Dedicamos un tercio de nuestro día al trabajo. Ocho horas (en la mayoría de los casos), que suponen una parte importantísima de nuestra vida, ya no solo por el tiempo invertido, sino por lo que condiciona otros muchos aspectos. Es bastante habitual oír en redes sociales eso de que "no somos de lo que trabajamos", pero lo cierto es que la actividad laboral determina dónde vivimos, cuál es nuestro nivel de vida, a qué nivel de estrés y cansancio estamos sometidos o con quién nos relacionamos. Es por ello por lo que cada vez se ha hecho más habitual, especialmente en la coyuntura actual y tras lo ocurrido durante la pandemia, hablar del "síndrome del trabajador quemado": ¿en qué consiste?
Los datos al respecto son incontestables. Según la Guía del Mercado Laboral 2022 que publica la empresa Hays, el 68% de los profesionales españoles quiere cambiar de empleo. Es más, más de la mitad (un 54%) manifiesta no sentirse a gusto con su salario. Y un tercio de los encuestados apuntan a que, desde lo vivido durante los años de pandemia, ha aumentado la sensación de agotamiento o fatiga respecto de su realidad laboral. El conocido como "síndrome del burnout" (del quemado, traduciendo del inglés), es una realidad cada vez más presente en nuestro país, que afecta también al ámbito universitario.
El término surgió a mediados de la década de los 70 por obra del psicólogo Herbert J. Freudenberger, uno de los primeros en analizar el concepto. Actualmente, según apunta la Organización Mundial de la Salud, hace referencia a la situación de estrés y fatiga crónica que muestran ciertas personas en relación a su actividad laboral, que no ha sido gestionada correctamente. Se trata de un padecimiento concreto y circunscrito exclusivamente a la faceta profesional del paciente: la OMS lo declaró enfermedad profesional en 2022.
Los síntomas del síndrome son varios. Por un lado, la denominada "niebla cerebral", una disfunción cognitiva que incluye olvidos, confusión y agotamiento, y que se puede extender a la vida personal del trabajador, que siente distracción y falta de claridad. Por otro, una evidente reducción en la motivación laboral que experimenta el empleado, que se siente menos feliz y satisfecho. Este, además, suele estar más irritable. Para rematar, todo lo comentado anteriormente puede generar en una notoria falta de autoestima.
La insatisfacción que declaran tal cantidad de trabajadores suele estar relacionada con diversas causas: la carga de trabajo, el no cumplimiento de las expectativas laborales, el número de horas que se invierten en la esfera profesional, el entorno o la falta de una remuneración considerada suficiente por el empleado. Todos ellos son factores que derivan en una situación en la que el individuo es afectado por el síndrome, pero sigue manteniendo su ritmo y su día a día.
Los jóvenes son un colectivo que también adolece del síndrome del quemado. Según el estudio EBTS 2022 de Metlife, la generación nacida entre 1993 y 1998 está demandando a las empresas que la cultura laboral se alinee con sus valores personales. El 53% de los encuestados en la investigación declaraba que su trabajo no les llena y supone una de sus mayores fuentes de estrés.
Lo vivido en la pandemia ha tenido un papel clave en las generaciones más jóvenes también. Cada vez más trabajadores de la generación "zillenial", (que incluye los años mencionados anteriormente) opina que su empresa u organización hace lo "mínimo posible" para ayudarles a adaptarse al contexto laboral, creando nuevos estándares para evaluar las experiencias laborales.
Según apuntan varios expertos, la resolución del conflicto tiene que pasar por la necesaria prevención del malestar laboral por parte de empresas y organizaciones, profundizando en las fortalezas de sus trabajadores. Por parte del individuo que lo padece, la solución pasa, inevitablemente, por la supervisión médica, que permita hacer un diagnóstico de este padecimiento laboral y sopesar un posible tratamiento a seguir.