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¿De dónde le viene el nombre a Romeo Santos? La curiosa historia detrás del apodo del cantante

Cuando hablamos de reguetón, y especialmente de género urbano y bachata, hay una serie de nombres que no pueden faltar en cualquier lista que recoja lo mejor del género. Éxitos brutales hay muchos, pero figuras que lo hayan engrandecido con sus ritmos y sus aportaciones, no tantos. 

Una de esas cabezas de cartel imprescindibles en la escena de la música urbana es Romeo Santos, que además es también uno de los cantantes más veteranos de la escena. Temas como ‘Mi santa’, ‘Un beso’ o ‘Eres mía’ son ya clásicos imprescindibles en su particular repertorio. El cantante sigue dándolo todo como en los inicios de su carrera. Su última colaboración con Rosalía ha arrasado.

Hace ya 30 años que venimos escuchando a Anthony Santos (ese es su verdadero nombre) conquistar los escenarios con sus bailes pegados y sensuales; maneras y formas que lo han convertido en el rey (invicto) de la bachata, sin demasiados competidores que le hagan sombra. ¿Sabías que la historia del nombre artístico del cantante es de las más curiosas del medio?

Te contamos de dónde viene.

Ha nacido una estrella 

Según cuentan sus biógrafos, (Anthony) Romeo Santos sintió la llamada de la música desde que era un niño. Empezó a componer sus primeras canciones cuando asistía al coro de la iglesia local del Bronx, su barrio natal. Por afinidad, un amor a primera vista que el cantante ha defendido en multitud de entrevistas, su género elegido fue la bachata, quizá el más incomprendidos para quienes se enredaban y amaban otro tipo de ritmos con mucha más popularidad. Ahora vive una edad de oro y reivindican el género grandes como C Tangana, Rosalía o Nathy Peluso.

Si por algo es conocido Santos es por su primera etapa como profesional, una de las más prósperas de todas las que ha vivido. Hay un nombre al que todavía le asocian buena parte de los amantes de la música urbana: el grupo Aventura, inicialmente conocido como ‘Los tinellers de la bachata’, sobrenombre bastante menos rumbero que el del grupo que lo llevó a componer temas para grandes figuras del género urbano de la época (recordemos que el cantante lleva más de treinta años en activo). Hablamos de alguien que fue compositor y letrista para Wisin y Yandel, Thalia o Don Omar, por nombrar solo un puñado de primeras espadas. Un auténtico maestro.

Luego llegó ‘Obsesión’, el tema que lo cambió todo para el rey de los bachateros y lo puso en la mira de quienes habían mirado a la bachata con cierta displicencia. Gracias a una canción que hoy es un comodín suave y placentero dentro de la música urbana (se la puede citar y usar para subir la temperatura de cualquier sarao merecedor de su nombre), Aventura se convirtió en un grupo con su propio público y abandonó el papel de esa noble comparsa que componía los éxitos de otros. Obsesión estuvo casi cuatro meses como número uno en las radiofórmulas de países como Italia. Su primer gran éxito a nivel mundial.

El verdadero Romeo

En este contexto, el cantante decidió adoptar un seudónimo, una marca que lo identificara, y con la que actualmente sigue en activo. Sencillo, contundente, rápido de nombrar, como Bad Bunny o Farruko. El problema para él era que, según ha reconocido, su carácter y su faceta profesional no se llevaban del todo bien. Santos se ha confesado tímido en la vida real, sin esa valentía, gallardía y sensualidad que todo el mundo le atribuye, y justo en esa paradoja encontró la una oportunidad de crear un personaje que representara su nombre dentro de la música. Anthoy Romeo Santos se desdobló en un galán a ojos del público, una creación que adoptara un rol y unas maneras muy distintas a las de su personalidad real.

"Era extremadamente tímido cuando empecé en este negocio. No sabía cómo actuar en el escenario y evitaba tener contacto visual con el público”, explicó. “Eso no iba a ser atractivo para las mujeres".

El cantante escogió como modelo romántico otro comodín de la literatura universal, el personaje de Romeo en Romeo y Julieta, y lo convirtió en una versión contemporánea del mito. Por suerte, sin tragedia, litros de sangre derramada por el suelo o ganas de pasar al clan rival a cuchillo). “Soy romántico, pero también puedo ser seductor, puedo ser cool y carismático. En el escenario soy Romeo, eso me dio confianza y autoestima”.