Las mascotas son un miembro más en la vida de muchas familias españolas. En nuestro país hay unas 13 millones registradas, según la Red Española de Identificación de animales de Compañía (REIAC), cuyos gastos ascienden a más de mil euros anuales. De entre la amplia gama de especies que podemos integrar en nuestra casa, los perros, gatos y pájaros presiden el pódium.
Ahora bien, que los perros sean los ganadores, los que prefieren a los gatos son mucho más entusiastas con sus mascotas. Así lo asegura el III Estudio Anual sobre Mascotas en España, organizado por la empresa especializada Tiendanimal, que indica que, aunque tan solo el 38% de sus encuestados dijo tener mininos en su casa, cada dueño convive de media con 2,3. Ellos saben mejor que nadie que quien tiene un felino tiene al compañero de piso ideal… o casi.
Los gatos son animales cariñosos e independientes, perfectos para familias que no pueden pasar mucho tiempo en casa, pero quieren comprometerse con la salud de un animal. Ahora bien, compañeros perfectos, tampoco son. Como todos, tienen sus cosas: se empeñan en meterse en tu cama y a veces te llevan animales muertos. Eso sí: son desmesuradamente limpios. Un gatito se acicalará solo a diario y ocultará sus cacas de tu vista siempre que pueda. Un comportamiento que puede parecerte extraño, pero tiene una explicación perfectamente lógica. En Yasss te contamos por qué lo hacen.
Fuera de tu piso, para los felinos no hay baño que valga: su orina y sus heces no son algo que esconder. Al contrario, cuanto más los exponga, más claro les quedará a otros animales que ese territorio es suyo. Aunque para nosotros todos los pis de gato huelan igual, para ellos son una forma de segregar sustancias químicas y transmitir información.
En su hábitat natural, donde todos los animales compiten por el territorio, los felinos más grandes dejan por ahí su caca y su pis para remarcar que cierto terreno es suyo. Hablamos de tigres o leopardos, claro, no de tu pequeño siamés, que tiene más pinta de presa que de gran depredador. Por eso, los gatos salvajes de menor tamaño entierran sus heces; para ellos, lo mejor es no llamar la atención de animales más peligrosos y evitar que se sientan atacados por su olor.
Los gatitos domésticos han heredado esta tradición protectora, tanto para ellos como para sus camadas. En parte eso explica que, aunque los jaguares no puedan alcanzar tu séptimo piso sin ascensor, tu gato decida enterrar sus excrementos. Solo por si acaso.
Los gatos encuentran en la tierra su mejor aliado para cubrir su olor de los potenciales depredadores. Cuando los animales no viven en casa, cualquier centímetro de barro es amigo. Si, por el contrario, viven contigo, eres tú quien debe llevarles la arena. Pero, ¿cómo elegir la mejor para ellos, entre todos los tipos que existen en las tiendas?
Existen varios modelos. La de sepiolita fue la primera en comercializarse y su uso está muy extendido: tiene un gran poder de absorción y es muy económica. Sin embargo, genera mucho polvo y no neutraliza el olor de la orina, por lo que tendrás que cambiarla cada poco tiempo. Por otro lado, la aglomerante dura bastante, neutraliza los malos olores y se compacta al contacto con la humedad, por lo que es más sencillo limpiar los deshechos del arenero. Eso sí, algunos animales pueden desarrollar alergia, por lo que conviene consultarlo previamente con su veterinario.
Los otros dos tipos predominantes son la de sílice y la ecológica. La primera está hecha a partir de silicato de sodio, tiene un poder de absorción elevadísimo y apenas genera polvo. Además, mantiene muy bien los olores a raya. Su duración es mayor que las anteriores: los fabricantes recomiendan cambiarla alrededor de cada treinta días y, además, no genera polvo. Por su parte, la arena ecológica está formada por fibras de madera u otros vegetales biodegradables, por lo que se pueden reciclar sin mucho problema. Además, son conocidas por su gran poder absorbente y, además, no generan malos olores ni polvo. Aunque a algunos gatos les cuesta acostumbrarse, se trata de arenas muy efectivas y duraderas.