La pandemia lo ha cambiado todo, también la manera de dar clase en toda España. Con el confinamiento, el año pasado la presencialidad en todos los centros escolares se suspendió. Ahora, afortunadamente, hemos podido ir recuperándola poco a poco, aunque en muchas universidades se ha optado por un modelo semipresencial que evita las grandes aglomeraciones de alumnos en las instalaciones.
También se pudieron llevar a cabo con relativa normalidad, siguiendo las normas sanitarias, los exámenes de los universitarios tanto en enero como en febrero. Fueron muchas las universidades que decidieron examinar de manera presencial cumpliendo con todas las medidas sanitarias como, por ejemplo, la distancia de seguridad o la mascarilla obligatoria.
La mascarilla no ha sido solo obligatoria durante la época de exámenes, ni mucho menos, a día de hoy sigue siendo necesaria llevarla en cualquier centro escolar. Llevar la mascarilla puesta, junto con otras medidas sanitarias como la distancia de seguridad o mantener los espacios aireados y desinfectados son las únicas maneras que tenemos de protegernos o tratar de evitar un posible contagio por coronavirus.
Ahora, los estudiantes le han encontrado a la mascarilla una nueva utilidad, ya no solo les sirve para protegerse del virus, sino también como ayuda para aprobar los exámenes con mayor facilidad.
El tema de las chuletas es un mundo de lo más completo. Los estudiantes se las ingenian no solo para escribir el temario en papeles diminutos que sean capaces de leer el día del examen durante la elaboración del mismo; sino que además, para que no les pillen sus profesores, cada vez las guardan en lugares más ingeniosos. En este caso, su último descubrimiento han sido las mascarillas.
El periodista Sangar Khaleel ha compartido en su perfil de Twitter una publicación en la que asegura que los jóvenes en Irak están utilizando sus mascarillas para guardar dentro de ellas las chuletas. Sí, has leído bien, la mascarilla funcionaría como una especie de archivador dentro del cual el estudiante podría guardar y encontrar la chuleta que le interese en cada momento. Esto es algo que se puede ver claramente en la fotografía que el periodista ha compartido en Twitter.
En esta puede verse como el estudiante ha colocado estratégicamente los trozos de papel en los pliegues de la mascarilla para que no se le caigan, parecen incluso estar pegados a la misma.
Lo que más dudas ha generado entre el resto de tuiteros es cómo se copian los alumnos si tienen que llevar la mascarilla puesta durante la realización del examen. Los estudiantes han tenido que adaptarse a la pandemia del coronavirus y parece que lo han hecho en todos los sentidos.
La conclusión a la que han llegado algunas personas es que quizá para copiarse no se quiten la mascarilla, sino que tiren de ella hacia delante como queriéndosela colocar mejor y en ese momento sea cuando echen un vistazo para copiarse.
Sin embargo, la mascarilla-chuleta podría ser más sencilla de utilizar de lo que podríamos llegar a pensar y es que hay personas que han dado con la clave para copiarse sin ser descubiertos: mirarla cuando se la quiten para beber agua. Este es el único momento en el que los estudiantes pueden bajarse la mascarilla, así que puede que a más de uno le entre más sed de lo normal durante el examen.
Copiar en los exámenes es la opción más fácil, pero corres el riesgo de que tu profesor te pille y podría costarte el curso. Yo no me la jugaría y es por eso que te vamos a dar la clave para que te cueste mucho menos tiempo y esfuerzo estudiar a partir de ahora.
Según una investigación publicada en el diario 'Memory', leer en voz alta los apuntes implica tener un 15% más de probabilidades de aprenderlos y memorizarlos de por vida. Así que pasa de estar tantas horas subrayando y leyendo en vano, y comienza a recitar tus apuntes en voz alta.
Pero esto no es todo, el estudio también concluyó que coger apuntes mano en lugar de escribir en el ordenador ayuda a memorizar lo que se está escribiendo porque dibujamos la letra y nos tenemos que focalizar en qué queremos escribir, mientras que en el ordenador, simplemente mecanografiamos.