De una manera u otra, todos hemos visto un condón y sabemos cómo funciona: un preservativo masculino es una funda fina, normalmente de latex, que se coloca sobre el pene erecto, que puede servir como barrera entre el óvulo y el esperma y que protege de las enfermedades e infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, ¿alguna vez has visto un preservativo femenino? Aunque en España su uso no esté tan extendido, es uno de los anticonceptivos que mejor previene de los embarazos y ETS.
Como su homólogo masculino, se trata de un método anticonceptivo de barrera: es decir, se interpone entre el esperma y el ovario para que no se fecunde. También es de un solo uso (un preservativo por cada relación sexual vaginal), protege de las enfermedades de transmisión sexual y se puede conseguir en farmacias. Por su precio y beneficios, está especialmente recomendado para relaciones sexuales esporádicas. En Yasss te explicamos todo lo que necesitas saber sobre este método.
Se trata de una especie de bolsita hecha de un plástico muy fuerte y delgado con dos anillos, uno en cada extremo, que se ajusta a las paredes de la vagina. De los anillos del extremo, el más grande se ajusta al cuello uterino insertándolo lo más profundamente posible en la vagina, mientras que el de menor diámetro se mantiene fuera y cubre la vulva. Después de la relación, los médicos recomiendan apretar y girar este último anillo, dejando el semen en el interior de la bolsa antes de deshacerse del anticonceptivo.
Este preservativo es uno de los métodos más seguros para las mujeres, ya que protege de las infecciones de transmisión sexual también en los genitales externos. Pero, ¿qué pasa con su efectividad como anticonceptivo? Ese es otro tema. Como ocurre con la mayoría de los anticonceptivos, si se usa correctamente evita el embarazo en un 95% de las ocasiones. Sin embargo, la efectividad real del método ronda el 80%.
El preservativo femenino puede llevarse puesto hasta ocho horas y no debe usarse con un preservativo masculino: a fin de cuentas, son dos bolsitas de plástico, y el roce entre ambas puede hacer que se rompan.
El principal punto en contra de este preservativo es que la fricción del condón disminuye la estimulación del clítoris y su lubricación, lo que puede reducir el placer de quien lo lleva puesto. Para solucionarlo, los especialistas recomiendan usar un lubricante a base de agua. Además, es más caro que el preservativo masculino, y no está disponible en tantos establecimientos.
Del lado bueno, el preservativo femenino no necesita receta, es eficaz de manera inmediata, no suele causar alergias y no requiere que el pene esté erecto para su colocación, como sí ocurre con el preservativo masculino.
Antes de usar uno, comprueba la fecha de caducidad y que no haya defectos. Guárdalos en un lugar seco y, por supuesto, después de usarlo no lo tires por el váter.
De 1993 hasta nuestros días
El 11 de septiembre de hace 27 años, el diario El País anunció que "poco a poco y sin hacer ruido publicitario", el condón femenino llegaba a las farmacias españolas. Una caja de tres costaba 970 pesetas, poco menos de tres euros, y en el periódico destacaban dos de sus ventajas: "No interrumpe el juego amoroso, ya que para su colocación no hay que esperar a que el órgano masculino esté erecto; y además permite a las mujeres disponer de un método que les permita defenderse, cuando ellas quieran y sin depender de si el hombre quiere o no ponerse la goma, del sida".
En cualquier caso, de ese primer modelo a los que se comercializan ahora hay un paseo largo. Las condiciones han mejorado, especialmente desde la Cumbre de Planificación Familiar de 2012 en Londres, en la que se acordó aumentar el acceso al condón femenino en los países más pobres, al ser un método anticonceptivo fácil de usar, seguro y barato. En India, la empresa Cupid comercializa el condón femenino más barato del mundo, por menos de medio dólar la unidad. Un método, aseguran en su web, para rebajar "la población mundial".