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Tres ciudades españolas para visitar con amigos después de la cuarentena

  • España es un crisol de belleza, buena gastronomía y amistad. Necesitaríamos varias vidas para visitar todos los rincones hermosos y secretos que tiene nuestro país.

Hace días que el Gobierno ha decretado la prolongación del estado de cuarentena dos semanas más. Ya nadie escapa al fantaseo. Pensamos en qué haremos el día que podamos cruzar la puerta de casa para ir al trabajo, a quién abrazaremos, o si hablamos de placer, cuál será nuestro primer viaje con amigos ahora que la semana santa ha pasado a pedirnos reanimación cardiopulmonar.

Una pregunta ya debe de haber cruzado, fulgurante, la cabeza de muchos españoles. ¿Cómo reactivar la economía y el turismo para volver a ser lo que éramos? Se nos ocurre que una de las mejores ideas sería hacer ese viaje salivado y deseado con nuestros mejores amigos a alguna de las ciudades más bonitas de España.

La buena noticia es que, si hay otra pandemia y nos volvemos todos de color amarillo, siempre nos quedarán otras veinte ciudades maravillosas para borrar las plagas bíblicas de nuestra memoria. Te dejamos tres, el número mágico.

San Sebastián

Donosti, ciertamente, tiene todo lo que se le puede pedir a una ciudad para quedarse en nuestra retina. Sabe contagiarnos de luz en los días buenos y llenarnos con gracia el estómago. Basta buscar una guía para marearse con el número de locales donde ponerse las botas, desde una simple tasca a algo más premium, con varias estrellas Michelin.

Además de un paraíso para el paladar, también lo es para esa charla franca acompañada de un buen vino, el viento marino en la cara y ese pincho de anchoas en salazón, huevo duro y mayonesa del bar La Espiga que se cuela en la última anécdota de alguno de tus amigos mientras recorréis La Concha. Hay que pasearla con tiempo, eso sí, aunque qué mejor excusa que hacerlo con nuestra gente.

La lista de rincones a visitar pía como los gorriones, de tanto que tenemos para elegir: desde el Peine del Viento y el Palacio de Miramar hasta las zonas adyacentes, como Biarritz, donde podéis hacer una escapada si contáis con algo de tiempo. Qué bien vestida va la gente, demonios. Ideas para la próxima cuarentena que no falten.

Sevilla

Visitar Sevilla en una escapada es casi una obligación, como hacer la cama o esconderse del jefe. Al igual que Granada o Córdoba, la capital de Andalucía se parece a ese tablero del Risk lleno de tropas y ejércitos de turistas que marcan decenas de puntos en el espacio geográfico, solo que en este caso somos nosotros parte de la turba bronceada (mejor ir en primavera para no licuarse), sonrientes y ufanos, por todo lo que tiene para gozar. Desde luego, no da para un viaje, sino para muchos.

Si tiramos de lugares mainstream, podemos drogarnos la vista con la Giralda, la catedral, la Torre del Oro, Triana, el Real Alcázar o la Plaza de España, un caramelo para nuestra vista y la de los actores de Juego de Troos, ya que escenas de varias temporadas se rodaron allí. Si queremos sentirnos 'connaiseurs' y presumir en las cenas de Navidad de ese rincón apenas explorado (si es que eso existe), podemos optar por tomar un vermú de mañana en la Alameda de Hércules o visitar los baños árabes y charlar con nuestros colegas entre vapores y masajes. Toda rencilla pasada desaparecerá entre vapores y chorros de agua a presión.

Toledo

Viaje relámpago y disparo a quemarropa, pues la ciudad de las tres culturas (judía, musulmana y cristiana) se puede visitar en un día y terminar la jornada de vuelta en Madrid, si viajas en Ave desde la capital. Por supuesto, a más tiempo tengáis, más rincones donde haceros selfies y pararos a amaestrar las ampollas. En los miradores del Tajo, por ejemplo, desde donde puede verse una impresionante panorámica de la ciudad.

Lo malo son las cuestas en las calles empedradas, un cliché con presencia; lo bueno es que está plagada de rincones con encanto y estilos arquitectónicos, así que podéis corroborar qué útiles fueron esas clases de Historia del Arte en el instituto. Abrazaos y celebrad la amistad, pero no mucho tiempo, ahí está ese pórtico que aún no habéis visto. Hay que cruzar la Puerta de Bisagra y echarle un ojo a las armerías, al cuadro El Entierro del Conde de Orgaz en la iglesia de Santo Tomé o a la sinagoga de Santa María la Blanca. Todo listo para emborracharse de tejados y piedra y volver al hogar pensando en ser forjadores de espadas.

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