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‘Mile High Club’, la empresa que premia las relaciones sexuales aéreas: así son las reglas para entrar

Seguro que alguna vez te has preguntado si es posible cumplir esa fantasía recurrente que tantas series y películas nos han vendido como factible. Pongamos que estás en un avión después de haber seguido nuestros consejos para viajar, distraídx, mirando por la ventanilla. Pongamos que cruzas miradas con alguien que no conoces y, mágicamente, apenas cinco minutos después, estás dentro de la cabina del baño practicando alguna de estas posturas sexuales aptas para gente con mucho tiempo libre y un cuerpo de goma; en suma, sin ropa, con unx desconocidx que te dice: “Quiero tener un orgasmo antes de que nos estrellemos”.

En fin, puede que ya lo hayas hecho; puede que todavía te quede esa casilla por marcar en tu lista de fantasías sexuales, pero lo cierto es que el capitalismo y sus siervos se han adelantado y ya han pensado cómo satisfacerte. Existe un club dedicado a darle a las escenas eróticas alojadas en la parte menos práctica de nuestro cerebro el espacio que merecen: encuentros sexuales en el cielo; concretamente, a 10.000 km de altura y dentro de un avión.

El club de la milla alta

Basten unos pocos datos para ponernos en órbita. ‘Mile High Club’ es un club creado por la empresa Love Club que organiza vuelos privados para que sus usuarios puedan mantener relaciones mientras se dan un garbeo por las nubes.

Hay premio, por supuesto. Te dan hasta un certificado firmado por el piloto después de haber sido dignx de entrar en tan especial selección de seres humanos con gustos especiales. Según el fundador de la compañía, Andy Johnson: “Llegas con una sonrisa y te vas con una sonrisa aún más grande”. Queda claro que el CEO tiene motivos sobrados para creer en su empresa. La jugada le ha salido rentable. De hecho, llama a sus dos aviones Cesna “las alfombras mágicas”.

Entre sus características está una muy curiosa: los vuelos son circulares. todos los aviones despegan del aeropuerto North Las Vegas y sobrevuelan su espacio aéreo durante los 50-60 minutos que dura la travesía, tiempo suficiente para que los pasajeros, que cuentan con sus propias cabinas individuales con cama y desinfectante, puedan revolcarse como Adán y Eva y morder la manzana.

La estética está a medio camino entre una cita del programa First Dates y una película porno de bajo presupuesto: cabinas forradas de satén rojo, la posibilidad de pedir champán (previo pago) y allá, en la cabina, el piloto y sus auriculares con cancelación de ruido, para dejar a su libre albedrío a los tórtolos. La mayor parte de las reservas vienen de parejas, aunque la empresa también ofrece vuelos para un mayor número de pasajeros con una tarifa adicional de casi 200 dólares por persona.

Las reglas del club

Para pertenecer a este selecto club solo tienes que pagar la membresía: esos 995 dólares de la tarifa estándar o los 1445 dólares, para un vuelo de 90 minutos, que te darán alas y una erección o una calentura a la altura (nunca mejor dicho) de las circunstancias.

En el ‘Mile High Club’ se entiende que todo lo que suceda en el cielo e implique desabrochar el primer botón de la blusa o la camisa ya es sexo. Todo se considera como tal, desde un magreo inocente a un polvo con todas sus paradas intermedias, siempre que se produzca a más de una milla de altura. Intenta no fornicar nada más despegar o aterrizar (o incluso hacerlo en la cola que lleva al avión). No te considerarán un miembro digno de tal élite si estás más salidx que Dominik Strauss Kahn y haces cosas de adultos antes de abrocharte el cinturón de seguridad.

Asimismo, se aconseja a sus usuarios que eviten fornicar durante las turbulencias, y podríamos añadir: tampoco será lo más recomendable hacerlo cuando el avión se haya estrellado en mitad de los andes y los supervivientes estéis planteándoos probar la carne humana (de alguno de vuestros compañeros). Hay que estar a lo importante.

Los directivos del club dan sus propias advertencias. Se premian los encuentros sexuales entre pasajeros que viajen solos y puedan practicar la erótica propia de este tipo de fantasía aeronáutica: levantarse con parsimonia, acercarse a la persona que nos interese y pedirle a su compañerx de asiento si nos puede cambiar el sitio, para después, pongamos, mantener una primera conversación sobre la meteorología llena de tensión sexual no resuelta. “Siento turbulencias en mi interior”. “Menudo anticiclón hay ahí”, “¿Dónde? No veo nada” “Dame tu mano y yo te enseñaré dónde están los verdaderos chubascos”.

Los vuelos nocturnos son una de las opciones más demandadas en el paquete Premium de Love Club. La gente suele aprovechar ese ZZZZZZZZ generalizado en el pasaje del avión y esa penumbra clásica de los 1000 metros de altura para empezar a… bueno, ya sabes.