"Si Britney sobrevivió a 2007, tú puedes con este día". Este simpático mensaje, que decora tazas, cojines e ilustraciones, da cuenta de la paradoja que el mundo ha generado en torno a uno de sus grandes iconos. Britney Spears es la artista femenina que más discos ha vendido en el último cuarto de siglo, es una de las mayores influencias de las cantantes pop actuales, sus videoclips y estilismos forman parte del imaginario colectivo, pero su momento más recordado es el de una grave crisis de salud mental por la que terminó rapándose ante las cámaras y agrediendo a un paparazzi con un paraguas.
Hace 13 años, el debate en torno al bienestar psicológico apenas existía, por lo que el suceso fue inmediatamente carne de la prensa sensacionalista y objeto de chiste. Mucho menos chistosas fueron las consecuencias para la propia Britney, que atravesaba el peor momento de su vida (después de perder la custodia de sus dos hijos frente a su exmarido Kevin Federline) y abusaba del alcohol, las sustancias y la vida nocturna para mitigar su dolor. Tras el lanzamiento del disco 'Blackout' (que mantiene el título de mejor trabajo de la artista en cuanto a recepción crítica), la errática actuación en los MTV Music Video Awards y un nuevo incidente con sus hijos (se encerró con uno en un baño), Britney ingresó por primera vez en un hospital psiquiátrico para tratar su estado.
Estos hechos sirvieron para que el padre de la artista reclamara la tutela sobre ella. Bajo el concepto de la legislación estadounidense de 'conservationship', que se usa en casos extremos de dependencia (ancianos con alzheimer, personas afectadas por parálisis cerebral), Jamie Spears pasaba a ser el guardián oficial de la fortuna y de todas las actividades de su hija. Esta situación legal, que se prolonga desde 2008, ha provocado que Britney, que genera millones de dólares, reciba solo 1.500 a la semana para su uso y disfrute y esté permanentemente vigilada por los poderes jurídicos (hasta las más nimias compras, como un café en Starbucks, quedan registradas).
Y más allá del ámbito económico, la tutela sobre la intérprete de 'Toxic' le impide ejercer su derecho a voto, a conducir, o a la libertad de movimiento. Hasta las visitas que recibe quedan supeditadas a la supervisión paterna. En la práctica, la vida de Britney Spears es la de una interna celosamente vigilada por su figura paterna, un hombre de fama más que cuestionable, sobre el que sus propios nietos (los hijos de Britney) han obtenido una orden de alejamiento.
A pesar de todo, la ingente industria en torno a la eterna colegiala nunca se detuvo. Mientras íbamos conociendo poco a poco algunos de los inquietantes datos sobre su vida personal, Britney siguió cuidando su salud mental y trabajando. Cuatro álbumes ('Circus', 'Femme Fatale', 'Britney Jean' y 'Glory') y varias giras mundiales; apariciones en televisión como jurado en X Factor o en la serie ‘Cómo conocí a vuestra madre’; y cuatro años de éxito ininterrumpido con su 'Piece of me', su espectáculo en Las Vegas, parecían dejar claro que las imágenes de la crisis de 2007 eran cosa del pasado. Con una agenda laboral a pleno rendimiento y convertida en todo un referente tras 20 años de carrera, Britney continuaba sin embargo, día tras día, viviendo la vida de una niña en un internado.
Pero en 2019 volvieron a saltar las alarmas. Tras anunciar para febrero de ese año el inicio de un nuevo espectáculo en Las Vegas llamado 'Domination', en un extraño evento en el que se limitó a ascender a un escenario y saludar el público, Britney pospuso sin fecha el nuevo montaje con a través mensaje en Instagram, achacándolo al empeoramiento de salud de su padre, aquejado de una perforación en el colon. Después, desapareció.
Durante meses, no se vio a la cantante por las calles de Los Ángeles ni tuvo actividad en redes sociales, a pesar de ser muy activa en Instagram. Lo siguiente que supimos de ella es que había vuelto a ingresar en un hospital psiquiátrico por propia voluntad. Con toda una legión de fans pendientes de la estrella, un confidente anónimo hizo llegar un mensaje al podcast Britney’s Gram –que se ha convertido en el medio oficial del movimiento #FreeBritney, alegando ser un paralegal (abogado no colegiado, una figura que no existe en España pero ampliamente reconocida en Estados Unidos) relacionado con el caso, que aseguró que Jamie Spears canceló el nuevo show de su hija porque esta había dejado de tomar su medicación, que estuvo ingresada tres meses (y no uno, como se hizo público) y que la cantante estadounidense está retenida en contra de su voluntad.
Si algo tiene la estrella norteamericana son fieles seguidores, y muchos de ellos detectaron con preocupación las señales de que algo no iba bien. Tan pronto como en el 2009 se creó la primera web bajo el eslogan Free Britney, que con el paso del tiempo se convertiría en una campaña global, con su correspondiente hashtag, al que se han sumado figuras tan potentes como Paris Hilton o Miley Cyrus.
A través de este apoyo comunitario, se pretende que la justicia estadounidense revise la situación legal de Britney: una pérdida de libertades incomprensible que ya se alarga doce años. La decisión de los tribunales de Los Ángeles en 2008 convirtió a la voz de '…Baby One More Time' en un individuo sin apenas derechos, sin reparar en el hecho de que la crisis que terminó por limitar su libertad se dio con la circunstancia de ser una de las mujeres más observadas del planeta, en un momento en el que literalmente no podía dar un paso alejada de los flashes de los paparazzis. La propia artista intentó explicarse en el documental 'Britney: for the record', lanzado el mismo 2008, en el que habla de cómo la presión mediática convirtió su día a día en un infierno.
Tras más de una década sin ser dueña de su propia vida, de nuevo Britney parece vivir un momento de crisis y confusión. Además, las noticias no son muy positivas: lo último que hemos sabida de la batalla legal es que Jamie Spears mantendrá el control sobre su hija al menos hasta febrero de 2021. La justicia decidirá entonces de nuevo si la mujer capaz de construir y mantener una de las carreras musicales más importantes de la historia es lo suficientemente responsable para ver a quien quiera o conducir si lo desea. Y el mundo deberá replantearse entonces si detrás de los memes hay una realidad a la que debería poner atención. Porque Britney Spears no solo sobrevivió a 2007. Lleva desde entonces sobreviviendo un duro año tras otro, y ya es hora de que pueda vivir con todas las letras.