Logo de Estudios

Estudios

Elena, Néstor y Andrea terminaron la ESO siendo mayores de edad: "No ha sido fácil, pero nunca es tarde"

  • En España hay una tasa de abandono escolar prematuro de 17,9%, siendo el país con el porcentaje más alto de toda la Unión Europea

  • “Me echaron del instituto por sacar malas notas y estuve dando tumbos durante mucho tiempo"

  • Según el Ministerio de Educación y Formación Profesional, 3º de la ESO es el curso en el que más jóvenes repiten. Concretamente un 10,5% de los alumnos.

En España, al imaginar nuestro futuro tenemos clara la sucesión de etapas. Del colegio al instituto, donde terminamos la ESO y bachillerato. Tras las pruebas de selectividad, toca escoger una carrera que nos guste y entramos en la universidad. Después, el porvenir es incierto.

Si bien desde pequeños nos han metido esta idea en la cabeza con calzador, no todo el mundo goza de las mismas oportunidades ni tiene las mismas necesidades. Algunas personas deciden dejar el instituto y otras directamente no pueden compaginarlo con su vida personal o laboral.

España, el país con mayor abandono escolar de Europa

Pese a ser obligatoria, muchas personas deciden dejar en 'stand by' la educación secundaria. Según la Oficina Europea de Estadística (EUROSTAT), en España hay una tasa de abandono prematuro de 17,9%, siendo el país con el porcentaje más alto de toda la Unión Europea.

Según los expertos, esta cifra tan alta se debe a la falta de becas, a la ausencia de medidas de atención a la diversidad y a la rigidez del sistema educativo, sobre todo en el entorno rural. "En cuanto un alumno tiene dificultades, en vez de ofrecerle apoyos, se le señala con el dedo y se fomenta su exclusión", afirma Mireia Peña, profesora y pedagoga. "He vivido experiencias muy desagradables. La que más me marcó fue en mi primer año, cuando en una reunión de departamento empezaron a despotricar de un alumno. Le llamaron tonto, inútil, que no valía para nada, que parecía que sus padres eran hermanos. Comentarios muy despectivos e innecesarios. Además, era un niño inteligente, pero le pusieron la etiqueta y repitió. Si a un niño de 14 años le dices que no sirve, se lo va a creer".

Alumnos con dificultades en el aprendizaje, TDAH, problemas emocionales, situaciones de acoso o simplemente un mal año, sufren la falta de apoyo educativo. En consecuencia, huyen de un sistema que les dio la espalda mucho antes de que ellos tirasen la toalla.

El caso de Elena, Néstor y Andrea

Elena fue uno de los nombres que se esconden detrás del 17,9% del abandono escolar prematuro. "Estaba en segundo de la ESO y empecé a tener problemas con la alimentación. Dejé de comer y pesando 43 kilos me seguía viendo gorda. Después de Navidad me ingresaron y perdí casi un mes de clase. A ese tiempo súmale los meses anteriores y los siguientes. Estaba psicológicamente mal y era incapaz de ponerme a estudiar Física y Química al llegar a casa".

Elena repitió curso y las cosas no mejoraron: "Ver como tus amigos de toda la vida avanzan y tú te quedas atrasada me hizo hundirme otra vez. No dejé de comer, pero estaba deprimida y mal. Dejé de ir a clase", recuerda Elena. Ahora, siete años después, Elena tiene 21 años y ha retomado los estudios de Educación Secundaria Obligatoria. "Al principio me daba vergüenza, pero me alegro un montón de haber tomado esta decisión. Mis amigas están en la universidad y yo he dado el primer paso para poder llegar en algún momento a ese punto y poder estudiar Enfermería", relata.

Como ella hay más casos. De todas las personas que cursan la ESO, 1,2% son mayores de 18 años. Esta cifra asciende a 34,7% cuando hablamos de bachillerato y de Formación Profesional.

¿Es más difícil estudiar siendo adulto?

Néstor tiene 23 años y acaba de terminar la ESO. "En su día no me la saqué porque no quería ir a clase. Sacaba muy malas notas y no quería estudiar. En mi casa había una situación de maltrato de mi padre hacia mi madre y hacia mí. Se juntaron muchas cosas y los profesores recomendaron que hiciese otra cosa. Vamos, que se quitaron el muerto de encima", comparte.

"Tenía 15 años y cumplía requisitos, así que me metí a estudiar un ciclo FP de electricidad y electrónica. Después estuve trabajando para ganar dinero y cuando cumplí 19 años mi padre falleció de cáncer de páncreas. Para nosotros fue una liberación". Tras trabajar durante un par de años más para ahorrar, decidió retomar la ESO.

Néstor explica cómo al principio fue raro porque "te ves rodeado de niños y te sientes diferente". Fue difícil para su autoestima, pero esa sensación duro poco: "Con el tiempo me sentí más integrado. También es cierto que yo iba a estudiar, no a hacer amigos, sobre todo cuando ellos tenían 16 y yo 21. De todos modos, había buen rollo y eso facilitó mucho las cosas", rememora. Al preguntarle por sus planes de futuro, lo tiene claro. "Quiero estudiar bachillerato y luego estudiar Física en la UNED mientras sigo trabajando".

Existe una falsa creencia de que a medida que envejecemos, es más difícil estudiar. Para la tranquilidad de muchos, lo que sucede es una pérdida de hábitos. Es decir, que las primeras semanas puede resultar un como tedioso, pero después tendremos la misma facilidad que un adolescente de 15 años.

Por otro lado, a medida que crecemos se acumulan más tareas: estudiar, trabajar, el cuidado del hogar, pasar tiempo en pareja y en familia, el ocio con nuestros amigos… Para los niños y adolescentes la única prioridad es ir a clase y, si eso, repasar por la tarde en casa para poder salir a dar un paseo con sus amigos.

Por lo tanto, la dificultad de estudiar siendo mayor de edad reside en recuperar el hábito y en compaginar las diferentes facetas de nuestra vida.

Andrea ha experimentado en primera persona la complejidad de compaginar los estudios con su vida personal, pero no sólo ha terminado la ESO siendo mayor de edad, sino que también acaba de cursar segundo de bachillerato y está a punto de realizar las pruebas de EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad). "Me cuesta mucho no emocionarme, pero para mí ha sido un camino difícil", relata la joven de 24 años.

"Me echaron del instituto por sacar malas notas y estuve dando tumbos durante mucho tiempo. Me drogué, me junté con un chico que me pegaba y me aisló de todo el mundo, me escapé de casa muchas veces y mentí a mis padres tanto que ya ni me acuerdo", confiesa emocionada.

Al cumplir los 18 años decidió retomar 4º de la ESO: "Me di cuenta de que había sido una niñata y que no podía seguir disgustando a mis padres ni a mí misma. Justo lo acababa de dejar con mi pareja y fui a una asociación de ayuda a la mujer maltratada. Me dieron el empujón que necesitaba”.

"No me costó nada estudiar. He aprobado con muy buenas notas, en bachillerato he tenido todo sobresalientes y matrículas de honor. Me he esforzado mucho y ver a mis padres orgullosos me emociona", confiesa. "Ahora me quedan los exámenes de selectividad, que espero aprobarlos con nota porque si no el año que viene tendría que hacer las pruebas para mayores de 25".

Respecto a su futuro, le gustaría estudiar Ingeniería Informática, preferiblemente en el extranjero. “A todos los que sean mayores de edad y quieran retomar la ESO les digo que nunca es tarde para aprender, que se puede si se quiere y que el miedo a que te juzguen desaparece cuando te das cuenta de que prácticamente todos te apoyan”.