Se sueña con la fórmula de la eterna juventud. Un poder que bien podría tener un superhéroe y que le podría prácticamente hacer inmortal por esa cualidad de que el tiempo no pasa para él. Y, salvando en la ficción a Benjamin Button, que pasaba de viejo a joven, o el drama de lo que supone la lucha contra el tiempo de la progeria (una extraña enfermedad que produce envejecimiento prematuro), no se conocen casos inversos, es decir, en los que uno se quede como un adolescente eternamente. Eso ha sido así hasta que se ha conocido la historia de Denis Vashurin.
Para este joven de 32 años el tiempo se ha paralizado. Ha logrado sin quererlo el propósito de Peter Pan. Concretamente, él ha seguido cumpliendo años, pero se ha quedado en la apariencia de un niño de 12. ¿Raro, verdad? Pues sí, pero esto no tiene nada que ver con los deseos de la película de Disney. Lo suyo es un problema que le ha impedido a este joven de la región de Krasnoyarsk en Siberia, crecer como los demás.
Denis nació en 1987 y desde muy temprano ya comenzó a darse cuenta de que su ritmo no era como el de los demás. En la guardería siempre era el más pequeño de todos y, aunque trataba de restarle importancia, tal como ha confesado en una entrevista con un bloguero que se ha hecho pública en Youtube y a partir de la cuál se ha hecho público su caso, hubo un momento en el que las diferencias comenzaron a ser más que notables.
Si se le conoce, nadie podría imaginar que tras su cuerpo de niño, hay un joven de 32 años que tiene "los mismos dolores y molestias que otros adultos", tal como ha declarado. Lo suyo es un problema genético que le ha congelado literalmente en el tiempo, y, aunque en un principio esto le resultó así como ha manifestado, eso no le ha permitido estar haciendo una vida normal.
Para Denis Vashurin el peor momento llegó con la adolescencia. Ya no es que fuera más pequeño que los demás o que los médicos no dieran con su problema y lo achacaran todo a nervios sin darle más explicaciones. Las diferencias cada vez eran más evidentes y eso reveló que su cuerpo no maduraba en los mismos tiempos que los del resto.
Sin embargo, lejos de sufrir bullying o sentirse desplazado, Denis ha admitido que él siguió con su vida normal, sus estudios y que "no prestaba atención al 'defecto'". No ha negado que al principio lo pasase mal por el hecho de aceptar sus diferencias y limitaciones, pero lo ha sabido superar y eso no le ha impedido hacer una vida normal.
Que su cuerpo haya dejado de envejecer es un misterio para la ciencia, pero eso no supone que él se haya quedado en los 12 años mentales. Denis tiene pareja y un trabajo en una empresa de suministro eléctrico. Su vida la ha aceptado y es completamente normal, salvo por algunas situaciones que se le han presentado y de ciertas miradas indiscretas.
Para Denis lo más difícil no ha sido darse cuenta de que su vida nunca será como la de los demás. Él no va a seguir el ritmo del resto y mientras a unos les salen las primeras arrugas y sus compañeros presumen de barba poblada, él se mantiene como un chaval de 12. Pero eso no ha sido lo más duro de todo su proceso de aceptación. Lo peor ha venido con las bromas y burlas de las personas. "La sociedad puede ser muy cruel", ha manifestado y eso lo dice con mucho conocimiento.
Porque el tener un aspecto de niño y hacer vida de adulto puede dar lugar a muchas confusiones. Más de un problema le ha acarreado el tener un cuerpo de 12. Por ejemplo y tal como él mismo ha contado con la policía al verle conduciendo su coche y creyendo que tiene un carnet falso, cada vez que le piden el DNI y ponen caras de asombro por si está tomando el pelo al que se lo pide o al practicar la caza y escandalizarse algunos al ver 'a un niño' manejar las armas con tanta destreza.
Desde luego que su día a día no es fácil, pero Denis ha sabido entender que es distinto y solo pide que "no se le juzgue". Él no envejece y vive con ello, pero lo que no soporta es que todo el mundo le haga preguntas incómodas relacionadas con su aspecto tan infantil. Eso para él es mucho más duro que no crecer nunca.