Puede que te sorprenda, a juzgar por su vida despreocupada, sus inmensas comunidades de seguidores y todo el dinero que manejan, pero muchos famosos y famosos a los que hemos idealizado en una burbuja intocable conviven con enfermedades crónicas y trastornos alimenticios desde hace años. Síndrome de Ménière, dispraxia, trastorno bipolar, esquizofrenia, enfermedad de Lyme… La lista es larga, y nos invita a dejar de idealizar y a empatizar con seres humanos a millones de galaxias de distancia de nosotros.
Algunxs famosxs han tomado la decisión más valiente y han hecho públicos sus padecimientos para ejercer de altavoces y ayudar a otras personas a convivir con ellas. En otros casos, han sido los propios medios de comunicación los que han revelado las aristas y los detalles escabrosos de estas enfermedades y han obligado a estas estrellas a controlar la narrativa antes de que otros lo hagan por ellxs.
La cantante más buscada por la Hacienda española es muy discreta con su vida privada y la de su familia desde hace años, pero eso no evitó que los medios hicieran sus propias averiguaciones y descubrieran, por ejemplo, que tuvo un embarazo de riesgo. Padeció toxoplasmosis, una enfermedad producida por un parásito que afecta al sistema inmune y es especialmente peligrosa durante la gestación.
El actor que intenta todavía desprenderse del caparazón de mago huérfano que tanta fama le dio es naturalmente patoso y lento de movimientos, ambos síntomas de la dispraxia, una alteración psicomotriz, también conocida como la enfermedad del niño torpe.
La cantante e influencer tiene que convivir desde hace muchos años con la bipolaridad. Lleva un control estricto en su medicación y el cuidado de su salud mental para no caer en los estados oscuros de su condición: picos de euforia, depresión y periodos recurrentes de manía.
Odia precisamente a los que la han catalogado sistemáticamente como bipolar, y se confesó harta de las etiquetas denigrantes que limitan la vida de personas como ella. “Es algo que tengo”, dijo en el podcast iHeartRadio. “No es algo que soy”. En ese momento, la cantante y activista aprovechó para pedir más recursos a la administración para las personas que padecen este trastorno.
“Como millones de estadounidenses, estoy viviendo con enfermedades mentales. Pero tengo suerte. Tenía los recursos y el apoyo para recibir tratamiento en una de las mejores instalaciones. Desafortunadamente, demasiados estadounidenses de todas las clases sociales no reciben ayuda, ya sea porque teman el estigma o no puedan pagar el tratamiento"
Probablemente haya que introducir el cuidado de la psoriasis, las descamaciones y la inflamación de la piel en los delirantes protocolos e instrucciones que deben seguir las canguros de Kim Kardashian y el ejército de sirvientes que la siguen por la casa para que todo esté a su gusto.
La bestia que se merendó a su propio mito (Hannah Montana) y escupió sus huesos al público canta como si el infierno se hubiera llenado de flores, salta por el escenario y debe de quemar una media de 5000 calorías por concierto. Es relativamente sorprendente saber que sufre de arritmia, una alteración del ritmo cardiaco, con taquicardias o bradicardias (latidos demasiado lentos) .
En 2015, la cantante y actriz hizo público en redes sociales que convive con el lupus, una enfermedad autoinmune que no tiene cura. Su deterioro físico la obligó a entrar en quirófano para un trasplante de riñón. Fue en 2017. Por desgracia, ya sabemos que las redes sociales vituperan sin ningún motivo y se ceban cuando el río suena. Gómez tuvo que hacer pública su enfermedad como respuesta a los rumores que surgieron el día que fue vista visitando un centro médico.
“Fui diagnosticada con lupus y tuvieron que hacerme quimioterapia. Eso es lo que me pasó y fue eso lo que me llevó a los Meadows”, explicó en una entrevista para la revista People. “Descubrí que la ansiedad, los ataques de pánico y la depresión pueden ser efectos colaterales del lupus, y eso puede presentar sus propios desafíos".
Nadie diría que uno de los eternos sex symbols de Hollywood no reconoce jamás una cara, pero así es como vive Brad, dentro de una eterna nube de rostros desenfocados en la memoria. Como le sucede a Victoria de Suecia, que tampoco puede ejercer de reina por el mismo problema, ambos conviven con la prosopagnosia, la enfermedad que nos impide memorizar rostros y ubicarlos en el recuerdo.