TikTok es un gran escaparate para estudiantes que se han ido a vivir a otros países y tienen que adaptarse y conocer las costumbres de su nuevo lugar de residencia. Muchos sufren un choque de culturas, no solo por el idioma, sino por el carácter, la forma de relacionarse o, incluso, por la hora en que se come, se sale o se duerme. Una de estas estudiantes es Bea, una joven filipina que usa sus redes sociales para explicar cómo ve España una persona extranjera.
Entre sus múltiples vídeos, en los que comenta, por ejemplo, lo "monos" que son los abuelos españoles, que "pasean durante horas con las manos cruzadas" a la espalda, hay uno que destaca por lo divertido de su reflexión. Para una filipina como ella, es curiosa la gran cantidad de formas que tenemos los españoles de saludarnos: "Cuando voy a Mercadona, me dicen: "Hola, preciosa"; cuando voy a la carnicería, me dicen: "Chiquilla, qué te pongo"; o cuando pido un café: "Hola, bonita". Cuando no veo a mis amigos por un largo tiempo, me saludan: "¿Qué pasa, tía?" y mi favorito, en vez de Bea, también me llaman "La Bea"; algo muy utilizado, por ejemplo, en Cataluña.
A Bea también le alucinan la cantidad de nombres compuestos que pueden salir a partir del mismo nombre simple. Por ejemplo: Juan. "No tiene fin la cantidad de nombres que se pueden inventar: Juan José, Juan Carlos, Juan Manuel, Juan Antonio..." y lo mismo pasa con otros nombres femeninos, como María. Pero si hay algo en su cadena de vídeos sobre las razones por las que ama profundamente a España que le perturba son nuestras conjugaciones verbales.
Esta estudiante lo pasa fatal cuando tiene que conjugar y diferenciar el pretérito imperfecto del perfecto, pues en inglés solo existe un tiempo un pasado: "Si yo digo: "Yo canté", estoy diciendo "I sang"; pero si digo, "Yo cantaba", también estoy diciendo "I sang". ¡Es demasiado para mi cerebro!", dice en otra de las entradas de su TikTok. Tanto esta chica filipina como otros Erasmus que vienen a España ayudan a visibilizar nuestra cultura por todo el mundo y ¡lo hacen con más cariño y entusiasmo que muchos españoles!