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¿Quieres llegar al orgasmo siempre? La regla de los 6' para unas relaciones más satisfactorias te puede ayudar

  • Es una regla extremadamente fácil de aplicar, pero muchas personas se olvidan de ella.

  • Según el estudio a partir del cual se creo, los hombres son los que menos la aplican (y deberían)

En el sexo, como en la vida, también existen muchos trucos vox populi, técnicas, leyendas urbanas que prometen orgasmos sin parangón con muy poco esfuerzo.

Todos hemos heredado ese absurdo imaginario visual de ciertas películas americanas, en las que un personaje practica el cunnilingus recitando el abecedario con la lengua, con la promesa de una corrida memorable de su acompañante. Una escena bastante ridícula que, por desgracia, ha hecho mucho daño y ha convertido a muchos hombres y mujeres en expertos lingüistas sin ropa.

Más allá de los falsos mitos del imaginario codificado de Hollywood en torno a los encuentros sexuales, existen algunas técnicas de andar por casa que han cogido mucha popularidad en los últimos tiempos. La regla de los seis minutos es una de las que podrías practicar para mejorar tus encuentros con tu pareja o con tu crush de Tinder.

Funciona, prometido.

La regla de los seis minutos y el orgasmo son dos cosas que van bien juntas, especialmente para esas épocas en las que los encuentros con la pareja no son tan fogosos como al principio. Es una técnica especialmente pensada para disfrutar a tope de tus encuentros sexuales y darle valor a los pequeños detalles con tu chic_.

Con el tiempo, la rutina amatoria de las parejas puede volverse un erial y pecar de aburrida, y por eso es importante revitalizar de cuando en cuando. Probar posturas nuevas; enfocarse en el tiempo y las caricias para demorar el encuentro y pasar un mayor tiempo de calidad con nuestra pareja, y un largo etcétera. El polvo mecánico del conejito Duracell no debería ser una opción a considerar.

El slow sex lleva tiempo causando furor en las parejas, y cada vez hay más gente interesada en aprender a estar de otra manera en la cama, dedicándose concienzudamente a cada estadio del encuentro sexual, en lugar de atacar fieramente el fin (meterla, sacarla… esto va para los hombres que dicen odiar los preliminares, su animal mitológico favorito)

La ‘regla’ de los 6 minutos exactos surgió a raíz de un estudio que el Consejo de Información Sexual de Canadá realizó entre 1500 encuestados de todas las orientaciones sexoafectivas. Los resultados del trabajo arrojaron una conclusión sorprendente: solo hacen falta seis minutos para alcanzar el clímax, siempre que se den unas condiciones adecuadas. Aquí es donde viene la letra pequeña.

Características de la regla de los seis minutos

Primero y más importante: según dicha regla, lo fundamental es dedicarle al menos seis minutos a los juegos preliminares, las caricias y el trabajo con el cuerpo del otro. Preparar el terreno. Avivar la llama con frases que vayan haciendo que nuestra pareja entre en materia y se sienta cómoda. Lo que el estudio denominó “un comportamiento afectivo previo al coito” demostró que las parejas que utilizaban esos seis minutos completos antes de… (bueno, ya sabes) tenían mucha más facilidad para llegar al orgasmo.

En el caso de los hombres y las mujeres, la predisposición a valorar la regla fue un poco distinta. Muchos de ellos afirmaron en las respuestas a la encuesta que el sexo había sido mucho más satisfactorio practicando ese pequeño truco (un cursito acelerado de slow sex al alcance de cualquiera), pero que en todo caso para ellos no era necesario para llegar al orgasmo. Podían alcanzarlo sin muchos problemas, con o sin regla.

Fueron las mujeres las que abrieron la caja de Pandora y revelaron lo que es vox populi: si no hay preliminares, todo es mucho más complicado. Es un paso necesario (y divertido, y placentero) para que los encuentros sexuales sean satisfactorios, y sobre todo, para poder llegar al orgasmo.

Este comportamiento afectivo, según ellas, también es algo que valoran mucho después del sexo. Cerrar la experiencia con un masaje, besos y caricias que no rompan todavía la conexión entre los dos.

Así que, muchachos, aplíquense el cuento.