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Se mira, pero no se toca: los tuppersex online triunfan esta cuarentena

  • Muchas empresas ofrecen sus tupperware online

  • Haz una videollamada con amigas y organiza un plan diferente

Esta cuarentena todos estamos confinados, lo que incluye tomar distancia de la sexualidad tal y como la entendíamos hasta el pasado mes de marzo. Pero, lejos de aparcarse hasta que se levante el estado de alarma, el deseo se adapta a la situación: las pantallas se llenan de citas por Skype, sexting y nudes con un poquito más de gracia que un simple contrapicado de tus genitales.

Todo se reinventa en cuarentena, también los tuppersex. Como las profesionales no pueden ir de casa en casa compartiendo sus conocimientos y juguetes sexuales, muchas empresas organizan veladas telemáticas. Despedidas de soltera (de la boda, ya hablaremos más adelante), tardes con amigos o veladas en pareja en las que expertos en el ámbito de la psicología y de la sexualidad muestran, desde una webcam, productos eróticos de todas las marcas, colores y formas, y resuelven las dudas que puedan surgir.

¿Para quién están dirigidas estas sesiones? El único requisito es ser mayor de 18 años: lo demás es opcional. Así que, si te decides a hacer un tuppersex esta cuarentena, pasarás unas dos o tres horas de propuestas, hormonas y sugestión, sin moverte de casa. Si al otro lado de la pantalla algún juguete llama tu atención, basta con pedírselo y te lo harán llegar por correo, bien en los días siguientes, bien cuando se levante el estado de alarma. Pero, ¿cómo funciona exactamente un tuppersex y qué nos podemos encontrar al otro lado de la cámara?

¿De qué va esto?

Hay que saber qué es un tuppersex y que no lo es, que luego se escucha a trabajadoras contando auténticas barbaridades de sus clientes y lo que se encuentran cuando abren una puerta. No es una experiencia de contacto, más bien todo lo contrario: se trata de un evento en el que lo erótico es la silicona, el plástico y la labia de quien lo presente.

Suena noventero, como de ‘Sexo en Nueva York’, un poco brusco y muy divertido, y es exactamente eso. Las sesiones de tuppersex son encuentros en los que se llevan juguetes eróticos y se habla de ellos y de la propia sexualidad. Un poco al estilo de las charlas de educación sexual que recibimos a los 13 años, pero sin estar rodeada de otros cuarenta niños en plena efervescencia adolescente que todavía se ríen si una mujer dice ‘pene’ más de tres veces.

Por el contrario, los tuppersex se presentan como espacios seguros: lo que pasa ahí dentro, se queda ahí dentro. Uno va a aprender sobre juguetes y sexualidad con gente cercana y, de paso, se echa unas risas. Las reuniones suelen hacerse en la casa de quien lo organiza o en grandes salas alquiladas, dependiendo del número de invitadas, y en ellas hay comida, bebida y una profesional cargada de juguetes eróticos.

Visto así, no parece muy difícil llevarlo al ámbito virtual. Sírvete una copa de vino, comprueba tu conexión wifi y conéctate a tu app de videochat favorita: el resto no depende de ti, así que fuera nerviosismo. La persona que lo presenta está acostumbrada a tratar con perfiles de lo más diverso y por sus manos habrá pasado de todo, desde la abuela de la novia, en aquella despedida de soltera de la que llevan hablando cinco navidades, hasta tu amiga la de los juguetitos, esa que conoce los sex shops como si se hubiese criado en uno.

Sesiones dinámicas y divertidas

A ‘la chica del tuppersex’ le da igual con quién te hayas acostado y cuántas veces: está ahí para hacerte pasar un rato divertido. Debes saber es que no tienes obligación de comprar nada, así que no te preocupes si nada te convence o no te apetece gastarte dinero en ese momento. Normalmente se paga por sesión y grupo.

Empieza la videollamada: la presentadora habla, cuenta quién es, invita al resto a decir sus nombres. Desde tu casa, verás las caras de tus amigas mientras ella abre su maleta y empieza a sacar aquellos artículos y juguetes sexuales que ha preparado específicamente para el público del día. Los objetos van apareciendo en la pantalla, mientras la presentadora explica qué son, para qué sirven y cómo pueden mejorar la vida sexual de cada uno.

Mientras tanto, los asistentes preguntan. Estas reuniones no son solo para comprar, sino que funcionan como una consultoría sexual intima: cada persona tiene su propia concepción de lo erótico, y es tan válida como cualquier otra. La idea es que cada uno encuentre un artículo que pueda integrar en su vida: velas, esencias, sets de bondage… la sesión funciona no solo a nivel informativo, sino que ayuda a las participantes a romper con el pudor de hablar de sexo en grupo.