humanos. Si tu “contrincante” sólo sabe proporcionarte argumentos machistas, racistas u homófobos, pon fin al debate. La intolerancia no es una opinión.