Es normal que, en tu primera entrevista de trabajo, seas un manojo de nervios. La buena noticia es que, para llegar hasta allí, habrás pasado muchas fases: la entrega del CV, el interés de los empleadores en tu perfil y el estrés de la parte más extensa del proceso de selección. La mala noticia es que no está todo ganado, y causar buena impresión depende íntegramente de ti.
El formato de la entrevista dependerá del puesto al que aspires, de tu empleador y de ti mismo. Hay una serie de reglas no escritas que debes cumplir y otros tantos fallos comunes que deberías evitar. Estos son nuestros consejos.
Para llevar el outfit perfecto a una entrevista de trabajo hay que conocer muy bien la cultura de la empresa, descubrir cómo viste la gente en su puesto de trabajo para poder emularles. Echa un vistazo a las fotos de la empresa y el perfil de alguno de sus trabajadores, si tienes acceso; si no consigues descubrirlo, lo mejor es ir a lo seguro y tirar por un look serio y elegante (no hace falta traje).
Por otro lado, si, en tu grupo de amigos, eres la típica persona que siempre llega media hora tarde, sal de casa antes. Considera todas las variables posibles (que no llegue el bus, que empiece a llover, que encuentres un gatito en medio de la carretera y tengas que llevarlo a un sitio seguro) y sal con margen de error: intenta no arruinar tus posibilidades de ser contratado por una cuestión tan boba como la puntualidad.
Prepara tu discurso y tus respuestas a las preguntas más típicas: grábate con el móvil o habla delante del espejo, para comprobar que tu lenguaje corporal es el adecuado. Una mala postura puede hacernos dar una impresión contraria a la que pretendemos dar: evita quedarte especialmente quieto o retirar la vista mucho. Son cosas que puedes evitar y practicar, como tocarte mucho la cara o asentir en exceso con la cabeza. Si evitas esos vicios, la percepción del entrevistador sobre nosotros puede mejorar.
La confianza en uno mismo también es fundamental: reducirá la posibilidad de que balbucees, mires hacia el suelo o al fondo habitualmente o te quedes corto a la hora de hablar sobre ti. Una entrevista es un encuentro para que te vendas, y la confianza es clave para eso. Es importante que practiques y trabajes tus pensamientos antes de la entrevista, si quieres mejorar este punto.
Evita cortar en seco a tu entrevistador mientras estés hablando: sé prudente y evita anticiparte a sus preguntas o cortar sus frases. Eso puede interpretarse como algo irrespetuoso o grosero, así que cuídate de escuchar activamente y con cuidado al entrevistador, y espera a que termine de hablar antes de responder.
Evita hacer demasiadas preguntas hasta que el entrevistador te haga saber que es el turno para ello. Es importante mostrar curiosidad (denota interés y proactividad), pero sin bombardearle o romper el ritmo del encuentro.
Estudia la empresa: no vayas a la entrevista sin conocerla antes bien. Revisa su historial, pero también el tuyo, para poder responder bien si te preguntar sobre un proyecto específico en el que hayas trabajado o del que hayas formado parte. Conoce la empresa y conócete a ti mismo. Tómate un tiempo para pensar en ti, conocer tus cualidades y defectos y enfocarlos de la mejor forma posible. Eso no significa mentir, pero sí controlar tu posición lo mejor posible.
En definitiva, prepara la situación lo mejor que puedas, pero trata de estar relajado para cuando sea tu turno. La parte más complicada ya la has pasado, ¡esto solo es un trámite de diez minutos!