Ucrania sigue viva, pisando fuerte y reivindicando su independencia. Eurovisión, reflejo de muchos de los capítulos históricos que ha vivido Europa en sus últimos sesenta años, vivió este martes durante la primera semifinal de Turín 2022 uno de los momentos más impactantes de de su larga existencia. Un país en guerra, sumida en el desconcierto y la incertidumbre, con muchos muertos en las calles y con la sangre aún manchando su presente, alzó su voz en el festival para proclamar su espíritu combativo, fuerte e identitario. La actuación de la banda ucraniana Kalush Orchestra sobre el escenario de Eurovisión no valía solo un (cantado) pase a la final ni buscaba colmar el ansia de show de los espectadores europeos, sino reivindicar su existencia y el orgullo de todo un pueblo que sigue resistiendo bajo el silbido de las balas y las explosiones.
Ucrania es, según las casas de apuestas, favorita para ganar Eurovisión 2022 con "Stefania", una canción en principio que servía para homenajear a la madre del vocalista de la banda y que ahora se ha transformado en un homenaje a todas las madres ucranianas. Mezclando elementos tradicionales con el hip-hop y el rap, la puesta en escena en esta semifinal estuvo trufada también de guiños hacia su país.
Los intergrantes de la banda están vestidos con trajes históricos ucranianos reales de principios del siglo XX y otros con un corte más tradicional. En los fondos se ven los ojos de una madre, llenos de lágrimas por la pérdida de la primavera, y sus manos que protegen el universo amarillo y azul. No es casual que el final de la actuación quede bañada por esos mismos colores representativos de la bandera ucraniana. El público del Pala Alpitour de Turín ha acogido la propuesta ucraniana con una soberana ovación, un aplauso que iba más allá de lo musical y que empatizaba con la fuerza y lucha de un pueblo en guerra. Y, como no podía ser de otra manera, Ucrania ha sido uno de los diez países clasificados para la gran final de este sábado, quedando fuera otras siete opciones.
Las baladas se convirtieron en las otras grandes protagonistas de la noche, acaparando buena parte de los tickets para la final. La delicadeza del "Saudade, saudade" de la portuguesa Maro o el "Boys do cry" del suizo Marius Bear, dos de las joyas más singulares de esta edición, lograron el pase sin mucho sobresalto. "De diepte", la rareza neerlandesa interpretada por una solvente S10, también estará peleando por el micrófono de cristal pese a contar con una escenografía algo pobre y oscura, por debajo del gran nivel del tema presentado. Más sorpresa generó la clasificación del grupo femenino islandés Systur, que llegaba sin grandes pretensiones con su "Með hækkandi sól", íntegramente en islandés, y superó la criba. Monika Liu, con un claro espíritu años 20, fue la otra gran sorpresa de la noche con "Sentimentai", el primer tema en lituano desde 1994 en el festival.
Los noruegos Subwoolfer, un trío integrado por unos tales Keith, Jim y Dj Astronaut, identidades ataviadas con trajes y máscaras de lobo, fueron de los pocos que se salvaron de la quema con una canción desenfadada y tal vez algo freak para un festival que ya dejó años atrás su momento de escenografías extravagantes y actuaciones cercanas a la broma. "Give that wolf a banana" es un ejercicio de juerga nórdica, con exceso de potasio y un alocado experimento que ha funcionado previsiblemente muy bien en el televoto pero que los jurados castigarán en la final del sábado.
Más pueblerina, verbenera y fiestera fue la propuesta moldava de Zdob și Zdub and Advahov Brothers, que pusieron la nota de color en una noche bastante apagada por los innumerables fallos técnicos del programa y el aspecto estático de un escenario, que impidió a la mayoría de los artistas crecerse sobre él.
Porque en cuanto a escenografías rompedoras sólo destacó la habitación de papel de la armenia Rosa Linn, cuyas paredes se van desmontando entre mensajes y pintadas referentes a un desamor grabado aún en el corazón; y sobre todo la de la griega Amanda, llamada a ser una de las sorpresas de este próximo sábado. Con un vestido blanco hasta el suelo, la cantante realiza su actuación en un mar de sillas boca abajo y una pareja bailando, presumiblemente los dos amantes de los que habla la canción. La voz de Amanda, una de las mejores de la noche, permite a Grecia soñar de nuevo con el triunfo tras superar durante unos minutos a España en el top5 de las casas de apuestas.
La albanesa Ronela Hajati, superada en esta última semana por las malas críticas hacia su actuación y la amenaza de una censura hacia su provocativo baile, se quedó a las puertas de la final con una escenografía algo barroca y tosca, pero llena de sensualidad y descaro. Los austriacos Lumix y Pia María pusieron por su parte el toque dance a la noche con "Halo", una propuesta anclada en el principio de siglo pero que no funcionó bien debido a la limitada capacidad vocal de su intérprete femenina.
Tampoco tuvieron fortuna el grupo danés Reddi, la banda teen LPS, la croata Mia Dimsic y el grupo búlgaro Intelligent Music Project, a quien la fórmula rock les ha dejado muy lejos del éxito de Mäneskin el año pasado. Todos ellos han quedado eliminados en esta primera criba de Eurovisión que contó con Laura Pausini, Mika y Alessandro Cattelan como presentadores.
El jueves, otros 18 países competirán por hacerse con una de las diez últimas plazas para la final. España, al igual que Francia, Alemania, Reino Unido y la anfitriona Italia, no tienen que pasar la criba de las semifinales y competirán directamente este sábado por el micrófono de cristal.