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¿Qué es ser digisexual? La nueva tendencia sexual que arrasa en la generación Z

  • Desde el sexo con robots o las aplicaciones para analizar nuestro orgasmo

  • Aún no sabemos hasta dónde puede llegar la combinación entre la tecnología y los placeres de la carne

  • En Japón, ya hay algunas personas que se han casado con hologramas

En cuestiones de tendencias sexuales, apetencias con un punto particular (“No puedo hacerlo sin que me mire fijamente un periquito”) y nuevas formas de amar, todos los meses nos sorprendemos con alguna nueva categoría que amplía nuestro espectro de afectos y los lleva un poco más lejos.

Una de las tendencias que arrasa últimamente es la digisexualidad, que ha calado con fuerza entre la generación Z y promete ser una de las tendencias sexuales estrella en unos pocos años. Tecnología y sexo, ¿tan unidos como para transformar radicalmente nuestra relación con el amor?

Te contamos en qué consiste.

Tecnología y afecto

La tecnología lo ha cambiado todo en nuestra vida. Hasta la comunicación y los afectos pueden unirse a través de un gadget y de diversas aplicaciones, así que es bastante lógico que hayan surgido en torno a ellos nuevas afectividades.

La digisexualidad se mueve en ese terreno, cómodamente, además. Es la plena unión del amor y el sexo con la tecnología disponible, y en consecuencia, seres humanos que integran uno y otro en su vida para clavar la bandera romántica en lugares donde antes no había ni tierra.

La combinación entre la tecnología, el afecto y el sexo produce monstruos (vibradores fabulosos, gadgets dedicados a la subida al monte de venus con una mochila ligera y gustosita), o por lo menos, una realidad completamente nueva a la que tendremos que acostumbrarnos más pronto que tarde.

El término ‘digisexual’ nace a raíz de un artículo de 2017 de Neil McArthur y Markie L. C, autores de “The Rise of Digisexuality”, publicado en Journal of Sexual and Relationship Therapy. Se refiere principalmente a todas aquellas personas que construyen su identidad sexual a través de la tecnología y todo lo que la rodea.

Markie Twist, profesora de la universidad de Winsconsin, opina en The New York Times que los digisexuales buscan el “control” del dispositivo que han integrado en su vida afectiva. "Lo que les gusta es la tecnología sexual, los juguetes que pueden controlar con sus dispositivos tecnológicos, que se adhieren a su pene o vulva. […] No han tenido contacto con humanos, y realmente no tienen ningún interés en el sexo con personas. Esto es lo que quieren hacer, y si pudieran pagar un robot sexual, lo harían", sentencia.

Tener digisexo (no es un pokemon)

La carne es débil, y en consecuencia, se la puede ayudar con apps y aparatos fabulosos. Puede que ese "En tu casa o en la mía" sin mediación de lo tecnológico esté declinando mucho más rápido de lo que creemos desde que los digisexuales han aumentado sustancialmente en países como Japón, donde cada vez más personas consideran deseable relacionarse románticamente con un holograma.

Es el caso de Akihiko Kondo, un ciudadano japonés que contrajo matrimonio con el avatar holográfico de Hatsune Miko, un personaje de anime más famoso que el sushi o Sailor Moon. ¿Quedará poco tiempo para que veamos a alguien acostarse con una versión holográfica del Dr. Spock? Hasta que ese día llegue, los nipones tienen disponible un ejército de robots, en un país más tan tecnológicamente avanzado en este aspecto que ya, en muchos casos, la rebelión de las máquinas es doméstica y está plenamente aceptada: desde limpiar la casa a ofrecer sexo a sus anfitriones.

Sin llegar a tal disonancia cognitiva, lo cierto es que ya disponemos de toda una serie de aplicaciones a través del teléfono móvil capaces de agregar nuevas herramientas a lo que antes era sexo mondo y lirondo. En cierto modo, a estas alturas todos somos un poco digisexuales ya. Así lo afirma la fundadora de Oh My Bod. “Para la generación Z y los millennials, quienes crecieron una era donde la intimidad estaba ocurriendo digitalmente. Ya somos digisexuales por el hecho de que existe una tecnología como esta, y así es como las personas interactúan a diario”.

Ahí quedan los restos de la batalla del amor tradicional y la invasión de las máquinas para orgasmar mejor (metáfora, metáfora). Tinder ha ganado la batalla contra al ligoteo de mirada de bar y conversación casual, el sexting es un arte ya más que aceptado entre nosotros, animales tecnológicos con el WhatsApp enganchado a la vena de la muñeca, y ya tenemos disponibles aplicaciones como ‘Sex Vibes’, que permite utilizar el teléfono móvil como consolador, o ‘Orgasm Scale’, para saber nuestro rendimiento sexual y ponerle una nota de unos y ceros.

Aplicaciones para ligar con bots que imiten una conciencia humana, juguetes sexuales que te dan los buenos días, entornos de realidad virtual que imitan lúbricamente las características de una película pornográfica con todo lujo de detalles (y sensaciones), y así hasta completar una lista de milagros tecnológicos que harán más fácil (o más extraña) nuestra vida amorosa en el futuro.