Toda boyband o “conjunto armónico de chicos monos que cantan y forran carpetas adolescentes” ha cargado con su propia maldición a lo largo de la historia. Casi ninguno de esos grupos de ángeles rubios y lampiños de los 90 (Backstreet Boys, Take That o N Sync, entre otros) ha logrado construir su propia leyenda sin elevar a la gloria a unos miembros y descabezar en el olvido y la irrelevancia a los menos afortunados del grupo. Sabemos que hasta los Beatles vivieron su guerra de egos antes de su disolución.
La semilla del desencuentro nace, casi siempre, con una pelea de gallos en el escenario, un roce con un manager o, a veces, la excesiva atención que le prodigan lxs fans a uno de los miembros frente a los demás. Una lucha de egos que acaba siendo su perfecta guillotina.
Afinar una fórmula y llevarla a su máxima potencial no es fácil. Cuando nacieron al calor de The X Factor, One Direction eran como otras boy band y al mismo tiempo no lo eran. Clavaban sus hits, se complementaban, entendían perfectamente al público que los había elevado a la gloria y sabían cómo encender a su masa con grandes temas melancólicos y adolescentes como ‘Drag Me Down’, ‘Little Things’ o ‘What Makes You Beautiful’. 70 millones de copias vendidas no están al alcance de cualquiera.
Con todo, sabemos que una banda de chicos guapos siempre entrará en el tiempo de descuento cuando sus miembros maduren; sus alas serán de ceniza, se desintegrarán, y será hora de partir y de separarse. Tarde o temprano dejarán de volar juntos, por el agotamiento de la fórmula o por el propio cansancio físico y el ritmo vertiginoso de las giras promocionales. En el caso de One Direction, la diferencia de popularidad fue evidente una vez que decidieron separarse. Con una particularidad: Harry Styles es, con mucho, el que ha tenido más éxito de todos.
¿Qué tiene él que no tengan los otros?
Ya lo decía una famosa película de los noventa con una frase que implicaba cabezas cortadas y salpicones de sangre. “Solo puede quedar uno”. Menos mal que, en el caso de esta boy band mítica de la primera década de los 2000, sus desencuentros fueron algo más pacíficos. A partir de la salida abrupta de Zayn Malik, el castillo de naipes se derrumbó. En 2015, los One anunciaron que habían tomado una decisión terminante. Era hora de tomar caminos separados.
Resulta difícil precisar los motivos por los que el grupo, una auténtica máquina de forrar carpetas de instituto y llenar escenarios, le ha dado alas más grandes a Styles. Los One se confesaron ‘muy cansados’ en las entrevistas cuando se acercaba su final. Ya mostraban signos de agotamiento preocupantes. Él, en cambio, solo acababa de empezar a brillar.
¿Fue una mezcla de suerte y afección por parte del público lo que ha mantenido vigente el éxito del cantante? ¿Era él consciente de que podía tener más espacio en la industria musical que el resto de sus compañeros y entendió la ventana de oportunidad que se le presentaba antes que los otros?
Según el crítico de Rock Delux Diego García Montoliou en una entrevista para El país: “Styles ha sido lo suficientemente listo como para no quedarse anclado en aquel soft rock e ir hacia un sonido más radiofónico, sin perder su esencia retro. Le funcionó a The Weeknd, y a él también”
Quizá sea una combinación de todo lo anterior lo que le llevó a sacar Sign of the Times poco después de la pausa que el grupo se tomó. En ese momento, la boy band mostraba un cansancio infinito de haberse conocido. Ya empezaban a colocar los primeros clavos del ataúd, mientras que Styles, después de algunos roces con sus compañeros, se zambullía en la industria con su propia luz. Primer disco, y primer gran éxito, al que han seguido muchos otros ‘pelotazos’ como Harry´s House, su último gran éxito.
Es posible que haya un motivo extra para la fama superior de Styles, su leyenda, ya sin el papel de 'acompañante' dentro del grupo que lo dio a conocer. Cada uno de los One ha gozado de cierta popularidad en sus respectivas carreras en solitario, pero el caso de Harry es paradigmático. Es, con mucho, el que mejor ha sabido reinventarse de todos y el que más portadas de prensa, éxitos de venta y récord de escuchas en las plataformas de streaming se ha llevado desde su divorcio con los One. Ninguno de los otros ha trascendido a ese nivel, salvo él.
La fórmula que lo ha llevado a ser uno de los cantantes más deseados del mundo sea probablemente más compleja, más intangible, con más misterio que el del resto de miembros de la banda que movía cifras récord de espectadores en los 2000. ¿Se puede ser al mismo tiempo una mente con olfato para los hits, un icono vanguardista de estilo (que se ha situado con comodidad en el género fluido) y una futura estrella de cine? ¿Tiene el público un sexto sentido para detectar quién ha de vivir y quién debe morir en la industria?
Su versatilidad de animal escénico y el talento para entender que, hablando con el refranero en la mano, él se vale solito para un roto y para un descosido, han sido la clave para que su carrera despegue también en la moda y el cine. Styles actúa, canta, viste para que el mundo se le arrodille y lo corone, una vez más. Lo hemos visto convertirse en el único hombre que abría la portada de Vogue en solitario, y pronto volverá a aparecer en la gran pantalla con un papel protagonista en Don´t Worry, Darling, la esperadísima nueva película de Olivia Wilde.