Para la mayoría de nosotros el 2020 no ha sido un año precisamente para enmarcar, pero seguro que no lo olvidaremos jamás. Este año hemos vivido cosas que jamás nos habríamos imaginado vivir, como una pandemia por un virus desconocido o un estado de alarma; así que, menos mal que el 2020 ya está llegando a su fin.
Sin embargo, no para todos ha venido cargado de desgracias, sino al contrario. Por ejemplo, para Ibai o Bad Bunny, profesionalmente hablando, el 2020 ha sido un año cargado de éxitos. El español ha recibido el premio a streamer del año en los prestigiosos Esports Awards y Bad Bunny se ha convertido en el artista más escuchado en Spotify durante 2020, con más de 8.000 millones de reproducciones.
Además, el puertorriqueño ha sacado nada más y nada menos que tres álbumes repletos de temazos que, aunque haya tenido que ser encerrados en nuestras casas, no hemos dejado de bailar y cantar a todo pulmón. Tampoco nos podemos olvidar de que actuó en la Super Bowl junto a Shakira y Jennifer Lopez.
Pues bien, todo este éxito ha hecho que Bad Bunny tenga ahora mismo una fortuna estimada de más de 16 millones de dólares (unos 13,2 millones de euros), según Celebrity Net Worth, una web especializada en calcular los bienes de las celebrities. Con este dinero el puertorriqueño puede darse todos los caprichos que quiera, como comprarse un coche de edición limitada valorado en más de tres millones de dólares.
En realidad, no estaba entre los planes del cantante comprarse este Bugatti Chiron Sport 110 Ans de edición limitada (solamente hay 20 unidades), pero a Bad Bunny no le quedó otra opción.
Así es, Benito se compró el Bugatti Chiron porque nadie quería prestarle un deportivo de la marca francesa para intervenir en la entrega virtual de los premios Latin Grammy 2020. Su intención era entrar en directo en la emisión de la gala, el pasado 19 de noviembre, mientras conducía el lujoso vehículo por el Puente Teodoro Moscoso de Puerto Rico.
"Ese carro yo me lo compré por una sola razón. Yo quería hacer mi presentación de los Grammy corriendo con un Bugatti en el Teodoro Moscoso. ¿Qué pasa? Tratamos de buscar gente que nos rentara (alquilara) el carro y nadie nos lo rentaba. Nadie quería rentar su carro para viajarlo en un avión o en un barco a Puerto Rico. ¡Nadie! Así que dije: ¿Pues saben qué? Yo lo compro, tranquilos. Si no me lo quieren rentar, me compro el mío propio", explicó el conejo malo en el canal de YouTube 'Molusco TV'.
Así que, aunque finalmente consiguió lo que quería, ahora no sabe qué hacer con su coche: "De corazón, no sé qué hacer con el cabrón carro, porque lo traje para Puerto Rico y era un papelón guiarlo, todo era una problemática: el seguro, el Gobierno, los taxes (impuestos)... Una película cabrona. Ahora lo tengo en los Estados Unidos, aquí no lo podía tener ni un minuto más porque (cada vez que salía con él a la calle) sabían que era yo. Ahora qué sé yo, que lo laven y qué sé yo", ha explicado el cantante.
A Bad Bunny, que aunque no lo parezca, en su día a día le gusta pasar desapercibido, desde que conduce este coche le resulta imposible, así que ya no sabe qué hacer con él, pero tiene claro que no lo quiere.
Aunque pueda parecer justo lo contrario, Bad Bunny no es ni mucho menos un amante de los coches de lujo, es más, además del Bugatti tiene un Lamborghini Urus que tampoco utiliza desde hace mucho tiempo.
Este impresionante coche está valorado en casi 300.000 dólares y cogiendo polvo en el garaje del cantante: "Yo no soy amante de los vehículos, no soy amante de mis carros. A mis amigos les gustan los carros la ostia, pero yo soy bien diferente, no soy fanático de esas cosas. Pero cuando salió ese vehículo (el Lamborghini Urus) en el 2013 o 2014 fue como un amor a primera vista, me enamoré. Yo trabajaba todavía en el supermercado y me dije: 'Me encanta ese carro, algún día espero tenerlo'. Todavía era un prototipo, pero cuando salió en 2017 o 2018 tenía el dinero para comprármelo, así que me lo compré y mandé traerlo a Puerto Rico", contó Bad Bunny.
El puertorriqueño, a pesar de no gustarle los coches en exceso, tiene dos auténticas joyas a su disposición para ir llamando la atención allá por donde pase.