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Ahorrar dinero para ir a vivir fuera es más fácil de lo que parece

  • Si quieres irte a vivir fuera, necesitarás algo de dinero para empezar

  • Define un objetivo, no renuncies a todo y controla tu saldo

Irse a vivir fuera es una odisea, no solo por lo emocional, si no también por lo burocrático. Paseítos y llamadas a la embajada de turno, scrolls interminables por las páginas web de inmobiliarias cuyos idiomas no entiendes, búsqueda de un banco con el que poder llevar tus cuentas sin que te saquen un riñón cada vez que te acercas al cajero… el papeleo te parecerá interminable, una pesadilla de la que no se puede despertar. Si tienes suerte, conocerás a otra persona que haya migrado a ese país y pueda asesorarte, o encontrarás un blog en el que un tal Pedro17 detalló su experiencia burocrática al detalle y que puedes tomar como referencia.

Lo peor de todo es que, incluso aunque te hayas pasado noches preparando todo para evitar cualquier error, cuando llegas te encuentras con un imprevisto que te desmonta todos los planes. Que si el piso no se parece a lo que salía en las fotos, que si el contrato de trabajo que habíamos concertado en España no tiene nada que ver con el que me queréis hacer firmar, que si te han perdido la maleta y tienes que comprar algo de ropa para los primeros días… estos pequeños problemas, que se transforman en anécdotas simpáticas con el paso de los meses, pueden convertir tus primeros días en el extranjero en un foco de estrés. Por eso, siempre conviene llevar algo de dinero ahorrado, con el que poder tirar en el caso de que te encuentres con algún imprevisto.

La aventura de pirarte

Independientemente de las circunstancias, irte a vivir fuera ya conlleva un gasto inicial en el que no siempre se piensa cuando a uno le surge la idea. Billetes de ida, coste del visado, tasas, materiales, dinero para la manutención… Hay gente que no concibe irse a vivir fuera si no tiene un colchón económico en el que poder tirarse si algo va mal y, sin embargo, hay otros que por necesidad o deseo personal, se van con lo puesto.

Que estés en el primer grupo y no quieras irte a la aventura no significa que sepas tener dinero y no te lo gastes según te lo ingresen en la cuenta. Si ese es tu caso, hay una serie de recomendaciones que los expertos en finanzas hacen a aquellos que quieren ahorrar algo de dinero. Hablamos de hacer un plan de ahorro, una especie de proyecto personal en el que se describen las intenciones, los objetivos y los movimientos de dinero durante el tiempo en el que tratamos de conseguir una cantidad definida.

El primer paso, y quizás el más importante, es pensar para qué quieres ahorrar. Aunque suene obvio, define tus razones para emigrar: piensa si estás huyendo de algo o si, por el contrario, lo estás persiguiendo. Lo importante es que llegues a una conclusión lo suficientemente fuerte como para que puedas aferrarte a ella cuando empieces a dudar.

Hablemos de dinero

No tengas miedo de ponerte una cifra exacta que ahorrar, de jugar con los números. Es mucho más fácil alcanzar una meta cuando la colocas en un número concreto, así que echa cuentas (un primer mes de fianza, el precio del billete de vuelta, si lo necesitases, dinero de bolsillo y para vivir cuando llegues…) y ponte a ello. Ante todo, sé realista con tus objetivos: plantéate cuánto quieres ganar y en cuánto tiempo, y juega con esas variables hasta que alcances una conclusión con la que puedas trabajar. Una vez lo tengas, tu principal objetivo será conseguir la cantidad para ese día.

Esto no quiere decir que vayas a tener que renunciar a toda tu vida mientras tanto, y también hay que tenerlo claro. Es mucho más fácil que termines mandando todo a tomar por saco antes de tiempo si te empeñas en no gastarte nada mientras estas ahorrando. Seguramente acabes quemándote y flaqueando, preguntándote por qué estás haciendo eso y qué sentido tiene. Así que siéntate delante de tu cifra y tu fecha y piensa a qué no estás dispuesto a renunciar hasta entonces. Es un punto extremadamente personal, así que conviene que te tomes tu tiempo. Una vez tengas la decisión, ¡solo tienes que rehacer los cálculos!

Por otra parte, piensa en aquello a lo que sí vas a renunciar para conseguir tu propósito. Echa un ojo a tus extractos bancarios y comprueba cuáles son tus principales gastos: de ahí, desglosa en categorías (ocio, bares, textil, transportes) y luego, en otra lista, apunta más específicamente qué no vas a consumir para ahorrar. Es decir: dejar de comer fuera los miércoles, no comprarme un vestido cada dos semanas, dejar de pillar libros compulsivamente y pasarme más por la biblioteca municipal… De esta forma, te darás cuenta de tus hábitos de consumo y podrás ver, a golpe de bolígrafo, a qué estás dispuesto a renunciar, qué gastos vas a reducir y cuáles son esos a los que no quieres decir adiós, pase lo que pase.

Por último, lleva un registro de tus gastos e ingresos. Quizás esta sea la parte más sencilla, porque la mayoría de los bancos tienen sus propias aplicaciones, en las que se pueden ver a diario las transacciones en nuestras cuentas. Lo más complicado ya está hecho, ¡ánimo!