El avance de los talibanes que ya se han hecho con el control de Kabul, la capital de Afganistán, es una de las noticias más estremecedoras que hemos visto, leído o escuchado en años.
Fue el domingo 15 de agosto cuando los talibanes (un grupo armado integrista que se formó a principios de los años 90 en la frontera de Afganistán con Pakistán en los seminarios religiosos) entraron en Kabul, obligando al presidente afgano, Ashraf Ghani a abandonar su puesto.
Todo ha ocurrido muy rápidamente, el Gobierno estadounidense de Joe Biden hizo pública en abril la decisión de abandonar el país y conforme el ejército estadounidense se ha ido retirando, los talibanes han ido avanzando. En la última semana, los talibanes han tomado el control de gran parte de las provincias afganas y son ya muchas las personas que están intentando huir del país, aunque para ello tengan que dejar atrás toda su vida y a sus familias.
La entrada de los talibanes supone un retroceso y la pérdida de algunos derechos humanos, especialmente en el caso de las mujeres; ya que si optan por imponer las normas que imperaban en el país hasta 2001 (cuando entraron las fuerzas internacionales tras el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York), las mujeres tendrán prohibido ir a la escuela, obligatoriamente tendrán que cubrir su cuerpo por completo con el burka y no podrán salir a la calle si no van acompañadas por un varón de su familia.
En estos últimos días, con motivo del avance de los talibanes, son muchas las personas que se han acordado de Nadia Anjuman, una periodista y poeta afgana que fue asesinada en noviembre de 2005 por su marido y algunos de sus familiares.
Anjuman nació en 1980 y vivió bajo el régimen talibán que no permitía que las chicas fueran a la escuela; no obstante, ella se jugaba la vida y se reunía con otras jóvenes tres veces a la semana en la Escuela de Costura la Aguja de Oro, en la casa del profesor Rahyab (que tenía unos sesenta años en aquel momento) para estudiar literatura.
Sus padres querían que Nadia Anjuman se casara con 14 o 15 años, pero ella se enfrentó a ellos y tardó algunos años más en casarse con Farid Ahmad Majid Mia, quien más tarde acabaría con la vida de su esposa, ya que consideraba que la publicación del libro de poemas de Nadia "deshonraba" a la familia.
En este libro podía leerse uno de sus poemas más conocidos, que con lo que ha ocurrido en su país en los últimos días, ha vuelto a estar más de actualidad que nunca:
No deseo abrir la boca
¿A qué podría cantar?
En mí, a quien la vida odia,
tanto da cantar que callar.
¿Acaso debo hablar de dulzura
cuando siento tanta amargura?
Ay, el festín del opresor
me ha tapado la boca.
Sin nadie al lado en la vida
¿a quién dedicar mi ternura?
Tanto da decir, reír,
morir, existir.
Yo y mi forzada soledad
con mi dolor y mi tristeza.
He nacido para nada
mi boca debería estar sellada.
Ha llegado, corazón, la primavera,
el momento propicio del festejo.
¿Pero qué puedo hacer si un ala
tengo ahora atrapada?
Así no puedo volar.
Llevo mucho tiempo en silencio,
pero nunca olvidé la melodía
que no paro de susurrar.
Las canciones que brotan de mi corazón
me recuerdan que algún día
romperé la jaula.
Volando saldré de esta soledad
y cantaré con melancolía.
No soy un frágil álamo
sacudido por el viento.
Soy una mujer afgana
Entiéndase pues mi constante queja.