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El placer sexual durante el sueño: ¿es posible tener un orgasmo mientras estamos durmiendo?

Los seres humanos estamos muy lejos de descifrar el orgasmo en toda su complejidad, y buena prueba de ello es la cantidad de dudas que genera el clímax entre quienes quieren explorar el autoconocimiento y perfeccionar cómo, cuándo y de qué manera llegan al placer. Posturas para mejorar la penetración, sexo tántrico, preliminares, juguetes… todo suma a la hora de darse una alegría al cuerpo. Podemos incluso mantener relaciones sexuales mientras dormimos, lo que se conoce como 'sexsomnia'.

Una de las cuestiones más consultadas en las redes tiene que ver con cuántos tipos de orgasmo existen realmente. Otra, en qué situaciones concretas podemos experimentar esa explosión de placer. De hecho, la siguiente cuestión suele acompañar a la primera. ¿Podemos tener un orgasmo mientras estamos durmiendo? ¿Cómo se alcanza?

Respondemos con algunos datos.

La noche y el placer

En un estudio del año 1953 a 6500 mujeres, más del treinta por ciento afirmaron haber vivido un orgasmo mientras dormía. Posteriormente, en sus conclusiones, Alfred Kinsey afirmó que “la masturbación y los sueños sexuales nocturnos con un orgasmo proporcionan la mejor medida de la sexualidad intrínseca de una mujer”. Varios estudios posteriores han validado las hipótesis de este pionero de la investigación sexual.

A la pregunta que planteábamos unas líneas más arriba solo se puede responder afirmativamente. Sí, es posible y normal tener un orgasmo mientras dormimos. Se sospecha que tanto los hombres como las mujeres pueden ver aumentado su flujo sanguíneo y actividad cerebral durante el sueño, sobre todo en determinadas fases de la vida donde la actividad hormonal es más frenética. 

Según parece, nuestro cuerpo responde a estos estímulos y los canaliza a través del sueño y la visualización erótica en las fases más intensas, precisamente cuando soñamos. Incluso podemos tener erecciones, excitarnos y, en algunos casos, manchar las sábanas. Lo que se conoce como “polución nocturna” en la jerga médica.

A este tipo de orgasmo se lo conoce como “orgasmo nocturno”, el clásico sueño húmedo de toda la vida. Tanto los hombres como las mujeres tienen la capacidad de llegar al clímax en sus excursiones oníricas, y por eso algunas veces nos despertamos con la conciencia de haber vivido esta clase de placer en diferido, con el cuerpo desentumecido, y de fondo, esa sensación tan agradable que no logramos identificar al principio. El despertar glorioso. El climax ha venido en sordina, lento, a cuentagotas, y solo nos llega como una intuición de algo que ha pasado mientras recuperábamos la conciencia de la realidad.

De cualquier modo, no deberíamos asociar siempre el orgasmo a la eyaculación. El hecho de que podamos excitarnos durante el sueño y vivir un tramo onírico húmedo, al borde del máximo placer, no significa necesariamente que vayamos eyacular mientras dormimos. De la misma forma que no tenemos un orgasmo cada vez que mantenemos relaciones sexuales, tampoco hay una correlación directa entre vivir un sueño húmedo y correrse. ¿Nos excitamos y disfrutamos de todos modos? Sí, sin duda. 

¿Por qué tenemos orgasmos durante el sueño?

En palabras de los sexólogos Barry Komisaruk y Beverly Whipple, autores de algunos de los estudios más completos sobre el orgasmo femenino: “Lo que descubrimos, para nuestra sorpresa, es que cuando las mujeres pensaban en la estimulación de una zona del cuerpo, la región correspondiente del mapa del córtex sensorial se activaba como si le estuvieran estimulando esa zona”. Del estudio se deduce también que es posible excitarse sin que medie un estímulo físico o nos autoexploremos.

Esa estimulación cerebral que mencionaron los autores de algunas de las mejores investigaciones sobre el orgasmo femenino también puede darse durante las fases del sueño, en concreto, en la fase REM, cuando nuestros movimientos oculares son más rápidos. Mientras nos adentramos en un sueño erótico, justo cuando hemos alcanzado la fase de sueño profundo, aumenta el flujo sanguíneo hacia la zona pélvica y nuestro cuerpo lubrica, se excita y, a veces, ‘acaba’.

“Se puede llegar a un orgasmo sin estímulo físico porque se puede conseguir la excitación sólo con sensaciones sexuales psicológicas”, explica la matrona Macarena Aguirre, y se refiere particularmente al orgasmo femenino. 

“Si a esa excitación agregamos el alto flujo sanguíneo que el cerebro dirige hacia los genitales, así como una postura donde haya una estimulación indirecta en la zona, por ejemplo, durmiendo boca abajo; o bien, nos encontramos durante la fase ovulatoria del ciclo menstrual donde el deseo sexual es mayor, es probable que esa excitación sexual desencadene en un orgasmo”.