El flujo vaginal normal ayuda a mantener sana la zona, pues el fluido secretado elimina células muertas y bacterias que podrían acumularse en la zona. Además, proporciona lubricación y también protege frente a algunas infecciones e irritaciones. 

La cantidad, el color y el olor varía en función de la etapa del ciclo menstrual, pero también puede variar por factores externos, como el ejercicio físico, los anticonceptivos o incluso el estrés. La vagina es muy sensible a los cambios externos y también a los internos. 

Parece evidente, pero un flujo vaginal anormal se define en contraposición a un flujo vaginal normal. Es decir, será anormal siempre que suponga un cambio dentro de lo que es habitual para cada persona y hay que tener en cuenta tres aspectos: el color, el volumen y el olor. El flujo cambia a lo largo del ciclo, por lo que es tan normal un flujo claro y acuoso que uno claro y elástico. 

Un color anormal puede ser indicador de una infección, por lo que conviene prestar atención si es sangriento o marrón, amarillo o verdoso, rosado. También si cambia el color y el espesor, por ejemplo, si es blanquecino y espeso puede ser una infección por hongos. El olor es otro de los aspectos que puede darnos información sobre nuestra salud, un olor fuerte a pescado puede indicar una vaginosis bacteriana.

Los cambios de consistencia o textura también son otro indicativo de que algo puede no estar bien y necesitar atención médica, por ejemplo, si esta es más fina de lo habitual o todo lo contrario, si resulta más gruesa o tiene cierta textura. 

Esto se puede saber con un sencillo examen visual, ya sea con ayuda de un papel higiénico que pasemos por la zona antes de orinar, observando la ropa interior o con ayuda de la mano, introduciendo los dedos en la vagina después de lavarnos bien. De este modo se puede analizar si existe algún cambio. Esto será más fácil de distinguir si esta operación se realiza de manera periódica, saber cuál es la normalidad de cada uno ayudará a notar los cambios de un modo más rápido. 

La mayoría de las causas de secreción anormal son relativamente inofensivas, tal y como explican en la Clínica Mayo, pero pueden resultar incómodas. Puede deberse a “infecciones como candidiasis vaginal, la vaginosis bacteriana, pero también a los síntomas de la menopausia. La secreción vaginal anormal puede también ser un síntoma de ciertas infecciones de trasmisión sexual”, en raras ocasiones puede ser síntoma de cáncer cervical. 

En cualquier caso, la recomendación siempre será que ante cualquier duda o cambio que parezca preocupante, lo mejor será consultar con un profesional. Los cambios suelen señalar que algo no está como siempre y, sobre todo, en los casos en los que estos cambios de olor, de volumen o de color llegan acompañados de picazón o molestias, lo mejor es someterse a un examen completo y comenzar cuanto antes el tratamiento en caso de necesitarlo.