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"Fantaseo con vivir sola": el reto de cuatro jóvenes que destinan casi la mitad de su sueldo a pagar el alquiler

  • Según el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, una persona con el salario bruto medio en España tendría que destinar el 43% de su sueldo para pagar una vivienda de 80 metros cuadrados

  • En Yasss hemos hablado con cuatro jóvenes sobre vivienda, asegurando una de ellas que "destina más de un 30% de su salario a pagar el alquiler"

  • En España, el precio del alquiler ha aumentado en un 7,55% en el segundo semestre de 2022, lo que hace que el precio medio sea de 912 euros

Encontrar una vivienda que poder alquilar sin tener que pedirle dinero a sus padres sigue siendo uno de los grandes retos de muchos jóvenes. En España, el precio del alquiler ha aumentado en un 7,55% en el segundo semestre de 2022, lo que hace que el precio medio sea de 912 euros; un aumento que no se ve compensado con el de los salarios, ya que el sueldo medio de una persona joven subió ese mismo año un 4,6%, alcanzando los 1.089 euros netos al mes de media, según el barómetro del Consejo de la Juventud al cierre de 2022.

Es por eso, que el tema de la vivienda sigue siendo una de las principales preocupaciones de muchos jóvenes que, aunque tengan un trabajo estable, no pueden plantearse dejar de compartir piso y mucho menos pensar en comprarse una casa.

Según datos de 'Milanuncios', los precios de las habitaciones en pisos compartidos habían subido un 79% justo antes de comenzar el nuevo curso escolar. Ni siquiera pagar un alquiler por habitaciones es una opción para los jóvenes que no pueden gastarse más de 300 euros al mes en las grandes ciudades.

Sin embargo, el problema de acceso a la vivencia no es, según el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, algo que afecte solo a las grandes ciudades, "se trata de un problema generalizado en todo el país: hasta 2.298 municipios (incluyendo la práctica totalidad de las capitales de provincia), en los que viven el 61,09% de los hogares españoles, cumplen los criterios para considerarse zona tensionada (donde el precio de la vivienda se ha disparado muy por encima de los salarios). Se trata de un problema masivo y generalizado: en los últimos 10 años, los alquileres han subido una media del 51,4% en España, mientras que los salarios solamente han aumentado un 3,4%". 

¿Los jóvenes ya no sueñan con comprarse una casa? ¿Prefieren vivir toda su vida de alquiler para poder moverse geográficamente de manera más cómoda? Estos son argumentos que hemos podido leer a lo largo de los últimos años en las redes sociales o escuchar en tertulias informativas, pero... ¿Son ciertos o quizá no sueñan con ello porque son conscientes de la imposibilidad de conseguirlo?

Juventud, precariedad e inestabilidad vital

En Yasss hemos hablado con cuatro jóvenes (Luz, Agar, Elena e Idoia) sobre vivienda y todas ellas, menos Elena, concluyen en que les gustaría comprarse un piso en el futuro. Elena ni siquiera piensa en ello.

Las cuatro jóvenes trabajan, pero tienen dificultades para pagar el alquiler y ahorrar cada mes. Luz, por ejemplo, tiene 26 años y aunque es de Cantabria vive en Madrid desde hace 5 años. Todo este tiempo, ha estado compartiendo piso en la capital y, al principio fue por gusto, pero "ahora que ya trabajo, es por necesidad, porque no me puedo permitir vivir sola con los precios a los que están los estudios o pisos de una habitación".

Aún compartiendo piso, Luz destina 400 euros de su sueldo a pagar el alquiler, "sin contar los gastos, aunque por suerte no son muchos". Mes a mes, la joven destina más de un 30% de su salario a pagar el alquiler, "pero en mi anterior situación laboral dedicaba casi el 50% del sueldo solo al alquiler, y así no se puede vivir sin ir con el agua al cuello".

Elena, al igual que a Luz, también le gustaría poder vivir sola, pero con 27 años sigue compartiendo piso en Alicante. "Ahora me gustaría vivir sola, pero eso implicaría renunciar a viajes, ahorro...", asegura. Trabaja como técnica de integración social con personas migrantes que solicitan protección internacional y, excepto en los meses de verano o Navidad, consigue ahorrar.

Ella tiene claro que España necesita una "Ley de la vivienda urgente que prohíba la venta de pisos a fondos de inversión. A partir de la segunda vivienda, nadie podría sacar rédito del alquiler, debería ser ilegal comprar más de una casa a la vez, y si se hace que sea con al condición de establecer un alquiler social. Y, por supuesto, hace falta vivienda pública "a saco". 

Si algo tienen en común Elena, Luz e Idoia es que las tres son de pueblos pequeños y por motivos laborales tuvieron que mudarse a otras ciudades más grandes. Esta última nació en un pequeño pueblo de Bilbao y en la actualidad, a sus 23 años, vive en Barcelona.

También tienen en común que todas ellas comparten piso, pero en el caso de Idoia lo hace, en parte, por gusto: "Si ahora pudiera permitirme poder vivir sola, seguiría compartiendo piso por evitar el sentimiento de soledad que, por muy fuerte y bien que estés mentalmente, acaba apareciendo cuando estás lejos de tu familia y amigos". 

Un trabajador que cobrase el SMI, tendría que dedicar el 75,7% de su salario para el pago de un alquiler medio

Muchos inquilinos jóvenes dedican un alto porcentaje de su sueldo a pagar el alquiler, en el caso de Idoia el 40%, lo que hizo que estuviera "a punto de volverme a casa por la imposibilidad de permitirme una vida normal, sin grandes lujos, en Barcelona". Es más, según el Sindicato de inquilinas e inquilinos de Madrid, "una persona con el salario bruto medio en España (24.395 euros) tendría que destinar el 43% de su sueldo para pagar una vivienda de 80 metros cuadrados, tomando como referencia el precio medio de 11,03 euros/m2 al mes".

Sin embargo, según el sindicato, "si tenemos en cuenta que mucha población que vive de alquiler cobra unos ingresos inferiores a la media, y que muchos viven también en zonas tensionadas, nos encontramos con porcentajes mucho mayores. Para un trabajador que cobrase el SMI, el dato sería de un 75,7% del salario para el pago de un alquiler medio". 

Agar, a diferencia del resto de entrevistadas, está contratada como becaria y su salario no llega a los 300 euros al mes. Ha estudiado una carrera universitaria y un máster, pero actualmente se encuentra realizando las prácticas extracurriculares y con su sueldo no puede permitirse vivir en Getafe sin la ayuda de su madre: "Es bastante triste porque con 23 años, con un máster y con una carrera, que tenga que estar en estas condiciones sin saber qué me va a deparar la vida, pues bueno...".

Mudarse por necesidad

Luz, Elena e Idoia coinciden en que han pensado dejar las ciudades en las que actualmente residen porque creen que en otras más pequeñas serían más felices y su calidad de vida mejoraría. "Con lo que gano aquí sé que en mi provincia de origen, Cantabria, mi calidad de vida sería infinitamente mayor, pero al final, de lo mío no hay tantas oportunidades laborales allí. Entonces estoy, entre comillas, obligada a seguir aquí o en otra gran ciudad con el mismo problema", asegura Luz.

Elena ya dejó una gran ciudad por el precio del alquiler, Valencia, y se mudó a Alicante: "Ahora fantaseo con vivir sola en una ciudad pequeña". Idoia, también estuvo a punto de volverse "a casa por la imposibilidad de hacerme cargo de todos los gastos, pero las oportunidades que me da Barcelona hicieron que 'me apretase los pantalones', trabajar como azafata o camarera algunos findes y darlo todo en mi trabajo a jornada completa para que mi sueldo subiese y poder permitirme en vivir aquí".

No obstante, Idoia tiene claro que si el día de mañana se compra un piso lo hará en el País Vasco: "Tengo pensado volver una vez quiera formar mi familia. Las grandes ciudades cuentan con unos precios desorbitados a los que difícilmente podré acceder".

Las principales demandas de los inquilinos

Las inquilinas e inquilinos que forman parte del sindicato de Madrid están unidos por una misma demanda: "Queremos vivir dignamente en nuestras casas, y no vamos a permitir que los especuladores y los rentistas nos expulsen de nuestros barrios", aseguran a Yasss.

Lo que piden, más concretamente, es "la estabilización de la duración de los alquileres, la regulación de los precios, el fin de los desahucios, la limitación de las viviendas de uso turístico o el aumento del parque de vivienda pública".

Para que baje el precio del alquiler, su estrategia como sindicato es clara: "Creemos que la clase inquilina organizada es la que mejor puede defender sus derechos colectivamente. Apostamos por un modelo centrado en la unidad y en la ayuda mutua, con nuestras asambleas como principal espacio para la politización y la organización conjunta de estrategias de lucha".