Cuando una pareja no tiene hijos, debe decidir qué hacer con sus bienes una vez que ambos hayan fallecido. Se puede dejar la herencia a otro familiar, a un amigo, a una asociación benéfica o, por qué no, a una mascota. Si Karl Largerfeld le dejó a su gata 300 millones de dólares, por qué no iban un par de ancianos a comprarle una casa a su perro. Hasta ahí, dentro de la excentricidad, se puede comprender.
Lo que no tiene ninguna lógica es lo que ha ocurrido en una inmobiliaria de Teherán, donde una pareja realizó la compra de un piso para su can, llamado Chester, al no tener herederos. Pero, en vez de ser los humanos los que firmaban el contrato, era el perro con un sello húmedo el que estampaba la huella de su patita en el documento, ¡y eso se daba por válido! Cuando ni en España, ni en Teherán, ni en ningún otro país del mundo una firma así tiene validez jurídica.
Por eso, al hacerse viral en las redes sociales, la policía abrió una investigación “tras la difusión de un video en el que aparece la firma de venta de un apartamento a un perro por parte de una agencia inmobiliaria del oeste de Teherán”, indicó el cuerpo de seguridad en un comunicado difundido por la agencia de prensa local Isna.
“La acción emprendida por esta inmobiliaria no tiene ninguna base jurídica”, agregó, acusando al director de la oficina de “querer atentar contra los valores morales de la sociedad”. Por ello, el máximo responsable de la firma ha sido detenido, tal y como indicó el vicefiscal general de Teherán, Reza Tabar, citado por el órgano de comunicación del poder judicial, Mizan Online.