Hay personas que lo tienen muy claro desde el principio, pero para otras es todo un camino por descubrir, una búsqueda de esa etiqueta, ese espacio que les ayuda a sentirse parte de algo más grande. Existen personas que encuentran su lugar y se establecen y otros que sienten cómo la sexualidad es algo más fluido, más cambiante y no sienten la necesidad de encasillarse.
Los tiempos cambian y esto no hace que existan más categorías, etiquetas o sexualidades entre las que significarse, pero lo que sí existe es la posibilidad de conocerlas, descubrirlas y que cada uno pueda verse reflejado en un espacio que, tal vez, hasta el momento era desconocido para él, ella o elle. Nombrar algo es hacerlo más real y por eso el conocimiento es, en muchas ocasiones, el primer paso para una vida más feliz.
Las etiquetas nos ayudan a entender el mundo, pero también lo limitan, por eso no es raro que de vez en cuando conozcamos un término nuevo -para nosotros, seguramente para otras personas sea algo habitual- que nos cause ciertas dudas. Muchos de los términos son un poco complicados de entender, sobre todo para los espectadores externos, pues quien se identifica con ellos en seguida los reconoce como propios.
Esto es lo que sucede con el término antrosexual, un concepto médico que ayuda a las personas a definir su orientación sexual, pero que también puede estar vinculada con la identidad de género, pues se emplea para dar equilibrio psicológico a las personas que se definen de este modo y que no se sientan excluidas. Una persona que se siente aislada, sola, puede desarrollar conductas negativas e incluso autodestructivas.
Una persona antrosexual desconoce su orientación sexual, no encaja o no se siente identificado con ninguno de los parámetros cerrados que son más habituales, experimenta los vínculos de manera fluida, pudiendo generarlos con cualquier persona de cualquier género o identidad.
Esta forma de afrontar y vivir la orientación sexual recuerda en ciertos aspectos a otros conceptos o etiquetas que sí son más frecuentes, como la pansexualidad. Las personas pansexuales se sienten atraídos física, sexual o románticamente por otras personas, sin que sea relevante ni el sexo ni el género de estas. Alguien pansexual encuentra atractivas otras cualidades de las personas, como por ejemplo, su modo de pensar, su sentido del humo, sus valores o su belleza.
Algo que suena muy similar a lo que conocemos con relación a la antrosexualidad, sin embargo, son dos conceptos diferentes. La principal diferencia es que el antrosexual no está seguro, está en un proceso de búsqueda y descubrimiento personal, todavía se encuentra en el camino de entender quién es y no se sienten identificados con conceptos más frecuentes como gay, bisexual, pansexual…
No pertenecer puede hacer que el individuo desarrolle síndromes de ansiedad, entre otros posibles problemas, y esta categoría acompaña a esas personas que todavía están en la búsqueda, que no se sientan solos o excluidos.