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La "muerte francesa", un estado sexual al alcance de muy pocos. ¿Sabes qué significa?

En First Dates gusta mucho lo de mezclar el agua y el aceite, lo bizarro con lo sublime, el concursante o la concursanta de gustos especiales con el funcionario poeta que dice buscar una buena persona que le acompañe en su lecho de muerte. En suma: gente que quiere una segunda cita y gente que, tras la primera, lo que desea es pedir una orden de alejamiento. 

En el reality de de los encuentros amorosos llenos de cringe no falta, por supuesto, la pedagogía. Como la tensión sexual no resuelta (o el aburrimiento comprobado) es un factor determinante en los picos de audiencia, los espectadores han vivido decenas de momentos en los que la temperatura subía, y de qué manera. Las charlas sobre gustos sexuales y preferencias en la cama suelen copar las pupilas de los futuros amantes (o próximos divorciados) en algún momento de la velada. 

Hace unos meses, una concursante llamada Meli reveló un curioso talento sexual que dejó impactada a su compañero de mesa, un director artístico afincado en Tenerife. Se trata de la muerte francesa, un momento de éxtasis muy particular que no está al alcance de cualquiera.

Pero ¿en qué consiste?

Le petit mort

Meli, con una voz confiada y susurrante, lanzaba su revelación en un momento de su cita particularmente íntimo: “¿Conoces la muerte francesa?” Tras el momento de perplejidad de rigor de su acompañante, que llegó a volcar su copa de vino, esta dependienta de Lanzarote pasaba a explicar un talento sexual que, sospechaba, no tenía todo el mundo. "A ver, es algo que le pasa a las mujeres que son multiorgásmicas. Llega un momento en el que el placer es tan alto que llegas a un momento del clímax en el que tu cerebro desconecta. Puede que sea mi don, o llámalo como quieras".

No hacía falta indagar en exceso para saber que la dependienta de Lanzarote se refería en realidad a un concepto traducido del francés, la petite mort, que nada tiene que ver con separar del tronco la cabeza del rico y el noble. Meli se refería específicamente al desmayo postcoital, el desvanecimiento y la flojera después de aullar de placer. 

Su compañero, no sabemos si por pelotear para llegar a la segunda base esa noche o abrumado por ese conocimiento arcano, le dio la razón. Pero ¿de verdad existe la petite mort, muerte a la francesa, mareo postorgásmico?

El origen de la muerte francesa

La Wikipedia, en apenas tres líneas, refiere así la posible existencia de esta frontera entre el orgasmo y la muerte neuronal, justo cuando llegamos al clímax. “La petite mort hace referencia al periodo refractario que sucede al orgasmo. Este término ha sido interpretado generalmente para describir a la pérdida del estado de conciencia o desvanecimiento posorgásmico”. Seguidamente, se cita un estudio de 2006 titulado “Regional cerebral blood flow changes associated with clitorally induced orgasm in healthy women” sobre los patrones de activación del cerebro femenino cuando se produce dicho estado. Hablando mal y pronto: mujeres que orgasman hasta que se les ponen los ojos en blanco y el alma se da un paseo fuera del cuerpo.

Digamos que la petite mort es más un mito sexual recogido en nuestras habladurías de alcoba que un hecho comprobable y estudiado, con un número suficiente de casos que puedan servir de aparato teórico. En favor de los que creen que existe este cruce de la frontera entre el simple orgasmo y la disociación cognitiva placentera, existen ya diversos estudios que han comprobado los cambios en nuestro encefalograma cuando alcanzamos la cima del placer y explotamos. 

En “Getting into the flow: Sexual pleasure is a kind of trance”, de la North Wester University, los autores defienden que una estimulación sexual rítmica da como resultado lo que ellos llaman el “arrastre neuronal”. “El orgasmo va sobre todo de timing”, reza el subtítulo de dicho estudio.

Durante el sexo, nuestro cerebro levanta ciertas palancas en el circuito del placer y la recompensa; se activan regiones específicas como la glándula pituitaria, la amígdala o el cerebelo que inhiben la corteza orbitofrontal lateral. De ahí esa experiencia casi mística del apagón cerebral, que, en contra de lo que se ha dicho siempre (hasta que fue desmentido en otro estudio), no adormece nuestra actividad cerebral sino que la hiperestimula con el circuito de recompensas propio del orgasmo. 

Quienes han experimentado este ‘momentazo’, como Meli, explican que esta muerte cerebral asincrónica y el breve desvanecimiento posterior se producen porque hay un paréntesis en la consciencia durante el orgasmo femenino. Tras un pico de actividad cerebral se produce un descenso brusco y una pequeña pérdida de conexión con la realidad, parecida a la anoxia. 

"Es como un éxtasis tan grande que mueres durante unos segundos. Es magnífico. […] Es algo sobre lo que yo aviso a mis parejas, no vaya a ser que me pase y piensan que me he muerto en pleno acto".  Dejando a un lado el riesgo de Meli de abrirse la cabeza contra el cabecero de la cama en pleno acto, de sus palabras puede deducirse que esa muerte cerebral se corresponde con los patrones de conducta del cerebro ya estudiados. “Es un don”, sentenció su acompañante. A la concursante le faltó decir “Cinco estrellas en Amazon. Lo recomiendo” a esa forma de pasearse desnuda por el Nirvana.