Seamos sinceros: llegar a LinkedIn es como pasar a un jardín en el que todas las rosas están muertas. Sobre todo, si vienes de Instagram, con sus playas y terrazas, de TikTok, con sus coreografías imposibles, o de Twitter, con sus eternos dramas y reproches en mayúsculas. Crear un perfil en LinkedIn es montar una tienda de campaña en un desierto vacío, hostil y desconocido: no hay nadie alrededor y no tienes ni idea de cómo funcionan las cosas.
¡Pero tranquilo! Una vez toqueteas un poco, es fácil entender por qué esta red acumula más de 600 millones de usuarios, según LinkedIn. En los últimos años, la empresa se ha puesto las pilas para convertir su interfaz en un entorno agradable que permita el intercambio de opiniones sobre el mercado laboral y, con un poco de suerte, el descubrimiento de ofertas de empleo o prácticas para muchos usuarios. Para ello, es fundamental seguir a la gente adecuada y tener un perfil atractivo, que acumule visitas y te diferencie en tu sector.
¿Te suena el concepto? Networking es el término que se usa en el mundillo de los negocios para referirse a ‘hacer contactos’. LinkedIn está basado en esa premisa: aprovechar lo que otras personas pueden hacer por ti y tratar de favorecerles a ellos de vuelta. A quién, depende de ti.
Es importante tener el perfil lo más completo posible: títulos, idiomas, fotos… y actualizarlo a menudo. Es una especie de escaparate en el que tú eres el producto, así que hay que cuidarlo todo, incluso aquello que no nos salta a la vista habitualmente, como la imagen de fondo, esa foto que sale detrás de la de perfil y que te ayuda a demostrar profesionalidad y a mostrar, de un solo golpe de vista, aquello que tú quieres poner en valor.
El extracto también es muy importante: es la información que tú le cuentas a quien entra en tu perfil. Puede incluir hasta 300 caracteres y deis documentos multimedia, como presentaciones, fotos o tu porfolio. Así, no solo amplias la información de tu perfil, sino que das un atractivo visual y enganchas a tus visitantes con recursos multimedia.
Aprovecha los espacios que te dan para explayarte. Si en el extracto debes ser breve y conciso (“he estudiado tal y trabajo aquí”), en la parte de la experiencia y la educación puedes enrollarte todo lo que consideres, e incluso añadir contenido multimedia. ¿La foto de un evento al que te invitaron? ¿Una presentación de la que estés particularmente orgulloso? Apúntalo, así refuerzas tu experiencia de una forma mucho más atrayente.
En la sección ‘educación’, más de lo mismo. Lo mejor es contar todo lo que pueda favorecerte (notas, logros o éxitos) y, además, añadir diplomas o algunos trabajas que te hagan sentir particularmente orgulloso. Da sensación de transparencia y profesionalidad.
Para incluir este contenido, debes cargar el fichero o adjuntar el enlace en cada sección. Si lo subes desde tu ordenador o móvil, puedes añadir un título o descripción, preferiblemente escuetos y descriptivos: sin ser clickbait, que dejen a la persona que te lee con ganas de saber más.
Para favorecer la visita a tu perfil, los expertos recomiendan que vayas tú antes a ver otros perfiles, como el vecino que va a tomar el café al piso de enfrente. La reciprocidad funciona, pero puede resultar tramposa: LinkedIn avisa de las visitas que has recibido en los últimos noventa días. Así que, si lo que quieres es saber qué ha estudiado el chaval que conociste la noche anterior, mejor pregúntaselo directamente (o, al menos, evita buscar su nombre en LinkedIn mientras tu cuenta está abierta).
LinkedIn también cuenta con un TimeLine que muestra a cada usuario las publicaciones que comparten sus amigos y contactos. En esta red social se publica de todo, siempre que tenga que ver con lo laboral: desde impresiones hasta ofertas de trabajo, pasando por artículos u opiniones sobre el sector de cada trabajador. En estos posts puedes comentar e interactuar: de hecho, son muy valiosos, porque ayudan a que se difundan mejor. Y ya sabes cómo funciona esto de los contactos: si ayudas, te ayudan. O algo así.