Se nota en las redes sociales, en las webs especializadas y en las casas de apuestas. España es una de las favoritas para alzarse con la victoria en Eurovisión este sábado, y muchos de nosotros seguimos sorprendiéndonos al escuchar o escribir esa frase. El #chanelazo, la posibilidad de que Chanel sea la tercera española que levante el trofeo de la canción europea más de medio siglo después de Massiel y Salomé, tiene en una nube a la comunidad eurofán de nuestro país. Independientemente de lo que pase el sábado, la presente edición del certamen será recordada por millones de personas.
No nos engañemos. Ser eurofán en España ha sido un foco de disgustos constantes. Televisión Española ha cargado con la fama de desatender nuestra participación en el festival, y ciertamente los números hablan por sí solos. España tiene una de las peores medias en lo que va de siglo y especialmente en los últimos años, con un encadenado de puestos 21, 22, 26, 23, 22 y 24. Si no formáramos parte del Big Five –los países que sí o sí actúan en la final, junto aAlemania, Francia, Italia y Reino Unido–, a buen seguro ni siquiera hubiéramos pasado de la semifinal la mayoría de veces.
Este año, sin embargo, TVE se puso las pilas y organizó el Benidorm Fest, recuperando la emoción de la carrera nacional por llegar a Eurovisión y, sobre todo, dignificando un proceso que tantas dudas había despertado en ocasiones anteriores. Chanel resultaba ganadora entonces, no exenta de polémica, y desde su primera actuación en Benidorm, los eurofans españoles supimos que aquello sí era una propuesta con opciones.
Y una España con opciones es algo que mucha gente todavía no había vivido. Algunos tenemos edad suficiente para recordar las intervenciones de Rosa López y Beth en 2002 y 2003, pero hay generaciones nuevas de aficionados que lo máximo que han visto es un décimo puesto (Pastora Soler y Ruth Lorenzo). Para todos ellos, este sábado va a ser inolvidable.
Porque Eurovisión, aunque dé otra impresión en Twitter, se creó y sigue funcionando con un objetivo principal, que es el de generar comunidad. La Unión Europea de Radiodifusión nació en 1950 para construir un espíritu europeo después de la Segunda Guerra Mundial, y organizó en 1956 su primer festival de la canción. Desde entonces, Eurovisión es una ocasión para celebrar la música y el talento del continente.
Para muchas personas, el festival ha funcionado como punto clave en un sentimiento identitario que quizás no encontraban en otros lugares. Los deportes, y especialmente el fútbol, han sido el vehículo más tradicional para generar esas emociones. Pero ese es un ambiente hipermasculino, en el que las mujeres y la comunidad LGTBIQ+ no lo ha tenido tan fácil para entrar al juego. Un gol se celebra de una manera homogénea en todo el mundo, pero un buen golpe de pelo o un cambio de vestuario están más abiertos a la personalidad de cada uno.
Frente a la uniformidad patriarcal del deporte, Eurovisión es un espacio donde sentirse representado por artistas que muestran su identidad y sus talentos particulares. Quizás por eso, cada año el escenario del festival es un espacio de representación para minorías: un lugar en el que se celebran idiomas en peligro de extinción, un amplio abanico de identidades sexoafectivas, un derroche de coreografías, efectos visuales y purpurina. Un espectáculo, en fin, en el que muchos de nosotros sí nos sentimos apelados.
Este 2022, miles de grupos de amigos se reunirán en casas, bares y fiestas temáticas para seguir Eurovisión. Y, por primera vez en muchos años, todo pinta a que en España mantendremos la emoción hasta el final. Chanel puede ser la tercera mujer que nos traiga el triunfo en Eurovisión, además de la primera persona racializada que dé la victoria nuestro país. Si eso ocurre, será un buen indicativo de lo que puede lograr España cuando nos tomamos las cosas en serio.
Pero si eso no ocurre, si Chanel finalmente no levanta el micrófono de cristal, será en cualquier caso en una noche que muchos atesoraremos siempre cerca de nuestro corazón. Ganemos o no, la ilusión y la emoción están aseguradas el sábado. Y eso se lo debemos desde ya al trabajo y al esfuerzo del equipo liderado por Chanel. ¡A por el chanelazo!