"Hola soy Cocoa y me gustan los abrazos, pero también las manzanas". Esta no es la frase del nuevo compañero de aventuras en el hielo de Olaf. Esto es la carta de presentación de un conejo que bien podría parecer un perro por su tamaño y por lo cariñoso que es con sus dueños. Cocoa ha crecido y mucho sin jaulas en su casa. Tanto que alcanza ella solita hasta el segundo piso de la nevera o va un poco justa cuando va de viaje con toda la familia en la sillita infantil de coche que ella usa.
Es grande como las sonrisas que saca, que esas sí que son inmensas y muchas. Y es que un conejo pequeñito nos puede resultar de lo más adorable, pero Cocoa es mucho más que eso. Es exactamente 18,5 libras de amor, lo que equivale a 8,3 kilos y a una infinidad de buenos momentos. Es ese hermano pequeño al que disfrazas, achuchas y mimas como hacen los hijos de la familia Smith, pero con la diferencia de que este hermano tiene unas orejas muy grandes.
El compañero perfecto de juegos de Macy, la pequeña de la casa con 3 años. Ambos se pueden pasar juntos horas viendo la televisión, jugando o simplemente comiendo sentados en la mesa y se han hecho las reinas de Instagram por todo lo que comparten juntas en la cuenta de la coneja.
Cocoa es un conejo puff gigante, que llegó a la vida de la familia Smith en 2017 como regalo de cumpleaños de la pequeña Macy. Esta raza que es la más grande del planeta suele ser más tranquila que su otra familia animal más pequeña y de peso ronda entre los 6 y 9 kilos por lo que Cocoa está en la media.
Quizás, por esa paciencia que se les supone, este tipo de conejos-mascotas sean más compatibles con los niños, que ven en ellos a unos peluches gigantes con los que compartir sus juegos. El caso de Cocoa no iba a ser diferente. Este conejo puede pasarse el día jugando con los niños y cuando no lo hace, dedica tiempo a sus entrenos. ¡Ese cuerpazo no se mantiene del aire!
Os podréis imaginar que al ser gigante, perderá más pelo en la época de muda, necesitará más raciones de comida y una casa más amplia en la que corretear. Eso no es problema. Cocoa tiene toda la libertad del mundo. Entra y sale cuando quiere y todos los cuartos son suyos como uno más en la casa. Este gran peludito es la atracción de todos y os podéis imaginar lo grandes que serán sus besitos, aunque también pasará lo mismo con... ¡sus cacas!