En el verano 2012 Instagram no tenía stories, la mayoría de nuestros móviles no incluían tarifa de datos y si uno quería compartir algo con el mundo, el lugar más efectivo era el hoy desconchado muro de Facebook. Ocho años después, cuando medimos el éxito de un tema en playbacks de TikTok, se hace raro pensar que hubo una época en la que las canciones no eran virales, sino simplemente exitosas. Una de las últimas en colgarse esa medalla fue 'Call me maybe' de Carly Rae Jepsen.
La artista canadiense, que algunos años antes había quedado tercera en la quinta edición de Canadian Idol, se hizo sin embargo mucho menos conocida que su canción. Algo similar había ocurrido unos meses antes con el 'Ai si eu te pego!’'de Michel Teló; si en el caso del brasileño el éxito inmediato le llegó cuando Cristiano Ronaldo comenzó a celebrar goles al ritmo de su canción, para Jepsen el pistoletazo de salida lo marcó Justin Bieber –entonces todavía fenómeno mundial para toda la familia–, que grabó un vídeo casero de la canción junto a su entonces pareja Selena Gómez y otros amigos.
Mientras sesudos artículos intentaban explicar por qué la creación de Jepsen era tan pegadiza (aduciendo a su letra sencilla y a su ritmo repetitivo), la canción se situó como la segunda más escuchada en Spotify a nivel mundial, solo por detrás de 'Somebody That I Used To Know' de Gotye, un buen ejemplo de fenómeno one-hit-wonder (artistas que no superan el éxito masivo de un único tema) al que 'Call me maybe' y Carly Rae Jepsen parecía destinada. Pero cuatro discos y 1300 millones de visualizaciones en YouTube después, Jepsen no solo no ha caído en el olvido, sino que los principales festivales del mundo se la rifan. Así ha logrado impedir ser devorada por la que no es, ni de lejos, su mejor canción.
Aunque 'Kiss', el disco que contenía 'Call me maybe' no superó las malas críticas que suelen provocar los fenómenos masivos –a pesar de grandes temas como 'This kiss' producida por el todopoderoso Max Martin, la mente tras todas nuestras canciones favoritas de los 90 y los 2000, empezando por '…Baby one more time' de Britney Spears–, la canadiense no dejaba de demostrar señales interesantes de talento, más carca de Lorde o de Robyn que de su benefactor Justin Bieber. Su siguiente disco, lanzado en 2015, haría saltar por los aires, para quien quisiera escucharlo, el temor de que su carrera empezaría y acabaría en los tres minutos y trece segundos de su primer éxito. Y lo hizo con un icónico solo de saxofón.
'Run away with me', segundo single de 'E•MO•TION' –tras el más continuista 'I really like you', semejante en sencillez e intenciones a su éxito anterior–, demostró que Carly Rae Jepsen no era flor de un día y que apuntaba no solo a las grandes corrientes mainstream. El tema, seleccionado entre los mejores del año por medios especializados como Vulture, Popmatters o Rolling Stone, tenía como productores a Shellback –que firma buena parte de los discos '1989' y 'Reputation' de Taylor Swift– y Mattman y Robin, habituales de Britney Spears, Jason Derulo o Kesha.
El tracklist del álbum, plagado de cortes eufóricos como 'Boy problems' o la noventera 'I didn’t just come here to dance', incluido en la versión deluxe, proponía un viaje por los referentes más elegantes del technopop de los ochenta (Depeche mode, Pet shop boys) mezclado con la actitud de una estrella que probablemente había aprendido a cantar con los discos de las Spice girls y la omnipresente Britney. El site de referencia jenesaispop definía 'E•MO•TION' en su crítica como :"una auténtica fiesta pop apta para todos los públicos que, sirviéndose de todos los trucos y tics del mejor synth-pop de los 80, logran convertir a Jepsen en una especie de mezcla de Madonna, Whitney Houston y Belinda Carlisle". La crítica fue unánime en su alabanza. Las ventas, escasas.
El trabajo persistente de Jepsen queda claro al saber que escribió unas cuarenta canciones para el álbum, y de hecho un año después de su publicación lanzó 'EMOTION SIDE B', un conjunto de ocho cortes que quedaron fuera y que tienen momentos tan divertidos como 'Higher’' Y dos años después el lanzamiento oficial del disco, todavía quedaba una sorpresa en las sesiones de estudio. 'Cut to the feeling' se publicó para promocionar la película 'Ballerina', en la que Jepsen ponía voz a un personaje, pero más allá de un simple movimiento comercial, se convirtió en una de sus canciones más celebradas, con la que suele además terminar los conciertos. Fue usada en uno de los lipsynchs de la temporada 10 de Rupaul’s Drag Race.
Con 'Dedicated', el álbum que terminaría de confirmar el año pasado a Carly Rae Jepsen como una artista mundial de referencia en el pop –acompañado por el ya habitual disco de descartes–, Jepsen ha pisado algunos de los escenarios más prestigiosos del planeta. En España, su concierto en el festival Primavera Sound de 2019, al anochecer, culminó con un gran karaoke donde varias de sus canciones sonaron más fuerte que 'Call me maybe' Si los últimos ocho años el empeño de la canadiense era demostrarnos que tenía mucho más que ofrecernos que una canción pegadiza, quedó entonces de sobra demostrado. Si nada lo impide, el año que viene hará lo mismo en el madrileño Mad Cool Festival.
Algunos medios han acuñado el término mindie para artistas como Jepsen: coquetean con los números uno y sus canciones suenan en la radiofórmula, pero a la vez tocan en festivales alternativos y beben de sonidos e influencias más minoritarias. Sia, Janelle Monáe, Frank Ocean o Solange pueden enmarcarse en este término, cada vez más transitado en la industria musical española, donde artistas como Amaia o Rozalén son lo suficientemente célebres como para que las conozca tu madre y a la vez encabezan carteles en los muchos festivales indie que florecen en nuestro país.
La última noticia que tenemos de Carly Rae Jepsen es que ha escrito un álbum "de cuarentena", como sus colegas Tylor Swift y Charli XCX, acompañada además por el coautor de 'Call me maybe' Tavish Crowe. El mundo al que llegarán esas canciones no es ya el que se dejó contagiar por la efectividad pop de su primer éxito hace ocho años. Los ultimísimos intentos de canciones virales –con 'Tusa' como el más significativo– demuestran que los tiempos van hoy tan rápido que no nos da tiempo a amar y odiar tan profundamente una canción como en su día hicimos con 'Call me maybe’' Por suerte para Jepsen y para nosotros, aquel flechazo superó la caducidad de los amores y las canciones del verano.