Posiblemente y por desgracia todos tenemos presente la palabra cáncer. La enfermedad que es el desafío médico del siglo XXI y que cambia la vida del que la sufre y de todas las personas que están a su alrededor. Un diagnóstico que siempre es demoledor y que hace actuar a unos y a otros de maneras muy diferentes ante la enfermedad.
Porque aunque ahora solo se escuche hablar de coronavirus, el cáncer sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en el mundo, tal como manifiesta la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) que diagnosticaba para el 2020 cerca de 277.394 nuevos casos y esas son las cifras que se repiten prácticamente iguales todos los años.
Para recibir este golpe nadie está preparado y, después de la conmoción de ese primer momento, toca ir dando más pasos y todos estos no siempre se cuentan. ¿Por miedo? ¿Por tratar de dulcificar la enfermedad? Motivos los hay y muchos, tantos como razones para tener ánimo y plantar cara al cáncer. Lo que pasa es que en ese día a día no siempre se tienen todas las fuerzas y también es bueno conocer una realidad que no se ve tanto.
Eso es lo que ha hecho Olatz Vázquez, una joven periodista y fotógrafa que ha visto como el cáncer ha irrumpido en su vida y le ha desbaratado por el momento muchos de sus planes. Por eso, sin adornos y tratando de mantenerse fiel a lo que vive en su día a día desde que le diagnosticasen la enfermedad lo ha querido compartir en un hilo de Twitter duro, pero muy necesario para todos.
"Quiero hablaros de cáncer. De lo que es el cáncer para mí". Así es como comienza su relato en el que no esconde que esto que le ha tocado es una pesadilla y para lo que desde luego no estaba nada preparada. "Yo no tenía ni idea de lo que es vivir esto. Y me ha tocado aprender; aprender a diario lo que es convivir con una grave enfermedad. Convivir con los efectos secundarios de un tratamiento que te invalida", han sido sus primeras palabras.
El cáncer es sufrimiento para el cuerpo y mente de cada uno. Hay que estar fuertes dicen los expertos, pero es fácil que en las distintas fases uno no pueda casi ni salir de la cama. Pero lo peor del cáncer para Olatz no es solo todas las limitaciones que tiene por estar enferma, sino "el ver a tus seres queridos llorar". Ellos le insisten en que sea valiente, pero eso es algo que ella nunca eligió y ese malestar y frustración hace que hable mal a los suyos sin pretenderlo: "Tu vida se ha derrumbado como un castillo de naipes y toda la rabia y la impotencia que sientes la vuelcas en ellos; en los que te acompañan".
También habla sin tapujos de los corticoides, de todos esos efectos secundarios que hacen que la persona no sea la de siempre. Que todo lo que uno se tiene que meter en el cuerpo es para curarse pero también te hace "más apática, más borde, con más cambios de humor... En definitiva, más inaguantable".
Es un día a día lleno de "agujas, vías, pinchazos, dolor", escribe y añade que también son continuas "idas y venidas entre un hospital y otro". No olvida tampoco los nervios que se pasan al esperar consulta y ver qué nuevas noticias habrá, si se ha mejorado o se han retrocedido más pasos. El cáncer es ese estilo de vida y también el dejar de reconocerse. Enfrentarse al monstruo del espejo y "agarrar tu melena con todas tus fuerzas mientras ves que se cae, que se va. Es un cuerpo delgado, huesudo, Un reservorio en el pecho que te molesta cuando te pones el cinturón de seguridad del coche", tal como ha expresado.
Sin embargo, en medio de esa guerra que lo nubla todo y teniendo en cuenta que no todos sus días son tan malos, tal como confiesa, hay a veces momentos para la luz y hasta para ver el lado positivo de las cosas, que aunque cueste, también admite que las hay. Olatz quiere ser positiva ante todo, pero quiere hablar claro.
Para ella el cáncer es levantarse frente a la adversidad y decir al mundo "que daría todo lo que fuera por no tenerlo" y eso mismo es lo que también desea su madre. Ese dolor que sienten ambas es lo que ella misma pone como ejemplo para definir todo lo que representa en sí esta enfermedad. Y tal ha sido la garra de su exposición y sinceridad que las redes se han rendido con su testimonio.
Muchos han aprovechado este hilo para contar sus experiencias personales con el cáncer o con otras enfermedades y ser sobre todo un lugar de abrazo y ánimo colectivo. El mensaje que más se ha repetido es que en esta lucha no está sola y que la entienden lo duro que es ver el sufrimiento en los ojos de una madre. Su valiente aportación ha servido de alivio para muchos por sentirse comprendidos y ver que aunque es una lucha en la que hay que estar fuerte, también es normal y real presentar debilidades.