Si hay una cosa que me revienta la cabeza es saber que hay muchas mujeres que le ponen freno a su propio placer por miedo, vergüenza y otros sentimientos negativos generados por el sistema patriarcal en el que vivimos. Es un tema sobre el que hablé con María Hesse hace poco, a raíz de la publicación de su libro 'El placer'.
Las cosas claras desde el principio: el succionador de clítoris es una pasada, es verdad. Como también es cierto que la masturbación en la mujer todavía tiene un puntito de "secreto", "prohibido", "pecado", y hasta de "menuda guarra" para algunas mentes que se quedaron a vivir en el siglo XX.
Yo misma he dejado de probar algunas cosas, o he retrasado el atreverme a usarlas, por miedos completamente irracionales pero tan reales como para que, durante muchos años, no hablase de que memasturbaba con NADIE o no me atreviera a ir a una tienda erótica para comprar artículos que quería probar.
Por eso llego tarde al succionador de clítoris, que es una cosa como muy 2017 y aquí vengo yo, en 2019, a deciros que todas y cada una de las chicas del planeta necesitan uno. No lo saben, pero lo necesitan. Os lo digo yo, que no sabía que no lo necesitaba hasta que lo tuve.
Confieso que no me hice con uno antes porque no quise. Porque, en el fondo, tampoco he sido mucho de juguetes eróticos en mi vida. Los he tenido, los he probado, y solo me había gustado uno, un vibrador pequeñito, ejemplo perfecto de que el tamaño no importa, sino lo que hagas con el aparato. Y como estoy a tope con la sinceridad, también tengo que confesar que había una parte de miedo a lo desconocido y otra parte de "bah, yo no necesito eso" que me impidió lanzarme antes. Qué tonta fui.
Menos mal que tengo a los mejores amigos del mundo que, por mi último cumpleaños, me hicieron unos regalos geniales. Y entre ellos, por supuesto, había un Satisfyer. Gracias, Sara.
MA RA VI LLO SA
Los primeros días son como cuando te haces con cualquier otro aparato electrónico, como una nueva tablet, una nueva consola o una nueva báscula para pesar alimentos, lo que sea: quieres usarlo todo el rato. Y luego descubres lo que ese aparato es capaz de hacer y todo es tan, tan, tan increíble que, semanas después, ¡sigues queriéndolo usar todo el rato!
Desde la fountain de chocolate no había conocido otra cosa tan bien diseñada para el placer. Ni había sentido nunca un orgasmo como el que te provoca la estimulación del clítoris tan rápida y constante. ¿La máquina ha vencido, definitivamente, al ser humano?
Y ahora siento la necesidad de decirle a toda persona con clítoris que conozco que, por favor, se compre uno. Que nadie debería privarse de eso. Que es cierto que hay chicas que, como yo no paro de decir lo mucho que me gusta, me dicen que a ellas no les acabó de convencer, pero que está claro que si no lo pruebas no vas a saber nunca si es lo tuyo o no. Y como sea lo tuyo... ¡vas a flipar!
A pesar de que las instrucciones son muy sencillas (te lo pones en el clítoris y le das al botón de encender) hay ciertas cosas que deberías saber para que todo vaya bien.
Para que funcione bien tienes que colocarlo adecuadamente. Y no es tan fácil como podría parecer. Lo mejor es que uses la mano que te queda libre para separar tus labios vaginales y dejar bien despejado el clítoris. Después, tienes que colocar el agujerito del succionador sobre el clítoris. Al principio puede que no sientas nada estimulante, tendrás que moverlo un poco hasta dar con EL PUNTO.
¡Ah! Y si te resulta muy molesto probablemente sea porque no estás excitada aún. No seas burra, tampoco, no puedes pasar de cero a cien en tan solo un segundo. No empieces a usar el succionador de clítoris hasta que no estés lubricada, para no dañar tu clítoris. ¡Sí! El succionador puede ser doloroso si no lo usas adecuadamente.
Una vez que hayas encontrado EL PUNTO (cuando lo encuentres lo sabrás), no lo muevas. Eso no va de frotar ni de penetrar. No hagas nada. Solo, y si te apetece, ir aumentando la intensidad. Y... ¡el orgasmo llegará enseguida!
Un antes y un después, amigas. De verdad que merece la pena probarlo. ¡Nos merecemos esos orgasmos!