Ahora que las mascarillas y los guantes de un solo uso se han instalado en nuestras vidas hasta quién sabe cuándo, es más importante que nunca tomar conciencia de la importancia del reciclaje. En nuestra vida, hay decenas de productos que debemos aprender a reciclar o reutilizar, además de, en la medida de lo posible, reducir su uso. La regla de las tres R se hace ahora fundamental para no generar todavía más residuos.
El plástico es uno de los materiales más utilizados, y también de los más contaminantes. Muchos no se pueden reciclar, y además no todos pasan por procesos para acabar con su vida productiva; la mayoría acaban en las costas y los océanos, formando islas de tamaños considerables, que flotan a la deriva entre la flora y la fauna marina. Es muy frecuente, denuncian las ONG, encontrar bolsas y botellas de plástico en el mar, así como animales que las han ingerido y presentan severos problemas de salud, o han muerto por ello.
En de las botellas de plástico, la mayoría se componen de un producto derivado del petróleo, el tereftalato de polietileno (PET), para cuya fabricación también se necesita este recurso fósil. No hay que olvidar que el petróleo es una fuente de energía no renovable que aumenta las emisiones de CO2 y no ayuda al planeta en absoluto. Además, tardan muchísimo en descomponerse. Pese a ello, algunas organizaciones aseguran que el 80% de ellas van a la basura sin reciclarse.
Antes de nada, no todas las botellas son iguales ni tienen los mismos peligros. Para comprobarlo, ve a la base del envase y busca un número en relieve, del 1 al 5. En el caso de que sea PET (ese material tan blando y poco resistente), se suele identificar con un 1. Estas botellas se pueden reusar algunas veces, siempre y cuando se laven antes, y por nuestra propia seguridad, hay que evitar exponerlas a altas temperaturas.
Si se trata de Polietileno de alta intensidad (HDPE), se identifica con un 2: es muy resistente y habitualmente reciclable. Con el 3 se señalan los PVC, que no se pueden reciclar y sueltan toxinas durante todo su ciclo de vida, y con el 4 los polietilenos de baja intensidad (LDPE), uno de los más seguros que existen. El polipropileno se señala con un 5, y su plástico es tan duro que puede lavarse en lavavajillas. Todos los envases de plástico, recuerdan en Ecoembes, se reciclan en el contenedor amarillo junto a los briks y a los envases metálicos. Tíralos siempre vacíos.
Una vez hayas reciclado todas las botellas de plástico que tienes en casa, lo más sostenible para el planeta y para tu bolsillo es dejar de usarlas. Un termo o una botella de cristal tienen el mismo efecto, resultan mucho más baratas en el medio plazo y, además, no ponen el agua que vas a beber en contacto con sustancias químicas. Por norma general, también mantienen la bebida fresca más tiempo. Mientras, debemos reciclar las que tenemos.
Más allá de los usos conocidos, darles una segunda vida a las botellas de plástico es ahora más fácil que nunca. Ya no depende de la imaginación y el interés que tengamos ese día, sino que con una búsqueda rápida en internet encontraremos cientos de usos alternativos. Ecocosas, Brico Blog o Pinterest son tan solo algunos de los espacios en los que usuarios y profesionales comparten sus ideas con el mundo.
Puedes, por ejemplo, ponerte en plan Art Attack y montar un poco estético, pero muy práctico, comedor para pájaros. Si tienes jardín o un balcón o terraza al que suelan acudir estos animalitos, basta con coger un par de lápices, cruzarlos por dentro de la botella (para que los pájaros se suban) y llenar de pienso el envase. Después, haz algunos agujeros sobre el lápiz, abre un agujero en el tapón, anuda una cuerda y vuelve a cerrar la botella. Cuélgalo de donde quieras, y los pájaros no tardarán en agradecerte el gesto con una visita.
También puedes crear un monedero con dos bases de botella, que debes unir con una cremallera, o montar un portalápices: los usos ya van a tu elección. Lo importante es irnos deshaciendo poco a poco de ellas, reciclando o reutilizándolas tantas veces como podamos.