Cuando cumplimos 18 años esperamos que mágicamente todo sea diferente, y aunque esta edad supone muchas novedades como el primer año de universidad e incluso irnos a vivir solos, a veces nuestros padres tardan en cambiar el chip y vernos como adultos.
Por un lado, llevan toda la vida cuidando de nosotros e inevitablemente seguiremos siendo sus niños o niñas hasta que cumplamos 50 años. Sin embargo, a veces nos creemos más maduros de lo que somos y exigimos que nos traten como adultos cuando seguimos comportándonos como adolescentes.
Hemos recopilado algunos consejos que pueden ayudarte si quieres que tus padres cambien de mentalidad y empiecen no sólo a verte como un adulto responsable, sino a tratarte también como tal.
Hay algunas señales de que para tus padres sigues siendo un adolescente, aunque hayas cumplido la mayoría de edad recientemente:
Si cualquier otra persona nos tratase de esta manera la reacción más sana sería distanciarnos o tener una confrontación. El problema es que cuando esta conducta de autoridad, sobreprotección y paternalismo proviene de nuestros padres, nos cuesta un poco saber cómo actuar.
Tienes muy claro que tus padres están actuando de manera injusta. La gran pregunta es, ¿cómo estás actuando tú? No es fácil admitir nuestros errores, pero si queremos que la relación con nuestros padres cambie, hace falta revisar cómo actuamos y cambiar algunas conductas si es necesario.
Si cada vez que estás en casa actúas como si vivieses en un hotel dejando que tus padres hagan todo, es normal que sigan viéndote como un niño. Lo mismo sucede si tu reacción inicial cuando tienes un problema es pedirles que lo solucionen; una cosa es dejarte aconsejar y otra responsabilizar a tus padres de tus errores.
Debes adaptar tu forma de actuar en familia y empezar a ser más sensato, maduro y responsable cuando tomas decisiones. Si vas a exigir que te traten como un adulto, compórtate como tal.
Aunque no lo creas, puedes hablar de tus problemas con tus padres −o por lo menos intentarlo−. Di lo que sientes con claridad, por ejemplo, que te comprometes a actuar de forma más responsable, pero que te gustaría que ellos te tratasen como un adulto y no como un eterno adolescente. Lo más probable es que te acaben entendiendo y que poco a poco cambien su forma de comportarse para no infantilizarte más.
Si apenas hablas con tus padres y no saben cuál es tu opinión sobre los conflictos del día a día, difícilmente empezaran a verte como a una persona adulta y no como a su hijo pequeño. Para ellos sigues siendo el adolescente ‘rayado’ por la selectividad o por el primer amor y que pasaba su tiempo libre jugando al ordenador y yendo de campamento. Demuéstrales que tus preocupaciones actuales van más allá.
No estoy diciendo que hables explícitamente sobre tu vida sexual, sino que poco a poco introduzcas en las conversaciones temas como la política, los problemas de la vida adulta, tu postura respecto a diferentes conflictos sociales, las dudas que sientes en la universidad y otros asuntos que pasan por tu mente. El objetivo es poder debatir en familia, hablar de diferentes aspectos vitales y poder sincerarte con facilidad. De esta forma conseguirás que te vean como una persona madura con su ideología, sus creencias y su particular forma de ver la vida.