Desde que la pandemia llegó a nuestras vidas y quedó erradicada la posibilidad de lanzar miradas de rayos X (con sorpresa) en una discoteca o un bar, Tinder se ha convertido en el apéndice de las personas que pastan en el desolado mundo de la soltería. Las formas entablar contacto y ligar de la generación Z han cambiado mucho también con la pandemia, aunque sigue prevaleciendo la misma eterna duda entre los que buscan acabar su cita en la penumbra y preguntar con una sonrisa enigmática: “¿Me invitas a un colacao en tu casa?”.
Pero, ¿acaso hay alguna manera de iniciar una conversación en la app de citas más famosa sin caer en el aburrimiento, la desolación o los accidentes ortográficos?
Salvo recomendación expresa de tu psiquiatra antes de atarte a la silla y abofetearte con una hermosa lubina, queda terminantemente prohibido comentar el físico de la persona con la que interactúas. No estás evaluando el ganado. Ten un poco de elegancia y demuestra que eres un ser que ha evolucionado del mono.
Las groserías salen muy caras, incluso en contextos donde ambas partes quieren mojar pan sin molestarse en averiguar si el cuerpo del otro incluye un cerebro. Si no lo haces por ti, hazlo para no perpetuar el machismo y el uso y disfrute en cadena de cuerpos ajenos (no vivimos en el supermercado de la carne).
Por supuesto, prescinde de la pasivo-agresividad si la otra persona no te contesta todo lo rápido que te gustaría; y bajo ningún concepto plantees acertijos del tipo: “¿Cómo dirías que soy por mis fotos?” o “Del uno al diez, ¿cómo de travieso/a eres?”, signo de que necesitas que te azoten hasta sangrar o de que tienes menos conversación que la rueca del cuento de La Bella Durmiente.
A veces un sencillo “Hola”, sin faltas de ortografías y demostrando una genuina curiosidad es suficiente para iniciar el contacto en Tinder con ciertas posibilidades de éxito. Nunca uses un “hey”, pues significa que lo tuyo es grave y no tiene cura.
A decir de much_s usuari_s, es necesario currárselo un poquito para salir de esa gran masa de gente que comenta la meteorología o su receta de las lentejas; salvo si te encuentras a alguien lascivamente enamorado de los guisos que hacen chup, chup (no es una metáfora del sexo), en cuyo caso seguro que tienes éxito.
Fíjate en sus fotos, en su biografía, sus gustos... Busca lugares de encuentro y pregunta por algún tema que denote que te has fijado en algo más que en su escote/sonrisa. Se puede aprender a conversar y a llevar la charla por ideas y temas que no caigan en el lugar común, y para eso, usa tu inteligencia, tu cultura, y de paso, un poquito de humildad no vendría mal. No es una competición
Hablar es, sobre todo, mostrar entusiasmo, escuchar con empatía a la otra persona e interesarse por quién es realmente y qué le mueve de este mundo. No fuerces las coincidencias ni busques cualquier tema manido con el objeto de sobrevivir al corte de guillotina (algo que abunda en Tinder).
Cada chat de Tinder es un mundo, pero hay un elixir que garantiza, en gran parte de los casos, pasar del punto A al punto B: la risa, la chufla, el cachondeo. Signo claro de inteligencia y de maestría para llevar una conversación hacia la fluidez necesaria. Eso sí, en asuntos de comedia y técnicas de ligue, en el equilibrio está la clave. La gente que se pasa de ingeniosa en Tinder acaba resultando muy artificial y cae por su propio peso.