Lo de adoptar un gato es como hacerse un tatuaje: después de sufrir y dudar, una vez te haces con el primero, no ves el momento de que vengas los demás. Pero los felinos son muy celosos con su territorio, e introducir uno más en tu casa puede hacer todo el proceso un poco delicado, sobre todo si no cuentas con demasiado espacio.
Antes de hacerlo, hay que tener en cuenta muchos factores. El primero de todos, el carácter del primer gato. Hay algunos más sumisos, que se adaptan mejor a la compañía de otros felinos, y otros más dominantes, que lo llevarán francamente peor. En cualquier caso, es fundamental llevar este proceso de forma progresiva, introduciendo poco a poco al segundo felino en la casa.
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Muchos cuidadores buscan un segundo felino porque pasan mucho tiempo fuera de casa y piensan que, de esa manera, su gato se sentirá menos solo. Pero, ¿acaso necesitan los gatos compañía? Los especialistas no lo creen así. Según explican cuidadores y veterinarios, los gatos son animales solitarios y pueden tener una vida plácida sin compartirla con nadie. En principio, si se le dan los suficientes estímulos (una bandeja higiénica, un buen alimento y algún juego) y tiene contacto positivo con sus cuidadores, no necesitan nada más.
Por naturaleza, los gatos son territoriales y marcan su olor en toda la casa. Sin embargo, hay que conocer al que se tiene en casa antes de elegir. ¿Es dominante? Entonces, mejor que el nuevo felino sea más dócil, y viceversa. También hay que tener en cuenta que unos gatos son más sociales que otros, independientemente de cualquier otra cosa.
En el factor socialización es donde entra casi todo. Los primeros meses de un gato son determinantes para forjar este factor de su carácter: es entonces cuando aprende a relacionarse con otros animales. Si ha pasado los primeros meses con su madre, esto es más probable; es más complicado que los gatos sean sociables si han vivido en la calle, separados de su madre o si han sido maltratados. Plantéate todas las opciones posibles antes de tomar una decisión.
Y ojito a la sexualidad de los felinos, claro. No es lo mismo la relación entre gatos y gatas y hay que tenerlo en cuenta, pero la convivencia será también más fácil entre felinos esterilizados. Con ella desparece cierta necesidad de territorialidad y marcaje, se vuelven menos agresivos.
Es cierto que, cuando tienes un gato (y si tienes los medios), es casi imposible no querer cuidar a otro, pero de hay a meter en un piso de treinta metros cuadrados a 20 animales hay un pasito muy mal difuminado. Cuidado con las colonias domésticas, porque no auguran bienestar a ninguna de las partes implicadas.
En cualquier caso, una vez has tomado la decisión, viene la parte difícil, meterlo en casa. La introducción del nuevo gato deberá ser progresiva: puedes llevarlo en un trasportín y dejar que su nuevo amigo le huela, tal y como recomiendan desde el blog especializado Mascoteros. Si bufa, mantenles separados. Deja a cada uno en una habitación y pon prendas u objetos que huelan al otro en cada sala. Que se acostumbren poco a poco a la presencia del otro: las primeras veces, que se vean, pero no puedan tocarse.
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Cuando estén juntos, mantente al margen (siempre y cuando no haya daños, claro), pero evitando meterte en la gresca de bufidos que seguramente surjan. Si lo haces, les estarás mandando un mensaje entorno a la posesión. Si no te queda otra que meterte, intenta intervenir de manera velada, como con sprays de agua.
La llegada del nuevo gato deberá ir acompañada de sus propios objetos. Si antes hablábamos de que un gato necesita poco más que una bandeja higiénica, un comedero y un juguete para pasar el día, con el nuevo felino no será menos. Habrá que evitar también que ambos estén pegados: intenta dejar a cada uno, en la medida de lo posible, su propia parcela de terreno.
A veces, los dos gatos prefieren usar la misma bandeja, sin que ello genere ningún tipo de disputa. Compruébalo los primeros días y, si ocurre, retira la bandeja para evitar problemas futuros.
Ante todo, paciencia. Ten en cuenta que muchos gatos necesitan su tiempo para acostumbrarse al nuevo felino. En algunos casos, la máxima a la que podrás aspirar será la de la tolerancia mutua, pero siempre y cuando no implique peleas, gruñidos o males menores, no tiene por qué haber ningún problema.