De un tiempo a esta parte las cosas han cambiado mucho para un estudiante. La tecnología corretea a pasos agigantados, y si hace unos años era muy común reunirse para la realización de trabajos en grupo en los que acababas jugando a una guerra de pajitas y te dejabas todos tus euros en cafés en la cafetería de la universidad, ahora lo más normal es aprovecharte de las apps y programas que nos permiten hacer trabajos en grupo desde casa y acortan salvajemente el tiempo perdido y los recursos malgastados. Todo por tu productividad y la de tus colegas, alimaña procastinadora.
Alguien con ojo –y hay muchos– supo del potencial de esta app de videochat al comienzo de la pandemia, porque en poco tiempo las acciones despegaron como la bicicleta de ET. Lo que era una aplicación muy poco conocida y exclusiva para reuniones de trabajo ha pasado a tener 300 millones de usuarios. No es para menos, porque es comodísima en su versión gratuita. Es quizá la más intuitiva y mejor considerada de todas las apps para videollamadas, y desde el boom se ha ido actualizando constantemente para resolver los mínimos problemas que puedan surgir.
¿Lo bueno? En su versión gratuita, puede agrupar a grupos grandes de trabajo, hasta 100 participantes durante 40 minutos, y es muy fácil crear una nueva sala de reunión cuando se acaba el tiempo y hay que mandar un nuevo enlace para que los participantes accedan. Visualmente es más amable que Skype para encontrar lo que necesitas, y tiene todas las funcionalidades que uno precisa para estudiar y trabajar en grupo y compartir información de forma: chat y compartir pantalla, entre otras.
El anfitrión además puede dirigir el grupo de trabajo para que la dinámica productiva aumente silenciando a unos participantes y dando paso a otros.
Alternativas: Google Meet (antes Hangouts) o Skype de toda la vida.
La ventaja de esta app es que no necesitas descargártela en el escritorio, como su hermana Zoom, y puedes hacer exactamente lo mismo que otros programas de videollamadas. Todo se realiza a través del navegador, con el consiguiente ahorro de espacio y megas. Salvo si quieres grabar el encuentro en grupo, muchas de las funcionalidades son gratuitas, y lo único necesario es que los miembros del grupo de trabajo os abráis una cuenta. Lo malo es que, si hay más de cuatro participantes, nos tocará suscribirnos a una de las tarifas que ofrece, la versión pro (hasta 12 miembros) y la bussiness (hasta 50).
Es la que recomendaríamos nosotros para un grupo de estudio reducido, que nos ayude a concentrarnos y nos permita prescindir del encuentro físico.
Alternativas: Microsoft Teams.
Si vale para empresas, vale también para grupos de estudio y de trabajo. Te hablamos de Slack, que junto con Trello, es una de las apps de escritorio más útiles y ‘frikis’ para centrar todas las comunicaciones.
Trello, por ejemplo, permite crear tarjetas con tareas asignadas para cada miembro del grupo, cada una bien diferenciada visualmente. Es super intuitiva y una pasada para proyectos colaborativos.
Slack, por su parte, es ideal para pasar del correo electrónico y la consiguiente lentitud del estudio o el trabajo por esa vía. Se organiza por salas de trabajo en las que es muy fácil crear un flujo compartido de tareas e ir arrastrando los documentos que el grupo necesita para trabajar, las fuentes y la documentación que haga falta. Hay una versión gratuita capada, pero aun así muy útil.
Otra app muy visual y fácil para discutir ideas e irlas agrupando en categorías o flujos temáticos. Una especie de versión futurista del braninstorming de toda la vida.
En este sentido, Titanpad también mola bastante para crear textos colaborativos o trabajos donde quedan compilados (es similar a Google Docs); y como pasa con Whereby, ni siquiera os hace falta crear una cuenta.
Como alternativa, existe Google Sites, de funcionalidades parecidas. Se pueden compartir archivos, se sincroniza automáticamente con Google Calendar y tienes la posibilidad de hacer videoconferencias (desde el móvil, además).
Un delicioso gestor de tareas que impide a los procastinadores abanicarse el sobaco. Se pueden anotar las tareas que quedan por hacer y organizar las sesiones de trabajo del grupo a través a través calendario