Pese a su fama de independientes, ariscos y rebeldes, los gatos no dejan solos a sus cuidadores así como así. Si tienes la suerte de vivir con uno, habrás comprobado cómo te sigue hasta la puerta cuando sales de casa, cómo de vez en cuando aparece con animales muertos en la boca que después te pone a los pies, como una ofrenda gore con la que tu felino te demuestra lo mucho que le importas, o cómo la mitad de las veces te acompaña hasta el baño, como una amiga en la discoteca. De hecho, los aseos parecen ejercer cierta atracción sobre los felinos, que encuentran en los contornos del lavabo su sitio favorito para esperar a que termines de ducharte.
Incluso si cierras la puerta, tu gato encontrará una rendijita entre la que colarse mientras juegas la partida de turno, sentado en el váter. Con los ojos entrecerrados y la cola bien alta, te verá perder el tiempo, con una mirada que parece juzgar cada cosa que haces. Incómodo, te preguntas qué tipo de filia tiene tu gato con tus momentos en el baño. ¿No se suponía que era un animal independiente, que pasaría más tiempo fuera que dentro de casa? Entonces, ¿a qué viene esa fascinación por los azulejos?
Como habrás comprobado, los gatos son muy celosos de su intimidad. La mitad de las veces no sabes dónde están ni qué están haciendo, aunque no parecen demasiado empáticos cuando hablamos de cuidar tu espacio personal. Eso ha generado las teorías más locas, como que los felinos son una especie alienígena llegada a la Tierra para conquistarnos, o que están entrenados por los gobiernos para tenernos vigilados.
Aunque esas ideas están muy bien para la ficción, lo cierto es que los especialistas las rechazan (por lo que sea) y apuntan a que la respuesta puede ir en la línea de la supervivencia. Lo explica el veterinario Marty Becker en la revista especializada Vet Street, donde asegura que los gatos son criaturas solitarias y pequeñitas, que para sobrevivir necesitan esconderse y evitar mostrar signos de su presencia.
Parece una teoría razonable, porque los gatos pasan mucho tiempo en alerta, cuidando lo que ellos consideran su espacio. Esto se agrava si hay otro animal de por medio: lo sabrás mejor que nadie si en tu casa hay dos gatos. Seguramente has tenido que comprar varias unidades de lo mismo (los gatos no entienden de economía), desde boles de comida hasta juguetes y rascadores. Y es que hablamos de animales muy posesivos con sus cosas que, pese a ser depredadores (con sus garras y dientes afilados) también son conscientes de que su pequeño tamaño no les permite competir con muchos otros animales en igualdad de condiciones.
La respuesta a por qué los gatos te acompañan al baño pasaría entonces por ahí: al tratarse de depredadores tan pequeños, necesitan tener ‘su espacio’ lo más controlado posible. Y eso incluye toda la casa, también el aseo y qué haces en él.
La necesidad de control de los gatos es solo una de las múltiples teorías sobre por qué el baño es un ‘imán’ para ellos. Otra de las más habituales es que, al tratarse animales curiosos, el baño es para ellos como un patio de recreo. Pueden arañar las toallas, tirarlas al suelo o dormir sobre ellas, pueden jugar con el rollo de papel hasta que no tengas con qué limpiarte, pueden saltar entre el bidé, el váter, la bañera y el lavabo como un niño en una colchoneta hinchable… y otras mil perrerías más.
Dicen que la curiosidad mató al gato, pero eso no aplica a ningún felino doméstico mientras esté dentro de casa. Ponte en su lugar: su cuidador está en casa, con él, tumbado en el sofá. Tu mascota lo tiene todo controlado. Pero, de repente y por las buenas, te levantas y te vas a otra sala, ¡y le cierras la puerta para que no entre! Es normal que quiera saber qué hay detrás y que, demás, quiera estar contigo, por mil razones distintas: porque quiere hacer sus necesidades, porque tiene hambre, porque está ansioso o quiere jugar…
Es importante que estés atento a sus gestos para descubrir por qué te acompaña al baño. Analiza el comportamiento del animal desde que entra por la puerta: ¿Se queda ahí quieto? ¿Hacia dónde se dirige? ¿Está tranquilo o ansioso? ¿Llama tu atención o juega con la alfombra? Como cuidador, seguro que poco a poco aprendes a entender las señales que tu gato te manda, y quizás descubras qué motiva a tu gato, cada vez, a seguirte hasta el baño.