Mientras España (y, sobre todo, Sevilla), se prepara para celebrar sus grandes procesiones de Semana Santa, dedicadas a la muerte, resurrección y ascensión a los cielos de Jesucristo, en Japón celebran otro tipo de procesión. Allí, los costaleros no se preparan durante todo el año para portar a la Virgen María en estas mismas fechas, sino para alzar un gran pene de color rosa y pasearlo por toda la ciudad de Kawasaki.
Porque, cada año, el primer domingo del mes de abril, se celebra el orgulloso Día del Pene, en honor a los genitales masculinos y la fertilidad, algo que en la cultura asiática se toman muy en serio. Miles de personas, autóctonas y turistas, pasean por las calles junto a los pasos de los penes para celebrar el Kanamara Matsuri, uno de tantos festivales dedicados a la reproducción. Y, aunque aquí nos pueda parecer gracioso, allí es un acto solemne.
La procesión es tal y como nosotros la conocemos: una gran masa detrás de un paso, carteles, cánticos, oraciones y tamborradas. En el plano festivo, los asistentes chupan piruletas con forma de órgano viril y otros dulces o compran llaveros similares, pero el fondo de este día internacional es mucho más crítico y solidario de lo que parece.
Su origen tiene lugar en el período Edo, que se extiende desde marzo de 1603 hasta mayo de 1868. Entonces, las personas que ejercían el oficio de la prostitución, rezaban a los dioses, en el templo de Kanayama, para protegerse de las enfermedades de transmisión sexual. Por eso, en la actualidad, aunque el culto se haya ampliado un poco, el dinero que se recauda de los dulces y las figuras va destinado a la investigación sobre el VIH y otras ETS.