Este año, la celebración del Día Internacional de la Mujer llega después de un periodo de fuerte convulsión política, en cuanto al feminismo se refiere. La entrada en vigor de la Ley del Solo sí es sí - bandera de la cartera ministerial de Irene Montero - y la excarcelación de agresores sexuales que ha provocado por el desajuste penal en su modificación, ha divido a España entre los que están a favor y en contra de la figura de la Ministra de Igualdad.
Más allá de la labor de Gobierno, el 8 de Marzo, las mujeres volverán a vestirse de morado y se lanzarán a las calles de las principales ciudades españoles para pedir más: más respeto, más derechos, más oportunidades, más libertad; y menos: menos agresiones, menos machismo, menos discriminación y menos muertes. Cero muertes. Pero, ¿por qué lo hacen cada año luciendo esa tonalidad? ¿Por qué el morado - y sus variaciones - es el color del feminismo?
La explicación más sencilla, a lo navaja de ockham, es que el morado es, precisamente, la mezcla perfecta entre dos colores que, culturalmente, se asocian a los dos sexos: el rosa y el azul. Para muchos, este resultado cromático es una explicación bastante sosa, pero, si lo pensamos bien, la unión de dos colores que representan a lo masculino y a lo femenino es una buena metáfora de lo que significa el feminismo: la relación de hombres y mujeres en igualdad.
Históricamente, hay otro motivo por el que el morado es el color de la mujer. Hay que remontarse al año 1911 y a las duras condiciones laborales a las que las mujeres estaban sometidas en la industria textil. Concretamente, las empleadas de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York trabajaban diez horas al día, seis días a la semana, confeccionando camisas de hombre por un salario indigno con el que sólo podían mal vivir.
La mayoría de ellas eran extranjeras, de procedencia judía e italiana, y trabajaban hacinadas y a puerta cerrada. El 25 de Marzo de ese mismo año, se declaró un incendio dentro de la fábrica - que nunca se supo si fue intencionado o no - en el que murieron 140 mujeres. Las prendas que manipulaban eran de color violeta y se dice que, mientras morían, atrapadas por las llamas, el cielo se llenó de una enorme columna de humo de ese mismo color. Por eso, en honor a aquellas que perecieron, el lila se constituyó como el símbolo de la lucha feminista.