Llevamos casi un año conviviendo con la pandemia y a medida que pasan los meses nos vamos enterando de nuevas cosas. El tiempo nos ha quitado la idea de lo que en principio podíamos confundir con una gripe. Pero no es así. El coronavirus SARS-CoV-2 ha paralizado al mundo y, aunque se están haciendo esfuerzos para avanzar rápido, este virus sigue sorprendiendo con sus consecuencias indirectas en niños y mayores.
La última de ellas y que tiene preocupada a las autoridades sanitarias afecta en este caso a niños y adolescentes que han sido infectados o que han estado en contacto directo con el virus. Y aunque estos grupos, por lo general, pasan el coronavirus de forma más leve que los mayores, el denominado síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico (MIS-C) puede provocar que sus efectos sean mucho más graves. Pero, ¿en qué consiste exactamente este síndrome?
Los principales síntomas asociados que se han visto son fiebre, dolor abdominal, vómitos, diarrea, dolor de cuello, sarpullidos, conjuntivitis y cansancio. Todos ellos aparecen más en niños y jóvenes y, aunque según la Asociación Española de Pediatría estos pudieran confundirse con la enfermedad de Kawasaki o el síndrome de shock tóxico (SST) se han visto que están relacionados con el virus y que pueden darse tras haberlo pasado o haber estado en contacto con alguien que lo ha tenido.
Una consecuencia más a añadir del COVID-19 que está preocupando más a los sanitarios últimamente porque cada vez se están dando más casos que sufren el MIS-C y que pueden derivar en síntomas mucho más graves tales como una miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) o directamente un shock cardiogénico (cuando el corazón es incapaz de bombear sangre). En ambos casos se precisa ya de ingreso y cuidados intensivos.
El debate se ha vuelto a poner sobre la mesa. ¿Estamos ya ante otro efecto de gravedad del coronavirus del que hay que preocuparse o es solo algo que afecte a casos aislados? Los números parecen marcar una clara tendencia y basta con observar lo que está pasando en EEUU. Con más de 26 millones de contagios y más de 442.000 fallecidos, según datos de la prestigiosa universidad de medicina Johns Hopkins es aquí donde están puestos los ojos por lo que ha venido pasando en los últimos meses.
Desde que se detectase la pandemia, la muerte de menores por el síndrome del MIS-C no ha sido aislada. De hecho, se contabilizan ya al menos 26 muertes asociadas y la última de ellas ha sido la de un joven de 17 años en Carolina del Sur, tal como ha informado el medio local Washington Times y con él ya se han notificado un total de 46 casos. En total se habla de 1.600 casos según recoge el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU y parece que los número tienden a subir y son uno de los principales motivos para que niños y jóvenes tengan que ser hospitalizados e ingresados en UCI una vez que han cogido el virus.
Sin embargo y pese a que esto es algo que está preocupando a los sanitarios porque podría tratarse de otra consecuencia más del virus que no se había observado en un principio, sí quieren insistir las autoridades sanitarias en que la mayoría de niños y jóvenes que contraen el covid no llegan a desarrollar este síndrome y si lo tienen pasa de una forma muy leve.
Una vez más el que el virus no dé la cara representa más problemas a la hora de hacer diagnósticos tempranos. Esto pasa porque el MIS-C, aunque no es una consecuencia tan habitual como la pérdida del gusto o el olfato, sí puede darse en niños y jóvenes y pueden pasarlo los asintomáticos. Esto resulta un grave problema porque al no presentar otros síntomas en caso de agravarse de golpe su estado puede provocar confusión o que no se llegue a tiempo. De ahí que estén ahora puestas todas las alertas.
Además en los casos en que el MIS-C se desarrolla desembocando en un caso de riesgo provoca que algunos órganos y tejidos se inflamen de gravedad, pudiendo afectar al corazón, los pulmones, los vasos sanguíneos, los riñones, el cerebro, los ojos, la piel o el sistema digestivo. Esto hace que los médicos se estén tomando muy en serio y que incluso se estén preparando, tal como ha dicho ha dicho recientemente Brannon Traxler, director de salud pública del Departamento de Salud y Control Medioambiental de Carolina del Sur, por si de aquí en adelante tenemos que acostumbrarnos a una nueva oleada de contagios en los que este síndrome inflamatorio esté presente.