No lo podemos negar: nos gusta jugar y tenemos la suerte de vivir en la edad dorada de los juegos de mesa. Los planes en casa de un amigo para echar la partida son de lo más top y no hace falta que haga un mal día como excusa para organizar un ‘plan friqui’ de los buenos.
Esto es así, estamos entrenando el coco a base de estrategia, tutoriales y de muchas horas de leer libros de instrucciones. No es por el 'Cluedo', 'Party' o 'Monopoly'. Esos juegos ya son considerados 'oldies'. La nueva obsesión está en experiencias reales, juegos que son divertidos, cooperativos, que fomentan la creatividad o que sirven simplemente para echarnos unas risillas sin más pretensiones. Y hay una variedad tan grande… ¡que es como para volvernos locos si quisiéramos echar horas para todos!
Por eso el que antes era un plan que se hacía cuando fallaban todos los demás, resulta que ahora es el mejor para cualquier día y en cualquier contexto. Casi nadie se resiste a una partida al ‘Dixit’, el ‘Camel Up’, ‘Catán’ o el ‘Pandemic’. Todo aquel que los prueba se engancha y repite.
Esto es así porque "estos juegos cada vez tocan más palos y por eso la gente tiene más opciones. Se juega en familia, con los amigos y siempre será un plan que sale más barato que irse a cenar por ahí", tal como nos dice Alejandro del Olmo que es el que me abre las puertas hacia la fantasía en Madrid de Atlántica Juegos.
En este templo del ocio hay columnas y columnas de juegos de mesa (o de tablero como ellos les llaman), de roll, miniaturas, libros de historia, accesorios, todo tipo de merchandising, manuales, cartas, dados… ¡Vamos, un lugar donde no importaría a más de uno quedarse encerrado!
¿Y por qué ahora nos ha dado tan fuerte por esto? Alejandro me responde sin dudar: “Hay muchas circunstancias y la crisis tuvo mucho peso. Un buen juego entre cuatro compañeros se queda en nada de precio y eso es una inversión a largo plazo para muchas cenas con colegas”.
Parecía que nada podía sustituir a los videojuegos y resulta que ahora el contacto directo y el poner en un aprieto a otro a base de estrategia, intuición, un poco de suerte y del papel en algunos casos de los roles nos puede parecer más adictivo que cualquier pantalla u ordenador. Con estos juegos unos días podemos ser guerreros, otros estamos en el lejano oeste, también intentamos luchar por la supervivencia de la raza humana ante una invasión zombi o dedicarnos a extender una epidemia de virus en los cuerpos de otros jugadores. ¡Esa es la magia de estos juegos en grupo!
En el caso de Alejandro, su preferencia está en todo lo que tenga que ver con fantasía, ciencia ficción y me da algunos nombres: ‘Descent’, Zombicide’ o ‘Imperial Assault’. Estos son sus juegos favoritos y no solo por la estrategia sino por las miniaturas que incluyen y que han despertado en él su otro hobby: “Pinto o más bien coloreo miniaturas”. A partir de un tablero surge una fuente inagotable de aficiones.
Y es que no importa si para jugar a algunos de estos juegos hacen falta días (y hasta meses), si para prepararlos e investigar todas sus posibilidades tienes tochos de instrucciones, un sinfín de expansiones y aún con todo eso te toca tragarte muchos tutoriales. No importa nada de eso. Lo que cuenta como nos dice Alejandro es "que te apetezca mucho porque eso es lo que te hará buscar todas las vueltas para entenderlo".
Sin embargo, no todos los juegos que ahora se llevan requieren de ese nivel de estudio. Los hay para todas las edades. Unos muy facilitos, rápidos de jugar. Más pensados para liquidar al rival en quince minutos y para que el movimiento en la partida sea frenético. El 'Catán', por el que empezó todo este boom se explica literalmente en diez minutos y puede jugarse en una hora, aunque veamos muchas fichas y cartas sobre el tablero. "No hay que agobiarse. Es menos de lo que parece", me cuentan.
Nos hemos vuelto exigentes. Queremos quedar para "echar vicios" como llaman a esas partidas largas ahora y dedicarles tranquilamente varias horas. Nos gusta innovar: descubrir nuevas reglas. Conocer personajes y lugares de fantasía. Probar lo que otro nos recomienda y siempre, siempre echarnos unas risas. Todo eso lo cumplen los juegos de mesa. De ahí que este boom sea real, pero además hay otros factores que explican por qué este fenómeno va en serio.
Por lo pronto no es que nos guste solo lo atractivo de los tableros. Lo currados que están en muchos casos nos deja maravillados. También hay un trabajo que merece ser contado de las ilustraciones que como en el 'Dixit' casi nos transportan a esos cuentos o fábulas de la infancia y eso es un valor extra para echar siempre una partida más.
También en este universo de lo fantástico o de lo histórico podemos meternos en cualquier mundo y sacar una lección. No nos tenemos por qué encasillar en un solo escenario porque la temática de estos juegos es tan rica, que unas veces puedes hacer de villano, otras de enano, de portero cotilla o acabar sin comerlo ni beberlo en plena Guerra Fría. Habrá días que necesitemos algo muy ligero y otros nos apetecerá más complicarnos la vida.
En esas quedadas no solo exprimimos nuestro lado creativo y nos salimos del orden establecido. Somos más niños que nunca y eso se sabe cuando empiezan los piques y los puñales a sobrevolar por la mesa. Pero, ¿no hay algo más divertido que irritar un poco una noche de viernes a un amigo? ¡Juzgad vosotros mismos!
Y ahora viene lo bueno. Si con todo esto todavía no os hacéis una idea de hasta dónde ha llegado la fiebre de los juegos de tablero, solo basta con ver algunos de los regalos que habréis recibido en Navidad. ¿Hacemos una encuesta? Seguro que en todas las casas ha entrado un juego nuevo de mesa y no de los clásicos precisamente. Eso en Atlántica lo saben muy bien. Su ritmo este año ha sido frenético.
Todos nos hemos apuntado al carro de la estrategia y en buscarnos un plan a futuro para algunas tardes sin más. De ahí que el 'Misterium', el clásico 'Dixit' o el 'Pandemic' hayan sido algunas de las apuestas preferentes. Pero, ¿cuál ha sido la estrella? ¿El juego que todos debemos conocer para triunfar? ¿El que es el nuevo 'Monopoly'? "Ese ha sido el 'Virus', que ha sido el juego no solo de Navidad, sino de todo el año pasado", me dice Alejandro según su experiencia de ventas.
No solo es lo competitivo de su precio (son 15 euros), este juego de cartas por un rato nos convierte en doctores y el hecho de poder jugar con virus y lanzárselos al de al lado para infectar su cuerpo tiene su puntito irresistible. Lo de ser el doctor House siempre fue un aliciente. Lo reconocemos.
¿Y qué nos deparará este fenómeno? ¿Sobrevivirán estos juegos tanto como el 'Party', 'Risk' o 'Monopoly'? Todo parece apuntar que tenemos muchas, muchas horas de 'vicios' de los buenos por delante.